sábado, 30 de abril de 2011

La comida de familia

Llegamos puntuales a la comida, con el suficiente tiempo de comprar un par de botellas de vino en una tienda que estaba cerca y que abría los domingos.
Subimos a casa, y su madre Noar, salio a recibirnos.

-         Como estas Ferry, mientras me daba dos besos que yo correspondí.
-         Muy bien gracias, tenga he traído esto para la comida póngalas un rato en la nevera a ver si da tiempo a que enfríen.
-         No tenias que haber traído nada Ferry. Pasa que te presentare a mi marido. Joaquín este es Ferry que comerá hoy con nosotros, ya te comente.

Joaquín se acerco a mi, un poco encorvado por la edad, y la altura, era como 7 u 8 centímetros mas alto que yo, andaba torpe ya que las piernas le respondían poco, pelo blanco y rubio, ahora entendía porque las hijas de Lydia eran completamente rubias, habían tomado los genes de la línea de ella, por el contrario el niño tenia el pelo castaño, Lydia siempre decía lo mismo, es una fotocopia de su padre.

-         Un placer conocerle Sr. Joaquín.
-         Hola Ferry, pasa y ponte cómodo, siéntate en el sofá. ¿Dónde habéis estado?
-         Hemos ido a San Antonio, a dar una vuelta, así los niños se distraen Sr. Joaquín.
-         Habla un poco más fuerte que no oigo bien. Recuerdo de pequeño, hace muchísimos años que no he ido, y ahora en este estado puedo andar poco. Tengo algo de diabetes y las piernas ya están cansadas. Cada día salgo a comprar El Mundo y el pan, ese paseo es todo lo que puedo andar.
-         Bueno Sr. Joaquín a todos nos llega con la edad, ya veremos como estaré yo a la suya. Voy a ver en la cocina si quieren que les ayude a algo.

El tono era duro, pero no hacia mi, me di cuenta que era su forma de expresarse. Lydia ya me advirtió que tuviese cuidado con su padre, por sus ideas que era mejor que de política no hablásemos para proteger la relación. Ahora tocaba una ración de cortesía. Me asome por la cocina donde están Lydia y Noar.

-         ¿Qué tal Noar? ¿Con que nos va hoy a deleitar?
-         Estoy haciendo una paella, pero en estos fuegos de vitro cerámica no salen como a mi me gustaría, pero están buenas. ¿Te gusta la paella?
-         Si y tanto, me encanta Sra. Noar.
-         No me llames Señora que me haces muy mayor y total tengo 12 años mas que tú Ferry.
-         ¿Su hija cocina como tú Noar?
-         No mi Lydia no sabe cocinar, esta educada para otras cosas.
-         Por cierto Noar la tengo que felicitar por los canalones del otro día, estaban exquisitos.
-         Muchas gracias, que amable eres Ferry. Espero estar a la altura hoy también.
-         ¿Puedo ayudarles en algo Noar?
-         Si ven, me dijo Lydia, ayúdame a abrir la mesa del comedor. Por norma general comemos en la mesa de la cocina, primero los niños y después nosotros, pero hoy comeremos en el comedor. Lydia lo dispuso todo, nos distribuyó en la mesa y trajo la bebida.
-         ¿Te apetece vino Noar? Mostrándole la botella inclinada para servirle.
-         Si Ferry pero muy poco,  que yo no bebo nada.
-         ¿Un poco de vino Sr. Joaquín? Haciendo el mismo gesto.
-         No gracias Ferry, que no me dejan beber nada.
-         Pero hoy es domingo, y un poquito de vino tinto siempre va bien. Mire a Noar que asintió con la mirada para que le sirviese vino.

La comida transcurrió con normalidad, con conversiones neutras, pero yo huía de cualquier comentario del estado del país o de política, no quería riesgos. Llego la hora del café y Joaquín solo tomo un golpe de whisky, eso si 12 años, iba bien para el corazón. Los niños ya se habían ido a las habitaciones a jugar o a ver la televisión que tenían en ellas. El padre se retiro a descansar, disculpándose, tenia una televisión en la habitación y hacia la siesta dejándose llevar por cualquier película antigua.
Nos quedamos en la mesa los tres.

-         ¿Te apetece hacer una siesta? Me pregunto Lydia.

