jueves, 30 de junio de 2011

La mudanza.


Lo primero estaba hecho, pero faltaban cosas tan importantes como encontrar el inmueble, faltaba el colegio de los niños y la mudanza. La mudanza la planificamos para el fin de semana del cuatro de Septiembre de 2009, con los colegios nos movimos rápido.

Al día siguiente estaban matriculados, bueno con el niño no hubo problema, primero los empadronamos, segundo Lydia fue a inscribirlos. Las niñas quedaron en lista de espera para la asignación de plaza. La situación era la ideal, podrían ir solos al colegio, las niñas estaban a tres minutos de casa, el niño como iba al instituto era un poco mas lejos, diez minutos como máximo, pero todos cerca.

Tanta tontería que había montado Lydia con Candido, anunciándole el instituto del Garraf total para no ir. Vendiéndole el Instituto, que visitase las instalaciones, hablándole de los peligros que se encontraría, estaba tan encima de él, que Candido estaba asustado, era como si se fuese a la guerra, era esa manera de ser de Lydia que siempre le decía yo “democracia estúpida”. Había que darle nada más que normalidad al tema, si todos los niños lo hacían, él también podía y mientras más se hablase del tema peor, ya que él lo cogía como excusa para hacer las mil y una preguntas tontas, solo para abrir un dialogo de besugos, que por otra parte era constante. Ese niño iba a tener problemas, se veía venir, no hablaba el idioma de los jóvenes, estaba alienado completamente de su entorno, no tenia amigos, ni aficiones, ni había salido a la calle a jugar nunca, se lo iban a comer, tiempo al tiempo. Desde el mes de Marzo hablando del Instituto, que aburrimiento, todo un verano, cada día.

Bien, ahora faltaba lo duro, lo físico, el traslado. Como íbamos a solucionar ese tema y de un día para otro, era día dos y solo faltaban dos días. Recordé que en el Ikea de Badalona, como en todos los Ikeas hay negocio de transporte en la puerta, nos dirigimos hacia allí para negociar el transporte. Deje a Lydia en el coche con los niños.

-         Hola ¿Vds., hacen transportes?
-         Si claro Señor.
-         Tengo que hacer un traslado, desde el Garraf al Maresme ¿Qué me puede valer eso?
-         No sé Señor, depende lo que haya que transportar ¿Cuántas habitaciones son?
-         Son tres habitaciones y un comedor, pero no hay muchas cosas.
-         Yo creo que unos seiscientos euros, se lo transportamos todo.
-         ¿Esta seguro de lo que me dice?
-         Sí Señor, tenga una tarjeta. ¿Qué día hay que hacerlo?
-         EL próximo fin de semana el día cuatro.
-         Estaremos allí a las ocho de la mañana.
-         No me falle con el transporte, le llamo mañana para confirmar.
-         No se preocupe Señor, somos serios.

No me fié mucho y le pedí cotización a un segundo transportista, este era pakistaní, Jamil era su nombre. La desconfianza me venia porque los primeros eran dominicanos y sabia como negociaban, todo fácil al principio y después cuando te tienen atrapado te apretan, conocía el sistema. Como Jamil todo fue más fácil, le advertí que era como sustitución, pero seguro que tenia problemas con ellos y le tocaría hacer el servicio a ellos, no hubo problema, que lo llamase cuando quisiera que en dos horas se presentaría con todo el equipo.
Lydia me hizo comprar unas cajas armario de cartón para la ropa, papel de burbujas, además lleve unas cuantas cajas de plástico para el resto de cosas. Lo arreglamos rápido.

-         A ver Lydia ¿Qué te llevas del comedor?
-         Todo Ferry.
-         ¿Estas segura Lydia? No dejaras ni una silla.
-         No Ferry, todo es mío cuando vengan que se sienten en el suelo.

Una cosa tras otra Lydia iba diciendo lo mismo, yo me quedaba asustado, era su decisión, eran sus cosas, pero ni una triste silla dejó. Solo las camas de sus padres quedaron en el piso, solo eso. Ni nevera, ni lavadora, ni… nada, no quedó nada. Todo quedó preparado el día antes del traslado, el viernes. 

El viernes cuando nos levantamos, solo teníamos que recoger la ropa de cama, empezaba el traslado. Se presentaron los dominicanos a las ocho de la mañana, le advertí a Lydia que estuviera alerta, que no fuese que tuvieran las manos largas.

