Deje a Lydia durmiendo y fui a asearme. Cuando volví a subir la visión me asustaba, ver todas aquellas cajas por desmontar, que barbaridad, estaríamos días colocando cosas, meses. Había hecho tres traslados y sabía que era eso. Lydia por fin despertó, me senté su lado y la besé.
- Buenos días Amor.
- Hola Ferry ¿Cómo ha dormido mi Amorcito?
- Bien Lydia, la verdad es que muy bien, supongo que son los nervios de ayer, el traslado y todo lo demás.
- ¿Te has duchado abajo?
- Si Lydia, los niños duermen todavía.
- Estate tranquilo, que estos niños son muy perritos para levantarse, ahora bajo yo y los despierto. Me parece que tengo para hacerles desayuno, lo mirare también.
Lydia se vistió y fue a comprar el desayuno. Vino casi al momento, subió arriba con cara de asustada.
- ¿Qué pasa Lydia?
- Que mi ex esta en la calle haciendo fotos del edificio Ferry, debe haber leído el email.
- Pues déjalo, la calle es libre, que haga lo que le de la gana. ¿Has hablado con él?
- Sí, me ha dicho que me va a denunciar y a amargarme la vida.
- ¿Qué le has dicho tú Lydia?
- Que tenía un régimen de visitas y que no tenía nada que hacer por aquí.
- Ven Lydia, la abrace y le di un beso. Tranquilízate, ¿Quieres que hagamos algo?
- Sí, me gustaría ir a la policía y pedir una orden de alejamiento
Ya empezábamos, acabábamos de llegar y un poco más de mierda, no sabia generar otro producto esa pareja. Sonó el timbre del interfono.
- Deja Lydia, ya voy yo, bajando las escaleras.
- ¿Sí? Mirando por la pantalla del video portero, era él.
- ¿Está Candido o las niñas?
- ¿Vd. quién es?
- Soy su padre.
- Pues me parece que no es el día de visita, y además no están, colgando el interfono, no volvió a llamar, subí las escaleras.
- ¿Quién era Ferry?
- Tu ex, que si estaban los niños.
- ¿Qué le has dicho?
- Que no estaban y punto, no hay que dar más explicaciones.
Lydia bajo a preparar el desayuno de los niños y mi café, me quedé allí pensando en el nuevo presente, la promesa de Lydia, esa promesa de esfuerzo, pero primero deberíamos acoplarnos todos un poco, un par de semanas quizá pero no más, el inicio del curso escolar debería marcar la salida para todo y para todos, habíamos comprado un microondas para que los niños se calentasen la comida.
Se levantaron los niños, derrochando energías, vamos perezosos en movimientos y activos en discrepancias.
- Yo me siento aquí.
- No me siento yo.
- Déjame que yo llegué el primero.
- Lydia, dije, pon orden a estos niños.
- Niños, dijo Lydia desde la cocina, estaros quietos.
Lydia no acabo la frase que Candido, le había soltado un manotazo a Thais, se puso a llorar y se fue a la habitación. Lydia salio de la cocina.
- ¿Qué ha pasado?
Nadie contesto.
- ¿Qué ha pasado? He preguntado. Lydia se cuadro con los brazos en jarra en la puerta de la cocina mirando al salón.
- Es que Thais, estaba y…. dijo Candido.
- Tu no eres nadie para pegar a tu hermana, vete a la habitación te quedas sin desayunar.
- Pero es que yo Mamá…
- Que te calles Candido y vete ya.
Se fue a la habitación refunfuñando, como vaca que lleva el camino. Estuve completamente de espectador de la situación, no intervendría nunca en estas situaciones, que se desgastara ella, pero al mismo tiempo me hacia pensar en lo que íbamos a sufrir con estos niños, que lástima que Lydia y yo no estuviéramos solos. En estos niños todo estaba por hacer, que desgaste íbamos a tener.
El día iba a ser entretenido, vendría el pakistaní y me ayudaría a colocarlo todo. Fue puntual, las niñas todavía estaban desayunando. Lydia apaño el día como pudo pero a las once de la noche ya estaba todo puesto, lo básico.