A mi no me parecía correcto, había una habitación para cada uno, y llegar el primer día y ponerme a dormir me parecía un exceso. Su madre se dio cuenta de la situación y la relajo por completo.

-         Ferry, ves a hacer la siesta con Lydia, no hay problema, que aquí todos somos adultos. Estáis durmiendo juntos hace más de dos meses, una siesta no es nada, me dijo Noar.
-         Pues la verdad es que se lo agradezco, porque después de la paella, una siesta es ideal, y me parece que a todos se nos están cerrando los ojos.

Fuimos hacia la habitación de Lydia, y Lydia cerro la puerta. Era una habitación amplia con una televisión colgada de la pared, enfrente de la cama. Yo me quite la camisa y me estire en la cama.

-         ¿Que haces Ferry?, me dijo Lydia, mientras se desataba el sujetador.
-         Pues descansar Lydia.
-         ¿Pero no te vas a desnudar, Ferry?
-         Ya me he quitado la camisa Lydia, es suficiente, paso mucho de muchas cosas pero me parece irrespetuoso.
-         Déjate de tonterías Ferry, y quítate los pantalones por lo menos, dijo Lydia.


En ese momento el niño abrió la puerta, justo cuando me quitaba los pantalones. Ya estamos pensé el celosito de rigor a tocar los cojones.

-         Mamá, mamá dijo Candido.

No le dio tiempo a más, Lydia soltó un chillido.

-         Vete de aquí, y antes de entrar llama a la puerta y espera que te den permiso, cierra la puerta joder.
-         Pero mamá.
-         Que te he dicho que te vayas o te saco yo, maleducado, vete ya.

Cerro la puerta con ese gruñido acostumbrado de no aceptación de la autoridad. Bueno el problema se había declarado el niño tenia celos, ya veríamos. Joder con el niño toca huevos me va a costar la relación, que pesado que es, nunca había visto un niño así. Al mismo tiempo Lydia lo trataba de una forma especial y no sabia porque, ya lo descubriría sin duda.

-         Disculpa por lo del niño Ferry.
-         No te preocupes Lydia, son cosas de niños. Que le iba a decir.
-         Por cierto, por donde íbamos Ferry.
-         Pues yo obedeciendo ordenes, ya estoy como me has dicho. Me puse debajo de las sabanas. Ella estaba de pie todavía. Se quito las bragas y se puso dentro de las sabanas acercándose a mí.
-         Pues ven para aquí Ferry y dame calor, bésame.

La bese, me beso y estuvimos un rato devolviéndonos los honores, hasta que ella cogió la iniciativa. Me cogió el miembro, y lo fue mojando con su boca, se sentó encima mió y empezó a cabalgar lentamente, ella sabia que a mi me gustaba lentito para saborear las sensaciones, me cogía de las manos mientras cerraba los ojos y gemía. Era curioso yo no cerraba los ojos y podía observar todo el momento, disfrutando de él de forma doble.

-         Lydia no hagas tanto ruido.

Lydia intentaba controlarse, pero no lo conseguía. Al final la hice bajar y fui yo que la puse en pose perchero, así le podía tapar un poco la boca, disfrutamos hasta el final que la manche.

-         Y ahora que, vaya como nos hemos puesto Lydia.
-         Joder es que sueltas que pareces una cisterna, me has dejado desde el cuello hasta allí mojada, pero no te preocupes tengo aquí unas toallitas húmedas y así me puedo limpiar. Pero a ti te limpio yo. Me hizo ver el paraíso.

Siempre le decía que me dejaba como un niño que le colgaban las piernas sentado en una nube azul. Finalmente nos dormimos, y despertamos a las 17:30 con el sonido del despertador de Lydia, abrazados en la cama con nuestros cuerpos desnudos. Me beso suavemente, para despertarme, que placer al abrir los ojos.

Pero había una pregunta que necesitaba encontrar la respuesta ¿Para que estaba educada Lydia?