-         Buenos días Don, venimos para el traslado, enseñemos las cosas.

Mal íbamos, lo veía venir, ahora vendría la negociación, puro estilo del país.

-         Dígame ¿Quién es el jefe de Vds.?
-         Yo Don.
-         Pues sígame, no vamos a pasearnos todos por el piso.

Le mostré las habitaciones y empezó a hacer la cara que ya conocía.

-         Mire Don, esto no lo podemos hacer por seiscientos euros.
-         ¿Por qué?
-         Hay más cosas de las que Vd. dijo, Don.
-    En absoluto, me preguntó Vd. cuantas habitaciones habían, yo le dije que tres y el comedor, nada más, no se donde se ha perdido Vd., con su cotización.

Se juntaron los tres dominicanos, hablaban en voz baja entre ellos.

-         Mire Don, se lo podemos hacer por 1.200 euros, por menos es imposible.
-         Pues bien será imposible, ya se pueden ir.
-         Bueno Don quizá por 1.000 podríamos hacerlo.
-         No gracias no quiero sus servicios, ya no me fío de Vds., hagan el favor de irse.

Intento negociar más conmigo, pero ya no le escuchaba, estaba cansado de ese estilo de negociación, lo cogí por la cintura acompañándole a la puerta. Llamé al pakistaní, me dijo que no había problema, que en dos horas estarían allí.
Vino en el tiempo anunciado, pero traían una camioneta pequeña, no se a que estaban acostumbrados, me dijo que no me preocupase, que llamaría aun camión por el mismo precio, y empezaron a bajar las cosas al vestíbulo del edificio. El camión no aparecía.

Distribuí a los niños de vigías en diferentes sitios, las niñas vigilaban las habitaciones, Lydia y yo el resto, al niño lo pusimos en la puerta del vestíbulo sentado vigilando las cosas, que no pasara alguien por la calle y se las llevase.

Era la una del mediodía y el camión, no aparecía, el niño llamaba cada diez minutos por el interfono a su Mamá diciéndole que se aburría, las niñas lo llevaban bien, Lydia y yo estábamos en todos los sitios. Apareció el camión, por fin se veía luz. Empezaron a cargarlo y entre el camión y la furgoneta lo pudieron llevar todo. Para descargarlo no había problema, había sacado un permiso en la policía del municipio reservando espacio en la puerta del inmueble.

Finalmente sobre las doce de la noche, todo estaba en casa, bueno casi todo, el sofá no pudimos entrarlo y se lo dimos a los transportistas, con lo que nos costo sacarlo del piso del Garraf y no pudimos entrarlo, bueno era lo que había. Pagué al pakistaní el traslado y quedé con él para que el día siguiente me ayudase a montar armarios.

-         ¿Tienes hambre Ferry?
-         No Lydia, estoy reventado, sencillamente.
-         Vamos a hacer la cama, venga Ferry, y dormimos yo también estoy rota.
-         Mejor arregla a los niños, yo iré haciendo la cama, cuando acabes sube.

Habíamos tenido suerte, el piso tenía luz y agua de obra todavía, y las habitaciones tenían puesta una bombilla, con lo que podíamos vivir directamente. Sin darnos cuenta habíamos batido un record, en una semana habíamos matado el tema, inmueble, colegio, mudanza, ya estábamos en el pueblo, ahora solo hacia falta luchar, luchar duro y no faltar a la palabra que me había dado Lydia, me había fiado de ella otra vez.

Esto iba a ser duro, pero era posible si los dos aportábamos todo, para mi el problema iba a ser el niño, o atajaba ese tema Lydia o no íbamos a durar mucho.

Mientras esperaba a Lydia, recordaba la cena que la invité antes de irme a Toronto. Tenia que ser una cena muy diferente a cualquiera de las que hubiésemos tenido.  Llamé e hice la reserva.

-         Vamos Lydia vamos a cenar, por ese futuro nuestro.
-         ¿Dónde me llevas Ferry?
-         Sorpresa Lydia, venga cojamos el coche.
Torre San Sebastián - Sala Alta Mar

Bajamos a Barcelona, y me dirigí hacia el puerto, aparque delante de la torre San Sebastián, más conocida por la torre de la Barceloneta, del teleférico del puerto, Restaurante Alta Mar. Lydia se quedó sorprendida.

-         Ferry esto te va a costar una pasta.
-      Hoy se lo merece Lydia, necesita algo especial.