- Que día Lydia, estoy roto.
- Pues anda que yo, no valgo para nada, estos niños dan un trabajo increíble.
- Evidentemente ha leído el SMS tu ex, Lydia.
- Si Ferry, le decía lo básico, que están empadronados aquí desde el 03/09/09, y el tema del colegio, y ya esta.
- Bueno vamos a dormir que no me aguanto Lydia.
- Si vamos que días como hoy son para olvidar, dame mi bracito.
- Por cierto Lydia, mañana tendríamos que ir a comprar, para llenar la nevera, podemos ir a un Carrefour, después ya veremos.
- Sí Ferry, además hay que comprar las literas de los niños, para que tengan sitio en la habitación.
- Iremos a Montigala, en Badalona hay más oferta, podríamos ir a Mataro pero mejor Badalona, esta Ikea y otros, será otro día duro. Anda dame un beso.
Día de compras, la bronca con los niños ya empezó en el coche. Bueno eran inaguantables, era constante una bronca detrás de otra. Llegamos a Ikea, ahora tocaba la bronca por el carro, después el Mamá, Mamá, que paciencia había que tener. No tenia sentido la educación de aquellos niños, alguien se había equivocado por el camino.
- Pero Lydia, ¿No te cansas de oírlos?
- Me tienen aburrida, no sé que hacer Ferry.
- Pues mándales un firmes, ya es suficiente llevan 48 horas con una bronca detrás de otra, no entiendo nada. No son tan niños, deberían saber comportarse, son doce y catorce años, joder me vuelven loco.
- Niños, chilló Lydia, paráis o nos vamos a casa.
Duro nada, el niño se puso al lado de su madre y solo hablaba con ella como siempre. La verdad es que solo hablaba con ella, con sus hermanas solo hablaba para pelearse, para nada más.
Hicimos las compras, fuimos por las literas. Tomamos medidas, Candido no paraba con su madre, la verdad es que éramos tres grupos, las niñas, Lydia y su hijo y yo. Nada nos unía aparentemente, ni comprando las cosas. El niño tenía frases mágicas que todos se paraban a oír “Tengo una idea”, ya estaba el tontito con otra estúpida idea que nadie le había pedido y que teníamos que escuchar todos, pobre niño, que mal, no sabía que hacer para llamar la atención, que mal lo iba a pasar en el instituto, lo iban a despellejar fácilmente. Finalmente compramos las literas para las habitaciones, bueno mejor dicho compré las literas.
La semana fue pasando, el día a día siempre era el mismo, bronca va bronca viene y unas costumbres de comportamiento que jamás había visto. Sí mi padre levantara la cabeza también me hubiera dicho “Estas loco hijo, no vas a ningún sitio con esta tribu”. Era más parecido a una tribu, que a un grupo humano.
Costumbres alucinantes, se comía haciendo ruido, no sabían beber de un vaso, pies por las sillas, manos en las paredes, zapatos por el comedor, ropa y cosas por el suelo, y una falta de responsabilidad mínima total. Eran capaces de salir de casa y no cerrar la puerta, eran como animales inútiles, que lástima empezaba a sentir de mi mismo, me iba a desgastar muchísimo, pero yo todo eso no lo aguanto, no estoy educado como los animales, mi educación era algo normal, cono todos hemos tenido en nuestra familia, pero a estos niños ni les habían dado una capa de pintura de civismo y eran vírgenes en responsabilidad, ni la más mínima tenían.
Me acordaba de la frase que decía la madre de Lydia “Es que Lydia esta educada para algo especial”. Que coño sería esa educación, no sería lo que estaba viendo, supongo, estaba confundido totalmente. Empecé a intervenir.
- Candido, no toques las paredes que se aguantan solas. Son blancas y mira la mano que acabas de dejar, pintaras tú cuando toque.
Se refugiaba en su madre, iba a la cocina, cerraba la puerta y empezaba cualquier conversación estúpida, solo tenia esas conversaciones.
A los diez minutos, lo mismo, el mismo mensaje.