Los niños

Pasamos el día con los niños, procurábamos ni rozarnos para no generar un mal impacto, no tenían asimilado que mamá pudiera tener pareja que no fuese su padre, nadie les había explicado la verdad, y no la tenían asimilada, vivían una irrealidad, ellos creían que papá y mamá, tarde o temprano volverían a vivir juntos, cosa que de parte de Lydia seria imposible ya que el divorcio fue por agresiones. Nos robábamos las caricias a escondidas como niños, era una situación ridícula pero divertida al mismo tiempo, no tenia sentido pero había que pasar por allí.

Las niñas iban a su rollo, jugaban juntas, inventaba juegos que habitualmente hacían en casa y se distraían entre ellas, con diferencia de risas o disputas por momentos, donde la palabra mamá era casi constante y  las explicaciones convulsivas de cada una llevaban te llevaban al caos. El niño era completamente apocado, junto a su mamá, cogiéndola, y eso que tenia 13 años, nunca había visto algo así. Cuando algo se desmadraba un chillido de Lydia lo corregía.

-         ¿Qué te parece Ferry, es casi como un ejercito, no?
-         Pues no sé Lydia, a mi me pilla muy lejos este tema, pero yo solo tengo una, nunca he tenido que chillarla, no se que haría con tres, bueno con dos porque el otro, bueno dejémoslo.
-         ¿Qué quieres decir Ferry?
-         Pues que lo tienes debajo de las faldas, y ya es un poco mayorcito.
-         Es que no tiene amigos, en eso se parece a mí, y el único que tiene es fantasioso.
-         Pero sale a la calle a jugar, o su vida es parking, coche, colegio, coche, parking, casa, Lydia, ¿Practica algún deporte? ¿Tiene alguna afición?
-         Pues si, su vida es prácticamente esa, el deporte no le gusta, es vago por naturaleza, además es patoso, y la única afición que tiene es jugar a unas cartas de rol que se llaman Magic o algo así, no se exactamente de que van.
-         ¿No sale a la calle a jugar con otros niños?
-         No, Ferry, nunca tiene ganas, mira la televisión, básicamente documentales, y algo de dibujos.
-         ¿Y cuando piensas sacarlo de la urna de cristal que lo tienes metido Lydia? No le estas haciendo ningún bien, tiene que relacionarse con gente de su edad, con diferentes niños, la familia enseña pero la calle es necesaria para madurar. ¿Lo envías a algún recado? ¿Tiene alguna responsabilidad? Yo que sé por ejemplo ir a comprar el pan.
-         No, no me fío, se queda parado Ferry.
-         Pues tienes que empujarlo un poco Lydia, lánzalo al mundo, mientras más tarde, más duro será el encuentro. Yo con 13 años, ni te explico, ya iba con niñas al cine, y este todavía no sabe que las niñas llevan bragas, perdona la brusquedad pero solo tu sabrás el porque de todo eso. Se le ve apocado.
-         No, es que es inteligente Ferry.
-         ¿Por que? Lydia
-         Puedes hablar cualquier tema con él, Ferry.
-         Me lo veo venir Lydia, debe de ser de los documentales que ha visto, pero de la vida no sabe nada, se le nota. Cualquier niño pequeño de mi barrio le daría sopa con ondas, discúlpame. Cambiemos de tema Lydia, disculpa me estoy acelerando.

Ese niño solo hablaba con su madre, y como máximo a sus hermanas les decía “ ¡Ei! chicas”, como si fuese un adulto, era una confusión de comportamiento. Bueno habrá que tener paciencia, mucha paciencia, muchísima paciencia. Decidimos comer fuera, los llevamos a una bocatería de Cunit, que habíamos descubierto, tenia fuera un parque para niños y se estaba bien. La tarde fue agradable, Lydia enviaba a Candido a jugar con las niñas a la hora del café, y fue a regañadientes emitiendo un pequeño gruñido de resistencia.
Los deje en casa y fui a tomar algo mientras esperaba a Lydia para irnos al apartamento. A la hora y media apareció.