Se abrazó a mí mientras el recepcionista nos llamaba al ascensor para subir a lo alto de la torre, donde estaba el restaurante. Le di las llaves del coche al recepcionista, para que lo aparcase. Llegamos a la parte superior.

-         Buenas noches Señores.
-         Buenas noches, contestamos mientras yo me acerque a la recepcionista. Mire tengo una reserva para dos personas, procure Vd., que la mesa tenga buenas vistas, un rincón con doble visión. Es una cena muy especial.
-         No se preocupe Señor, haremos lo que podamos.

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Lydia se abrazo a mí mientras esperábamos, cogió una tarjeta del restaurante y se la guardo en la cartera.

-         La guardare toda mi vida Ferry.
Mesa donde cenamos (Ambiente Nocturno)

Nos dimos un beso muy tierno. Por fin nos llamaron. Nos acomodaron en una de las mejores mesas, en un rincón con vista de 270º al mar, maravilloso aquella visión, los barcos, las luces, la luna reflejada en el mar y aquella mujer que irradiaba luz por si misma delante mío. Lydia me cogió la mano, fuerte y miraba a su alrededor, estaba maravillada, disfrutaba del momento, y yo de verla a ella. Pedimos la comida y también cava, como siempre que teníamos que celebrar algo.
Era curioso, la botella de cava. Te servían y las llevaban a una fresquera común a la vista de los clientes, cuando el camarero notaba que se debía llenar la copa nuevamente, la cogía y te servia.

-         Como esta la cena Lydia.
-         Buenísimo todo Ferry, te lo agradezco mucho.
-    No Lydia, te lo mereces todo, y si vamos a empezar algo definitivo, tenemos que remarcar un principio que nos acordemos siempre.
-         Sabes que te quiero mucho, mucho, mucho Ferry.
-         Si lo sé Lydia, pero me gustaría más..
-         No sigas Ferry. Te amo mucho, mucho, mucho Amor.

Nos besamos, nunca nos había importado donde lo hacíamos, pero esta vez con prudencia.

-         Lydia ¿Este cava es diferente, al primero que tomamos?
-         No sé Ferry, yo no distingo tanto como tu.
-         El nuestro era un brut nature, este no sé lo que es, parece champagne francés.

Me fije cuando el camarero trajo la botella para servirnos nuevamente. Se equivocaba de botella y nos estaba sirviendo el champagne de la mesa de al lado. Le advertí al camarero de su error, se disculpo.

-         Joder Lydia, nos hemos bebido el champagne del vecino gratis.

Nos reímos los dos, nos abrazamos y nos volvimos a besar.

-         ¿Tú me cuidaras siempre Ferry?
-      Sí tontita, claro que sí. Pero ya sabes lo que digo. “Esto depende de ti, no de mí”, no caigas en los mismos errores que hasta ahora, solo tenemos que luchar, triunfaremos tarde o temprano, pero tenemos que tener constancia y vivir de forma práctica, los fantasmas deben desaparecer, ese entorno que nos castiga, haz que desaparezca. Sé que es duro, pero es posible. Pero tú y yo solos podemos conseguirlo.
-      Lo intentare Ferry, pondré todo mi empeño en ello, hay mucho en juego. Fue una cena maravillosa, que guapa estaba mi Niña.

Oí un ruido, Lydia subía.

-         Que apañado cuando quieres, míralo en la camita estirado. ¿Qué haces Ferry?
-         Soñar despierto Lydia, recordaba la cena del puerto.
-         Que maravillosa cena Ferry, estirándose  mi lado y abrazándome.
-         Vamos Lydia a dormir, que estoy roto, por completo.
-         No sabes como te quiero Ferry. Mañana tengo que llamar al idiota de mi ex.
-         ¿Para que Lydia?
-         Para comunicarle el nuevo domicilio de los niños, no quiero hablar con él.
-         Pues envíale un email, y le anuncias que lo tiene con un SMS.
-         Es buena idea, así me ahorro llamarlo y queda constancia.
-         Venga durmamos Lydia, toma mi bracito en nuestra inmensa habitación.

Lydia se puso casi encima de mí mirándome fijamente a los ojos, como hacia algunas veces, era una mirada de enamorada, me había llegado a confesar que el amor que sentía por mí era cien veces superior al que sentía cuando se casó, era un honor par mí, y eso que teníamos las trifurcas que teníamos, pero todas por su carácter, no había más motivos, bueno si su hijo que ella no arreglaba nada, pero solos hubiera sido diferente, ahora  teníamos que tirar de todo el carro, con todo.