- Candido, ¿Cuántas veces hay que decirte las cosas? Dime un número y te las digo seguidas. Ya te he dicho antes que no toques las paredes, la próxima vez te lo diré chillando y a la siguiente empezare a pensar que eres tonto. Lo que no quiero pensar es que pasas de mí, porque entonces te aseguro que lo vas a pasar mal.
- Es que no me doy cuenta Ferry.
- Pues ya tienes catorce años, para ser conciente de lo que haces y de lo que no haces, y si tienes problemas de memoria me lo dices, que te llevo al médico.
Siempre desaparecía iba a las faldas de su madre, solo hablaba con su madre.
Las comidas eran horribles, y las cenas peores. Yo siempre he respetado esos momentos, los he considerado importantes, porque son el único momento que todos estamos juntos y podemos entablar una conversación común, conocernos un poco más.
Todos los niños comían con la boca abierta, haciendo un ruido increíble, con el asco que me da ese comportamiento. No esperaban a nadie para empezar, eran como animales, igual, sin ningún comportamiento, se levantaban de la mesa y se ponían a jugar en el comedor. Al mediodía tocaba ver los Simpsons, Candido a cada gracia giraba bruscamente la cabeza para mirar a su madre, si Lydia reía, él reía, caso contrario no reía. Era un abaniqueo constante. Escogí un lugar en la mesa donde podía evitar verlo, era mas cómodo para mí, no lo veía y no me crispaba tanto.
Por las noches empeoraba el tema. Siempre me ha gustado ver las noticias mientras ceno, ver que hace el resto del mundo, no había manera. Cualquier noticia que diesen, siempre preguntaba Candido a su madre, éramos capaces de ver todo un programa sin enterarnos de nada, era increíble, ninguna conversación.
- Mamá, Mamá ¿Qué son los ministros?
- Mamá, Mamá ¿Qué es ….?
- Mamá, Mamá, te imaginas que….
Lo más tonto se convertía en una pregunta. Eran las cenas del Mamá, Mamá. Que comportamiento más inmaduro, y Lydia no se daba cuenta, estaba obsesionada con ese niño.
Lydia y yo desaparecíamos de circulación después de cenar, nos subíamos a nuestra habitación y los niños iban a las suyas, salvo Candido que siempre intentaba la pregunta del millón para enganchar a su madre un rato en solitario. Lydia había generado una dependencia emocional total de Candido, era su vampiro emocional.
- Lydia, súbete que quiero hablar contigo.
- Ahora voy Amorcito.
Subió al rato.
- ¿Qué quieres decirme Ferry?
- Supongo que lo debes de saber, ¿Cómo piensas arreglar todo esto?
- ¿El qué, Ferry?
- Pues todo Lydia. Para empezar quiero que sepas que oír a las personas como mastican con la boca abierta me genera verdadera repugnancia. Parece el chiste aquel de “¿Qué comes? Sopa que no lo oyes. Es una vergüenza que tu no les digas nada y yo me encabrito en cada comida conjunta, acabaremos cenando nosotros y ellos aparte, esto no hay quien lo aguante.
- No hay para tanto Ferry.
- No hay para tanto, dices. Pues quiero que sepas que lo que no haces en casa, tampoco lo haces en la calle. El otro día cuando fuimos a ese bar de al lado a cenar, nos miraban por ese hecho. A mí que me califiquen de cerdo por algo que yo hago es correcto, pero por lo que hagan los demás te aseguro que no me apetece nada. Muy monos, muy monos pero también muy cerdos. En parte es normal, siempre han comido solos, no han tenido la referencia de un adulto, así va el tema, pero parece que a ti no te importa.
- Ferry son mis hijos, no hables así.
- No estoy insultando, estoy hablando clarito para que corrijas la situación. Eso es como lo de beber, tu también das sorbos en el vaso, y es porque como no levantas el codo, llevas la cabeza al vaso, parecéis de Lepe coño, ellos te toman como modelo y venga todo el monte es orégano.
- No aguanto más tus comentarios Ferry.