-         ¿Qué tal la espera Ferry?
-         Bien, vale la pena. Pero que guapa estas Lydia.
-         Pero que tonto eres Ferry, tú haces que me ruborice, a mi edad. Me beso mientras me decía, te lo has ganado.
-         Ahora ya sé el método Lydia, mientras reíamos. ¿Te apetece algo?
-         Si un café, pero yo ya he cenado Ferry.
-         A no te preocupes, yo he picado algo aquí, mientras daban ese partido. Estaba pensando una cosa. ¿Has estado alguna vez en el Mercado de San Antonio?
-         No, ¿Qué hay allí Ferry?
-         Es un Mercado que los domingos por la mañana van los niños y los grandes a cambiar cromos, revistas, libros y también venden de todo, juegos de la PSX, esta divertido veras como los niños se lo pasan bien, y seguro que las niñas lo tocan todo, solo tienes que ver cuando veníamos para casa y hemos parado en la tienda del chino, lo han tocado todo, se han divertido un montón, y el chino estaba mosqueado, menos mal que le hemos comprado cosas.
-         Si la verdad es que ha sido divertido. El chino se acordaba de ti del otro día, Ferry.
-         Si, porque le pregunte el nombre y me dijo que se llama Manuel, ya sabes la costumbre que tienen en España los chinos, se cambian el nombre original por uno de aquí para que la gente sepa pronunciarlo.
-         Si, es verdad Ferry es curioso. Por cierto ¿Por qué quieres ir a ese Mercado?
-         Quiero ver si venden cartas de esas que juega tu hijo y le compro una baraja temática, a ver si me lo gano. Quizá me compre yo una para jugar con él,  a ver si sirve para que se acerque, siempre me mira de reojo, nunca de frente.
-         Si es buena idea Ferry. Sabes llamo a mi madre que a las 9 los pasamos a recoger.
-         ¿No se enfadara tu madre Lydia?
-         No ella se levanta pronto, y le gusta eso de preparar desayunos. Pero tenemos que comer en casa mañana Ferry, que mi madre te ha invitado.
-         Tranquila a las 13:30 ya habremos vuelto.

Bajamos con los niños a Barcelona, Lydia se asusto cuando vio la cantidad de gente que había.

-         Esto es una exageración Ferry, no se nos perderán los niños.
-         No Lydia tranquila, hacemos una cosa, tu coge al niño y yo cogeré a las dos niñas e intenta seguirme, cuidado con el bolso póntelo delante que no tengas un susto.

Las niñas alucinaban. Una a otra se llamaban la atención por lo que iban viendo, y como no tocando, de buen modo pero tocando. Las llevaba cogidas de la mano, ellas lo aceptaron inmediatamente, parecía que estaban preparadas para aceptar que su madre tuviera pareja, el niño no. Las niñas eran dos años más pequeñas que el niño. El niño iba de la mano de su madre sin mirar nada, solo haciéndole preguntas a su madre, Lydia hacia cara de abrumada, entre el niño y el río de gente era agobiante para ella. Por fin vimos una parada que vendían las cartas que buscaba.

-         Esperar, les dije a las niñas, que quiero decirle una cosa a vuestro hermano. Llegaron Lydia y el niño a nuestra altura.
-         Mira Candido, estas son las cartas que juegas, ¿No? Asintió con la cabeza. Explícame que yo no entiendo, me parece que las temáticas llevan una marca de colores en la caja, ¿es así?, volvió a asentir con la cabeza. Estaba pensando en comprarme una, así podré jugar contigo, ¿Me ayudas a escoger?
-         Si te ayudo Sr. Ferry.
-         No Candido, trátame de tu, por favor. Me agache un poco para estar a su altura, mientras cogia una caja de cartas. Mira Candido, es aquí donde ponen las instrucciones de las temáticas. ¿Quieres que te compre una para ti?
-         Si, estaba buscando una, la del punto rojo, que tienen más magias que otras, y en el pueblo no hay.

Por fin el niño había hablado.

-         ¿Y cual crees que debería comprarme yo como principiante Candido?
-         Las del punto verde, para empezar están bien.
-         Te haré caso me comprare unas, así si te parece después de comer, por la tarde podemos echar una partida. Asintió con la cabeza.
-         Lydia que te parece si vamos a tomar algo con los niños, yo ya estoy agobiado con tanta peña y empujones.
-         Si Ferry yo ya estoy acabada.