Dormí, como hacia tiempo que no dormía, de un tirón. Se estaba bien en aquella casa, lo único que molestaba era la claridad, ya que las puerta de nuestra habitación que daban a las terrazas eran de diseño, y no tenia persiana, ni cortinas, la luz me despertó al día siguiente.


martes, 28 de junio de 2011

El dúplex.


A la cacería del inmueble. Me daba miedo a mi mismo de las decisiones que tomaba y del riesgo que corría, pero me había dado su palabra, se acabarían esas escenitas en las que Lydia era una artista. Entendía que sí, aunque yo veía un componente de venganza en toda la maniobra. Por otra parte tenia pensada una estrategia para asegurar el futuro, no me iba a enganchar como a un pardillo y veríamos que pasaría, lo sabría rápido, siempre he analizado las situaciones rápido y no me he equivocado, la diferencia era que tenía una gran implicación emocional, por eso me había intentado asegurarme tanto.

Tenía experiencias de su soberbia, el intento de agresión en el Garraf, y algún que otro rifirrafe importante, sobre todo el último el de la boda de Gerona, estupidas por otra parte, siempre porque Lydia intentaba imponer su ilógico y egoísta criterio, a su estilo, espantaba a la gente con sus chillidos, pero conmigo no le valía.

Había algo que no existía, celos, no existían celos y eso era importante, aunque yo sabia que ella no había roto con su pasado, todavía conservaba teléfonos de contactos que utilizaba para Navidad, para enviar felicitaciones y poder retornar al grupo cuando le hiciese falta. Amigos no tenia, conocidos de verdad tampoco, gente de discoteca, de no fiar, de las de flirtear, bobadas de niña inmadura, de necesidades de humano. Lo que no sabia Lydia es que yo conocía a dos personas de su ambiente y sin quererme enterar me enteraba de todo, como paso con el mensajito del gatito para Navidad. La verdad es que conocía los sitios donde ella había ido, también habían sido mis sitios de cacería solitaria, llenos de niñas tontas inmaduras.

Cogimos el coche, empezaba la disputa, los niños tenían la costumbre de tirar las cosas al suelo del coche, los papelitos, etc., era normal en parte en su casa hacían lo mismo, no les habían enseñado a respetar su espacio, ni el de los demás, sin más.
Mapa de la comarca del Maresme

Estuvimos recorriendo todo el Maresme, primero viendo los pueblos como eran, después decidiendo donde nos gustaría, aunque nos dominaba el precio, y teniendo en cuenta la relación con su ex, las primeras cuotas me tocaría pagarlas a mi, aunque habíamos acordado que hasta que no se solucionase el trabajo lo pagaríamos a la mitad, bueno la mitad era una forma de decirlo, yo acabe pagando setecientos euros por mi, y ella quinientos euros por cuatro, si tenemos que hilar fino lo haremos. El agua y luz corría de mi cuenta, y la comida inicialmente también, ya que Lydia no tenía ningún ahorro. Me iba a enfrontar a un gasto fijo mensual de unos dos mil quinientos euros, podía soportarlo durante unos años, esperando encontrar algún trabajo, o montar algo para salir todos adelante, si trabajábamos los dos no tenia que haber problemas, tarde o temprano lo conseguiríamos. Pero debía implantarse la austeridad, a mi siempre me gustó vivir de lo que gano no de lo que tengo, porque si vivo de lo que tengo llegará un día que no tendré nada, y yo dependía de mi mismo, si lo agotaba nadie me echaría un cable en los tiempos que estábamos, estaba solo contra el mundo.

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Vimos unos cuantos inmuebles, al final pasamos por un pueblo, por lo que llamaban la calle comercial, y vimos un pequeño bloque con un cartel que anunciaba pisos en alquiler. Llamé a ese y otros, dejando el mensaje de lo que buscábamos. Vimos algún inmueble, por agencias que nos echaron para atrás, por su conversación, parecía una misión imposible solo teníamos una semana para hacerlo todo. Al día siguiente recibía una llamada del administrador de la finca y quedamos a las once de la mañana para verlo.