- Pues te quedan unos cuantos. Veras, las primeras zapatillas o zapatos que me encuentre en el comedor de la patada que les de irán a la playa, en la cama no se lleva comida, no quiero nada por el suelo, bragas, calzoncillos, papeles. Además pasan por encima de ellos como si no fuese con ellos el tema. Todo esto es lamentable.
Lydia se puso a llorar.
- No Lydia no llores, pero no haces nada para cambiarlo. Les pegas un bocinazo, pero ellos pasan, hasta te contestan, no hay respeto, no hay responsabilidad. Dices que tu hijo se ha portado bien porque te ha bajado la basura, joder que concepto tienes de las cosas. Por el contrario son capaces de irse de casa sin cerrar la puerta, dejarse la llave en la cerradura, bajar del coche sin cerrar la puerta, tirar papeles en cualquier sitio, y yo que sé, aburre su comportamiento. ¿Qué habéis hecho, entre todos, con esos niños? Me acerque a ella, la cogí.
- Mira Lydia, lo digo por nuestro bien, llevamos una semana y no hemos adelantado nada en absoluto, diría que hemos ido para atrás, tienes que hacer un esfuerzo, sino nos desgastaremos rápido.
- Si Ferry, te entiendo, pero no se que hacer, tendrás que ayudarme.
- Yo te ayudare Lydia, pero el tema de los niños es tuyo, no mío, arréglalo tu, no quiero malgastar mi autoridad de esa manera, no será fácil.
Bueno a la semana empezó el colegio. Les compré los libros, ya que su padre como venganza no le paso la pensión a Lydia y venga a aprender cosas. Pensaba que en ese momento se haría un cambio de ritmo, si ocurrió hubo un cambio de ritmo, pero a peor.
Todos los días con una bronca diferente, las niñas ya entraban por la puerta discutiéndose, entre ellas o por explicarle algo a Lydia la primera. Candido llorándole lamentaciones a su madre, y Lydia aplicando lo que ya he definido alguna vez “Las democracias estupidas”. En vez de darle normalidad al tema, había un cambio de colegio, pero había que darle normalidad, tampoco había tantos lazos emocionales, los niños no tenían amigos, por lo tanto tampoco había rupturas, era el momento de cambiar marchas, pero Lydia lo que hizo fue poner la marcha a tras, que mal. Les escuchaba el drama que ellos le explicaban y les consolaba, pero sin rotundidad, sin darle normalidad al tema, todo lo contrario haciendo un drama emocional, que error.
Yo recordaba a mi padre, un hombre recto, jamás me puso la mano encima, nunca, pero existía un respeto. Mi padre tenia una frase mágica para algunas ocasiones “En esta familia somos muy democráticos, pero hay cosas que solo opinamos tu madre y yo”, tan fácil como eso, cada uno cumplía con su rol y no había problemas.
Por el contrario Lydia se confundía por completo, intentaba ser amiga de sus hijos olvidándose que primero tenia que ser madre y después amiga, si invertía los términos pasaban estas cosas. Lydia no tenía una verdadera autoridad sobre sus hijos, y por el contrario les generaba dependencia sicológica, convirtiéndoles en inútiles.
Llego el fin de semana, los niños se iban con su padre. Joder por fin se iban podría estar con Lydia calmadito, sin ese ruido cuya frecuencia era constante.
- Bueno Ferry, por fin solos.
- Sí Lydia, tenía ganas.
- ¿Cómo me vas a premiar Ferry?
- No entiendo nada, ¿Qué te tengo que premiar? Sí me disculpas me parece que al que hay que premiar es a mí, joder.
- ¿Estas de mal humor Ferry?
- No Lydia, es tu manera de plantear las cosas.
- ¿Te arrepientes de que estemos juntos?
Marqué un largo silencio, mirándola a los ojos, ella también me miraba, hasta que bajo la mirada, se acerco a mí y me beso.
- ¿No me piensas contestar, Ferry?
- No Lydia, es mejor que no conteste, y es mejor que no me vuelvas a efectuar esa pregunta, te lo agradeceré.
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