Pague las cartas y nos sentamos en una terraza a descansar, tampoco sobraba tanto tiempo, ya llevábamos dos horas dando vueltas a ese paso de hormiga, que te deja los riñones destrozados. Finalmente nos fuimos para casa a comer, estaba destrozado, no sé, parecía que había entrado en el niño, ya veríamos que pasaba por la tarde.

viernes, 29 de abril de 2011

Su madre

Fuimos y volvimos de Sevilla, ese fin de semana ella tenia los niños.
El jueves estaba en casa, hacia un día agradable de esos de primavera, el sol ya calentaba. Me vestí de sport, y me baje a la piscina con todo lo que necesitaba, toalla, libro de lectura, auriculares del móvil para oír la radio, cenicero, tabaco y encendedor, vamos el kid del bajo. Me tumbe en la hierba y pase tres horas muy agradables, era un paraíso este estilo de vida, relajada y con sus tiempos muertos, cerca de mi amada, que mas podía pedir.

Fuimos como siempre el viernes a la oficina. Lydia me esperaba desde hacia 2 semanas en el bar de costumbre para que no se le hiciese tan larga la espera, pero Pepe se había hecho muy amigo mío, y hablaba con ella hasta que yo llegase de la sala de expertos, mis porcentajes de firmas eran muy superiores a los suyos, ella estaba en un 60% y yo casi el 90%, tenia buenas comisiones. Mientras esperaba a que me llamasen a la sala de expertos pasó Francisco, uno de los responsables de los consultores.

-         Hola Ferry estas hecho una máquina, vaya firmas que traes, apoyando su mano en mi hombro.
-         Trabajo y un poco de suerte, solo es eso Francisco. Si no firmásemos nosotros no se que harías vosotros, sonreí.
-         Si no fuera por los consultores no cobraríais las comisiones.
-         Bueno Francisco, tu sabes que un analista puede ser un buen consultor, pero un consultor es difícil que sea un buen analista, es cuestión de genes, reímos los dos.
-         Sabes la última.
-         No, Francisco, ¿Qué me estoy perdiendo?
-         La nueva, Lydia sale con Pepe.
-         ¿Si? ¿Desde cuando Francisco?
-         Un par de semanas por lo menos Ferry.
-         Me dejas parado, quien lo diría, hay que ver los últimos pescan más que los primeros.

En aquel momento me llamaron a la sala de expertos, yo me partía de risa por dentro. Confirmado Francisco era el comidillas de la oficina.

Cuando acabe baje al bar, Manuel me vio entrar y me anuncio a Lydia como de costumbre, mientras me señalaba el cava, a lo cual afirme con la cabeza. Manuel era el único que sabia la verdad, bueno Pepe también, pero como Manuel nadie.

-         Hola a ambos, dándole un beso en los labios a Lydia que lo agradeció.
-         ¿Qué tal ha ido Ferry?, dijo Lydia.
-         Bien como de costumbre, pero os tengo que explicar la última.
-         ¿Cuál es?, dijo Pepe.
-         Quedareis sorprendidos. La bomba, bueno que vosotros dos estáis saliendo.

Nos miramos los tres, reímos a placer, e hicimos comentarios jocosos sobre el tema. Parecía mentira que en un ambiente de hombres y mujeres, todos adultos todavía alguien se preocupase de esparcir esos chismoreos. Por otra parte iba bien descubrir quien o quienes eran los comidillas, si le explicabas algo sabias que se enteraría toda la oficina, con lo cual los podías utilizar. Al final siempre descubrías que estar el menor tiempo posible en la oficina era la mejor opción.

Por otra parte Lydia estaba molesta con Ana la financiera de la empresa, parecía que se me insinuaba. Siempre para firmar las comisiones, y solo en mi caso, entraba en la sala, de pie se apoyaba en el marco de la puerta, cruzaba las piernas, y decía: El Sr. Ferry a firmar. Yo siempre le contestaba lo mismo: será un placer, y ambos sonreíamos. Incluso Pepe me había hecho el comentario, a esta tía le vas. No me compliques la vida, Pepe.

Pepe se entero de lo nuestro por casualidad, coincidimos una semana en Madrid y salimos a cenar juntos. Al salir de la cena me llamo Lydia y estuvimos como una hora hablando por el móvil. Pepe aguanto el tirón. Cuando colgué me dijo, te veo demasiado encoñado para la edad que tienes, vete con cuidado, sino estarás muerto. Pepe estaba separado después de 20 años de matrimonio, había sido director de banca. Pepe me pidió permiso para tomar café con ella en el bar, yo no puse ningún impedimento.