Cogimos nuevamente y fuimos con los niños a ver el inmueble, reunía las condiciones que buscábamos. Llegamos con los niños, Lydia y yo pasábamos mirando las habitaciones, El Sr. Pere, el administrador iba vendiendo las funcionalidades. Bien, era un duplex, no muy grande, tres habitaciones en la planta baja, no muy grandes pero eran tres, cada niño podría tener su ambiente y nosotros en la planta superior, con dos terrazas grandes, una a la calle comercial, la otra con vistas al mar, preciosa vista. Dos aseos, uno por nivel, bien estaba realmente bien para ser nuestro primer piso.

Las niñas iban fisgoneando por las habitaciones, el niño no, al lado de su madre con sus comentarios de Mamá, Mamá, que Lydia callaba de forma inmediata.
-             Déjanos ya Candido, vete con tus hermanas, deja hablar a los mayores.
Ultimamos detalles con Pere, que documentación necesitaba, y las condiciones. No estaba mal, un mes de fianza, ya que era sin muebles y contrato para cinco años, aunque ponían una cláusula en la que se podía liberar el contrato en uno, pero el año había que cumplirlo. EL contrato iría a nombre de Lydia, yo estaría como avalista durante un tiempo mínimo de un año o la duración del contrato en caso que siguiéramos juntos.
Fuimos para casa de Lydia comentando el piso, los niños peleándose detrás, que si me empujas que si no me empujas. Los había amenazado alguna vez, de dejarlos donde fuera si montaban peleas en el coche, su comportamiento era insoportable, pero al mismo tiempo normal, nadie les había enseñado a comportarse, ni entre ellos, eran como fieras desbocadas. Finalmente llegamos a casa, que descanso, el coche lleno de papelitos en el suelo.

-                 Venga muchachos a recoger los papelitos, que no se como tengo que decirlo. Y tu Lydia procura ser tú quien lo diga, yo no tengo porque soportar esas cosas, no lo he soportado de los míos, no tengo porque soportarlo de los tuyos.
-                     Joder como te pones por cuatro papeles.
-                No si encima los defiendes, eso es mala educación sin más, no tienen el más mínimo comportamiento de civismo, para ellos todo el monte es orégano, y no es así, si vamos a convivir mejor que se acostumbren a comportarse como personas. Mira, él que no respeta las cosas de los demás, difícilmente respeta las suyas.

Subimos a casa y Lydia les dio de cenar, llamé a mi amigo el abogado y le expliqué el contrato de arrendamiento y lo que quería, que me hiciera un documento para que me aceptasen las partes a mi aval, como máximo arriesgaría un año, si las cosas iban bien me volcaría, pero todo dependería de la convivencia y del comportamiento de Lydia, que no lo tenia nada claro. Esa mujer estaba enferma con sus hijos y por el contrario no les aportaba nada, bueno un mundo irreal de fantasías estupidas, que les menguaba el desarrollo de su personalidad, y una disputa constante de disfrutar a su Mamá, era una dependencia sicológica. Hasta Lydia lo decía “Creo que marco tanto a mis hijos que después nadie les parecerá bueno, siempre los compararan conmigo”.  Que egocéntrica era Lydia cuando se expresaba así. Lydia tenia todos lo componentes que define la psicología, tenia un ego excesivo. El ego media entre los deseos del ello y los mandatos morales del súper yo, para que el individuo logre satisfacer sus necesidades dentro de los parámetros sociales. Lydia era una bomba en activo, con ella misma y con los demás.

No sabia porque llegaba a esas conclusiones, porque el niño era un producto de los dos, de ella y su ex, no valía para nada, había que recuperarlo desde abajo y Lydia no hacia nada, absolutamente nada, sus conversaciones tontas, sus preguntas estúpidas que hasta sus hermanas se reían de él, no le hacían ningún favor, ese niño necesitaba mano dura, que le enseñasen los valores de la vida, que a él ni se los habían presentado. Las niñas, bueno las niñas por lo menos tenían alguna gracia, sobre todo Lolita. Lolita me cayó bien desde el primer día, había cierta conexión entre ella y yo, había empatía, en cambio con Thais, era horrible esa niña, soberbia como su madre, siempre de mal humor, pero tenia fama que cuando daba un abrazo era de verdad, más bien quien lo recibía se quedaba sorprendido y por eso lo apreciaba más, pero no había nada en especial en esa niña. Había que reconducir la actitud de dos niños de los tres, y eso lo tenía que hacer Lydia, además íbamos a convivir con lo que Lydia se iba a convertir en la pieza clave, ella tenía que unir a los grupos, sino siempre seriamos eso, grupos. Tenía claro que no iba a jugar al juego de los niños, esto se había convertido en un juego de adultos, los niños tenían que vivir el problema al nivel que les correspondiese y nosotros aportar las soluciones, cualquier otra solución seria un verdadero fiasco para todos.

Fuimos a la habitación, era nuestro centro de reuniones habitual.

-                     ¿Qué te ha parecido el piso Lydia?
-               Bien, cumple con lo que necesitamos, obra nueva y cuatro habitaciones, algo justitas pero cada niño tendrá la suya. Faltará una televisión.
-                     ¿Qué dices Lydia?
-                     Sí, Lolita no tendrá televisión en su habitación.
-               Déjate de bobadas, con los gastos que hay, y ahora tenemos que tener más televisiones que personas, mira que la vea con su hermana, también se ha quedado la habitación más grande, porque los niños iban haciendo sorteos, pues mira sortéala otra vez y punto. Piensa que nos tiene que regir la austeridad, no estamos pasando un gran momento en este país, y esto no se cuando se animara. Compraremos lo imprescindible, solo eso, nada de confortabilidades. Por cierto ¿Que hacemos con los muebles? Compramos algunos en Ikea y punto, a los niños habrá que comprarles una litera para que puedan aprovechar más el espacio en la habitación.
-                     De eso nada Ferry, me llevo mis muebles que los necesito, y mi lavadora, mi secadora, el lavavajillas, vamos todo lo que hay aquí es mío, y me lo llevo porque lo necesito.
-                     ¿Has hablado con los niños? Lydia.
-                     No lo haré mañana, que tristeza me da.
-                     Lydia ¿Estas segura que cumplirás tu compromiso? Vamos a trabajar, hemos quedado en eso, recuerdas. Pasado mañana nos vamos a meter en compromisos y hay niños por el medio.
-                     Que pesado que eres Ferry, ya te he dicho que sí.

Notaba un ánimo de venganza en las decisiones de Lydia, pero tenía que apostar por ella, la amaba a muerte y podía ser nuestro gran inicio, pero todo dependería de ella, no de mí, no creía que pudiese cambiar o disimular sus actitudes, pero la situación era retante, ella lo sabia, también sabia que yo cumpliría con mi parte, lo único que esperaba que ella cumpliera con la suya, que fuésemos un buen grupo, ya que nunca podríamos ser una familia, jamás quise ni he querido ser el padre de esos niños, yo ya era padre y ellos tenían el suyo.
Siempre le decía lo mismo “Esto depende de ti Lydia, no de mí”, esta frase siempre la molestaba, pero era cierta. Por el contrario ella sabia que estaba con un hombre de verdad, que nunca había conocido a nadie así y que nunca lo encontraría a nadie parecido que pudiese amar, salvo que fuese yo.


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Decidimos que cogíamos el piso, yo pagaría la fianza, la comisión de la agencia y la mitad de la mensualidad, ellas me daría los quinientos euros del mes de Septiembre, al día siguiente llamaríamos a la inmobiliaria anunciándoles que nos lo quedábamos y enviarle la documentación que requerían.

Nos pusimos a dormir, había sido un día con demasiadas emociones, estaba síquicamente agotado, el viaje y un ritmo ahora de decisiones de compromiso muy altas, demasiado altas, me hubiera gustado algo más suave pero a veces la vida hay que tomarla como viene y beberla a grandes tragos. Su ex seguía enviando mensajes clamando a la conciencia colectiva de sus hijos, el bien de sus hijos, el compromiso de ellos dos con los hijos, vamos un tono lamentable.

Que hombre más inútil, había tenido a sus hijos en la mano, gratis, y lo único que había demostrado es que no los quería en absoluto, era incapaz de ver lo que tenia delante de los ojos. De lo que no estaba seguro era si Lydia había hecho todo lo posible, o sencillamente esa enfermedad que tenia con los niños le había inducido a desarrollar esa estrategia, solo el tiempo lo diría, pero no podía plantearme un futuro con dudas, tenia que protegerme de las irracionalidades de Lydia y mirar hacia adelante, solo había ese camino, caso contrario perdería a Lydia y no estaba preparado para que eso ocurriera.

Al día siguiente llamé a Pere, diciéndole que nos quedábamos con el piso, que al día siguiente pasaríamos a verlo otra vez, de paso que me enviase el contrato por email, yo se lo enviaría a mi abogado para que lo revisase, y de paso que le hiciera llegar la nota que le encargue sobre el rol de avalista, estuvo conforme con todo.