Como había pactado con Lydia, el fin de semana entrante haríamos la inauguración del apartamento, invite a algún compañero de trabajo, Pepe, Xavier y a tres amigos íntimos míos con sus parejas, seria una comida agradable. Por su parte Lydia solo podía invitar a su amiga, y como era lesbiana no le apetecía juntarse con hombres, nunca lo entendí, amigos no tenia Lydia. Ese tema era curioso.

Fuimos para casa, comimos en el restaurante de costumbre, ya todos sabían cual era nuestra mesa. Después la deje en casa y quedamos para la noche. Teníamos un multicine cerca del apartamento, la verdad es que había de todo, era sorprendente la cantidad de servicios que tenía cerca.
A Lydia le encantaba el cine, a mi bajar películas de Internet. Todavía recuerdo la primera vez que la lleve al cine. A mi me gusta mucho el genero de terror, y se había estrenado la película Rec, muy buena por cierto. Yo tenía curiosidad porque estaba rodada en la Ramba Catalunya de Barcelona, y me eran familiares los entornos. Ella accedió, con una condición, que se cogería de mi brazo toda la película, evidentemente no puse ninguna objeción. Poco a poco se fue aficionando. Ella por el contrario le gustaban las películas futuristas o de catástrofes naturales, con lo que cuando había algún estreno íbamos a verlas. Yo tenia un problema grave, si la película no me gustaba me dormía. Desde que tenía este trabajo, y ya llevaba 8 años era capaz de dormirme en cualquier sitio.

Después del cine fuimos a tomar algo.
-         Ferry ¿Qué vas a hacer mañana por la mañana?
-         No lo se, si hace buen día igual me bajo a la piscina, después de llevarte a casa. Por cierto ¿a que hora quieres ir?
-         Sobre las 11 más o menos Ferry.
-         Pues nos desayunamos y te llevo ¿Te parece bien?
-         Si. Estaba pensando que si hace buen día podríamos dar una vuelta con los niños por la playa de mi pueblo.
-         Si como no, yo no tengo nada mejor que hacer, Lydia.
-         Así se van acostumbrando a ti. Llamaré a mi madre para que me los tenga preparados para esa hora, ¿si?
-         Perfecto así subes y los bajas.

Fuimos a casa y dormimos. Yo acariciaba a esa mujer en la cama, era un placer, seguía incrementando las sensaciones que sentía, ya sabia que no era un capricho pero el camino iba a ser duro. Me gustaba verla dormir, ver su rostro relajado, reluciente, eran momentos maravillosos, sentir su leve respirar cerca de mi oído. Ya era una costumbre antes de dormirse me decía: Donde esta ese bracito. No  sabia dormir si mi brazo no estaba por debajo de su cabeza y la suya se apoyaba en mi pecho, era una delicia.

Al día siguiente hicimos lo planeado. Mientras íbamos para su casa llamo al móvil de su madre, resulta que su madre había salido a comprar y los niños estaban con su padre en casa.

-         Tendré que subir, Ferry que mi madre ha salido.
-         No hay problema Lydia, yo espero.

La deje en el sitio acostumbrado, cuando vi que Lydia saludaba a una mujer de pelo blanco, muy aparente. Yo sabia que era su madre, la había visto una vez de lejos, pero ella no sabia quien era yo. Se despedían pero la madre venia hacia mí, venia directamente hacia el coche. Me baje del coche, se acerco a mí y me estiro la mano para saludarme.

-         Bueno, Vd. es Ferry el hombre que sale con mi hija, ¿no?
-         Si señora, Vd. es la madre de Lydia, Noar creo que se llama.
-         Si ese es mi nombre. Ya que Lydia no lo ha subido a casa, he pensado que lo mejor es ir yo y conocerle.
-         Pero Sra. Noar no me llame de Vd. por favor.
-         ¿Qué le iba a decir? A si que mañana venga Vd. a comer a casa, está invitado.
-         Muchas gracias Sra. Noar, traigo algo.
-         Traiga hambre, con eso es suficiente, reímos los dos.
-         A que hora le parece bien que vengamos.
-         Sobre las 14, aproximadamente Sr. Ferry.
-         Por favor no me llame de Vd.

En eso que llego Lydia con los niños, y Noar le comento que me había invitado a comer al día siguiente. Lydia hizo un gesto con las cejas, se despidieron y se fue. Se montaron todos en el coche, que miradas del niño, si pudiera me atravesaba, por el contrario las niñas eran dulces, revoltosas pero dulces.

-         Tu madre me ha invitado a comer mañana, Lydia.
-         Si me lo acaba de decir, yo no sabía nada, cosas suyas, es muy lanzada Ferry. Aunque te queda lo peor.
-         ¿Qué?
-         Conocer a mi padre.
-         No te preocupes Lydia, con el oficio que tenemos somos verdaderos camaleones y nos adaptamos al entorno donde estamos. Haré que sea agradable, no te preocupes.
-         Es que son un poco raros, escuchan a ese de la COPE por la radio, ese facha y yo se como piensas tu Ferry.
-         No te preocupes, no entrare en provocaciones, y si no aguanto digo una excusa y me voy, no pasa nada. Todo saldrá bien.
-         ¿Que puedo llevar Lydia? Vino o postres.
-         Trae mejor un vino que a mi padre le gusta, y mi madre no se lo compra porque no puede beber nada, pero tu seras la excusa para que tome un vasito.
-         Será un buen principio. Hay que comprar vino.

Circulábamos hacia la playa, el día era agradable. Mira por donde había conocido a la madre, iba a comer a su casa, y conocería a su padre. Yo me preguntaba sin no me estaría metiendo demasiado adentro, o cogiendo demasiado compromiso, no se estaba confuso de la velocidad que tenia que llevar en esta relación, tenia muy claro que si no tuviera niños, ya estaríamos los dos viviendo juntos, pero esto era diferente, me obsesionaba el niño, que cosa mas rara de criatura, mas tarde lo descubriría.

El apartamento

El sábado después de la firma aprovechamos para comprar cosas que necesitaba. Compre algo de ajuar, sabanas, colchas, etc., y algo de comida básica y una buena botella de cava. Recogí a Lydia como habíamos quedado, sobre las 10 de la mañana y fuimos al apartamento, su madre y ella me habían comprado un sin fin de toallas como regalo, y yo le comente a Lydia que quería hacer una fiesta con mis amigos para enseñarles el apartamento.
Recordaba el día anterior cuando se fue Montserrat y nos dejo solos, Lydia me abrazo y beso.

-         Por fin solos Ferry
-         Si Lydia, había que pasar por Montserrat, que mujer más desagradable por Dios, parecíamos sus hijos.
-         Bueno ya tienes casa Ferry.
-         Yo por tener ya tengo una, pero esta será nuestra casa, ahora solo falta organizarse un poco, pero por lo que estoy en la semana, me sobra hasta espacio.

Lydia me besaba y me llevaba hacia el sofá, que también era de Ikea, que cosa mas incomoda. Se sentó estirada e hizo que me sentase a su lado, de forma que su cabeza quedaba en mi regazo.

-         ¿Que planes tienes para hoy Ferry?
-         Me gustaría colocar todo esto y sobre todo localizar la ropa para el viaje de la semana que viene, me voy a Huelva como te dije.
-         Si esta vez coincidiremos en el aeropuerto de Sevilla, yo voy a Córdoba. Espera, con voz muy dulce, repetiré mi pregunta ¿Que planes tienes para hoy Ferry?
-         Lydia que te veo venir. Tenemos que hacer compras, tendríamos que hacer una lista de lo básico. He visto que en el polígono cercano hay un Carrefour Express, y un chino, podemos ir a mirar, pero antes deberíamos inspeccionarlo todo.
-         Me parece una buena idea. Y no tienes más planes.
-         Pues si que tengo planes, por ejemplo podemos ir a comer al restaurante de Canyelles, se come bien y ya nos conocen, ya exploraremos por aquí. Y luego…., me quede en silencio esperando que preguntase.
-         ¿Y luego que Ferry?
-         Pues que tenemos una botella de cava en la nevera, la podemos beber en la cama ¿Qué te parece?  O podemos estrenar el sofá, lo que te apetezca, bueno si te apetece.
-         Pues me parece que estamos perdiendo el tiempo, venga a la revisión, a las compras y a comer, que tengo unas ganas de beber cava que ni te imaginas.