-                     Bueno Lydia, me voy al Banco a anunciar que mañana pasare a retirar dinero, ahora vuelvo ¿Necesitas algo de la calle?
-                     No gracias Ferry, no tardes.
      
Fui al banco, anuncie que retiraría dinero y me paré a tomar un café tranquilamente y leer la prensa deportiva, desintoxicarme un poco de todo, relajarme. Volví a casa.

-                     Hola guapa.
-                     Hola Amor.
-                     Habrá que hablar con los niños, Lydia.
-                     Ya lo he hecho Ferry.
-                     ¿Cómo que ya lo has hecho?
-                     Sí, mientras estabas fuera, los he reunido y he hablado con ellos.
-                     Que mal Lydia, que mal lo haces.
-                     ¿Por qué Ferry?
-                     Mira era una buena oportunidad para empezar algo, el mensaje lo tienes que dar tú que eres su madre, pero debería estar yo presente, para que tú me des importancia delante de ellos. Actuando así no vamos a ningún sitio. Debes unir los grupos, es tu trabajo, si vamos a ser dos grupos más vale que no empecemos. Tú me tienes que hacer importante, y yo me debo ganar el respeto, pero tú eres el comodín de este juego, y si no estas dispuesta mejor no empezamos.
-                     Joder como te pones Ferry, por nada.
-                     Es importante que lo hagamos bien desde el principio, hay niños y no quiero tener remordimientos de conciencia, son tus hijos no los míos, pero conviviremos todos juntos.

Me llamó mi abogado, ya se había revisado el contrato y le parecía correcto, también le había remitido el documento del aval a Pere y lo había aceptado, Lydia no sabia nada de ese documento, se lo diría cuando fuésemos hacia la firma, no antes.

A pesar de la noticia que Lydia les había dado, que solo sabe ella cual fue, los niños seguían igual en casa, peleas constantes, tirones de pelos y el mustio de Candido deambulando por la casa, intentado ver un documental para agradar a su madre y tener una ocasión diferencial de comunicarse con ella.

Hable nuevamente con el abogado, todo estaba arreglado, el documento del aval estaba aceptado por el administrador de la finca, lo tenia claro, sino lo aceptaban yo no firmaría.

Llego el día siguiente y nos subimos todos en el coche para ir a ver el administrador.

-                     Bueno Lydia pasaremos primero por la Caixa, a sacar dinero.
-                     No hay problema Ferry.
-                     Mira dejo el coche aquí, vigílalo, no creo que tarde mucho.
-                     No te preocupes Ferry, si viene alguien moveré el coche.

Entre en la oficina y no tarde mucho. Al llegar al coche le dije a Lydia de tomar un café, quería decirle lo del documento, veríamos como reaccionaria.

-                     Tomemos un café Lydia, que es pronto, así hacemos un poco de tiempo y que los niños vayan al aseo si quieren, que el viaje es largo, vamos una hora, no más.
-                     Venga niños, dijo Lydia, salir del coche.

Entramos en un bar que estaba al lado, Lydia y yo sentados en una mesa, los niños en otra, ya me iba bien para poder hablar con Lydia.

-                     Ya he sacado el dinero para la fianza y todo lo demás.
-                     Yo llevo aquí la mitad del mes, toma te lo doy Ferry.
-           No guárdatelo mejor, dámelo delante del administrador, es bueno que vea que tú aportas, aunque no tenemos porque explicar nada a nadie, pero el pueblo es pequeño y seguro que todo se sabe. Nunca pensé que pudiera haber un pueblo tan pueblo tan cerca de Barcelona. Por cierto tengo que explicarte una cosa.
-                     ¿Qué tienes que explicarme? Ferry.
-               Tengo un documento que me tienes que firmar, es sobre el aval, te lo presentara el administrador Lydia.
-                     ¿Me estas diciendo que te firme un documento?
-       Veo que lo has entendido perfectamente, que mi castellano es claro. Tenia que contrarrestar la ofensiva que venia de Lydia, se le notaba en el tono, ya empezábamos con las tonterías.
-             Qué poca confianza tienes en mi, es increíble Ferry, podía esperármelo de todo el mundo menos de ti.
-          Mira Lydia, supongo que lo entenderás. Tu comportamiento no tiene la estabilidad necesaria como para que eso no ocurra, me puedes montar un pollo en cualquier momento, pero a pesar de todo te amo con locura. Al mismo tiempo quiero que sepas que una cosa es el amor y otra los negocios. Que tu y yo vivamos juntos es amor, que yo te haga de avalista es negocio. Si no lo ves es tu problema, pero si no firmas ese documento, yo no haré de avalista.

No dijo nada, sus gestos anunciaban su estado emocional, cabreo monumental, algo había salido mal para ella. Por mi parte quería probar esa convivencia, pero con las normas que ella me prometió que cumpliría “Vamos a trabajar”, hubiera sido más cómodo los dos solos, pero las circunstancias habían querido que no pudiera ser así.

Aunque yo tenía mis dudas, después de leer un email, que ella me pasó, de su ex donde decía:

-                      La mejor opción para nuestros hijos es que vengan a vivir conmigo, y lo sabes. Y sabes de mi disponibilidad absoluta.

-                      Vas a cambiar de nuevo a nuestros hijos de escuela. Hace sólo 18 meses que lo hiciste por última vez, también sin contar con mi acuerdo ni opinión. Esto les provocará nuevos problemas y nuevos atrasos, sumados a lo que ya han vivido contigo.

-                      Vas a cambiarles de residencia. Sin motivo alguno. Y vas a trasladarlos a una ciudad en la que no conocen a nadie.

-                      En esa población no tienen ni familiares, ni amigos; ni los tienes tú ni los tengo yo. ¿Cómo crees que van a vivirlo?

-                      No hay motivo para que no sigas en el Garraf, en un piso más económico. ¿Por qué obligarles a un nuevo cambio?

Como ya te he comentado en otras ocasiones, voy a tomar TODAS las medidas legales a mi alcance para evitarlo. Te ruego, una vez más, que pienses EN ELLOS y no sigas adelante tal y como escribes.

Candido


Lo único que me hacia pensar era esa primera frase, esa disponibilidad que manifestaba. ¿Por qué no habían llegado a un acuerdo? ¿Cuáles eran los detalles de verdad? ¿Habían hecho los dos todo lo posible?
Tampoco me iba a estar preguntando toda mi vida, ya se había tomado una decisión, pero debía ser cauto, por los antecedentes, por el contrario sería mi destrucción total. Del resto del email, mejor ni comentar, siempre igual, eran del mismo estilo que los que me enseñaba Lydia, siempre abogando a los niños como estandarte, con exigencias, con manifestaciones económicas que ignoraba, bueno una serie de tonterías increíbles. Lo peor es que se lo escribía el que manifestó “Quiero una madre de referencia para mis hijos, yo te ayudare Lydia”. Si que la iba a ayudar, a caer, porque a otra cosa no creo. Lo único que esperaba es que Lydia se diese cuenta de la situación, no que me la agradeciese, ni mucho menos, pero que ejercitase el compromiso adquirido, que viese la oportunidad que se abría ante sus ojos, podía corregir los errores anteriores.

Llegamos a la administración de fincas, delante de la puerta había una plaza con bancos y les dijo a los niños que se quedasen allí jugando, que teníamos que hacer una cosa de adultos en esa oficina, que estaba a nivel de calle. Vamos un niño de trece años y dos niñas de doce, se supone que se pueden quedar veinte minutos en la calle jugando, además la plaza no tenia ningún riesgo.

El administrador sacó el contrato y el aval donde me otorgaba el derecho de renunciar al alquiler y a la figura de avalista, en el momento que pasase el tiempo mínimo de un año. Quise la ratificación  del hecho por el administrador, el cual me lo confirmo, así y todo llamé a mi abogado que no hubiese ningún inconveniente de última hora, me dijo que no.
El contrato se lo dio a Lydia, y lo firmo. Después le dio el documento de renuncia, Lydia me miró y se quedó mirándome, yo también le aguante la mirada, con mirada mucho mas retadora que la de ella, bajo la vista y firmó el documento, cuando levantó la cara sonreía. Firme yo también el documento del aval y su renuncia. Liquidamos los gastos y salimos.

-                     Bueno Ferry, ya esta hecho.
-                     Si Lydia, ya esta, ahora solo queda luchar.
-                     Mamá, Mamá.
-                     Vete Candido a jugar con tus hermanas, déjame hablar con Ferry.
-                     ¿Qué quieres hacer ahora Lydia?
-                     Me gustaría ir al piso y mirarlo bien, otra vez.
-                     Pues vamos son las doce del mediodía Lydia.
-                     Muchachos nos vamos, dijo Lydia a los niños.