Así lo hicimos, llegamos al restaurante sobre las 15 horas, ya habíamos repetido alguna vez. Nos recibió la madre de la dueña, con su sonrisa acostumbrada, ella sabia que éramos dos enamorados y no se porque le caíamos en gracia.

-         Hola señores, como están, nos dijo al entrar.
-         Bien gracias, veníamos a comer.
-         Pues tienen su mesa libre, señalando la mesa redonda que nos gustaba.
-         Gracias, encaminándonos hacia ella.

Era curioso ella sabia lo que queríamos, queríamos intimidad y lo sabia. La comida transcurrió con los comentarios habituales, y el que nunca faltaba eran sus hijos. Ya los había un par de veces. El niño traería problemas, las niñas no, pero el niño seria un problema serio, se le notaba en la mirada, yo esperaba que la piscina ayudase a romper las distancias ya veríamos, pero ese niño podía romper la relación. Yo nunca había tenido problemas con los niños, todos mis sobrinos estaban locos por mí, era curioso, pero este era especial. Tomamos nuestros cafés especiales y pague.

-         ¿Nos vamos Lydia?
-         Si que tenemos trabajo.
-         La verdad es que si, tenemos que colocar todo lo que hemos comprado.
-         Me estoy refiriendo a otro trabajo Ferry, ese esta hecho en cinco minutos.
-         No te preocupes tenemos toda la noche, además quiero encender las velitas que hemos comprado en el chino, son raras.

Dándonos un beso nos levantamos de la mesa y fuimos para el apartamento.
Hicimos el trabajo, todo el trabajo, fue una noche encantadora, palabras de amor, gemidos, susurros y alguna que otra ducha, para volver a empezar. Por fin nos dormimos.
Sonó el despertador y ya era domingo, las ocho.

-         Joder Ferry, que pasa que tú no duermes.
-         No Lydia que tengo que ir a casa coger las cosas y volver. Aunque sea un paso que lo tengo asumido va a ser duro.
-         Es verdad no me acordaba, en cinco minutos estoy arreglada y me llevas a casa, ya me llamaras y me recoges cuando bajes.
-         Sin duda Lydia.
-         Ya traeré yo algo para comer, que mi madre es una buena cocinera y hoy hacia canalones así podemos estar aquí toda la tarde.
-         Probaremos esas exquisiteces. Piensa que yo siempre he estado rodeado de muy buenas cocineras.

La deje en casa, fui recogí mis cosas y volví a recogerla. La llame cuando me faltaban cinco minutos para llegar. Pare como acostumbraba, esos 20 metros para verla venir, traía una bandejita en la mano, eran los canalones. Fuimos para casa y nuestra primera comida a la que le hicimos todos los ceremoniales. Realmente estaban exquisitos.

-         ¿Qué tal Ferry los canalones?, mientras comíamos.
-         Puedes felicitar a tu madre de mi parte, sonriendo le pregunte ¿Qué sabe hacer más?
-         Bueno Ferry, lo iras descubriendo poco a poco.
-         Se me avecina un buen futuro creo, al menos de la cocina.
-         Ya lo veras Ferry.
-         Tú debes de ser el mejor pastelito que ha hecho nunca Lydia.
-         Como eres Ferry. ¿Quieres pastelito de postre?
-         Pues espera que me lo pienso, SI.

Hicimos el amor de forma alocada, fumamos un cigarrillo.

-         Tengo que estar en casa antes que lleguen los niños.
-         No te preocupes llegaremos Lydia.
-         Sabes como mañana tenemos que coger el mismo avión a Sevilla, ven a buscarme sobre las 22 y dormiré aquí contigo, así nos vamos juntos al aeropuerto.
-         ¿Cuántas noches dormiremos juntos Lydia?
-         La verdad Ferry, es que me gustaría dormir todas las noches contigo, haré lo posible, pero acuérdate que tengo hijos y también me gusta llevarlos al colegio por las mañanas y ahora solo puedo los viernes.
-         No te preocupes Lydia lo arreglaremos de alguna manera.

Mientras nos abrazamos y besamos.

-         Ferry y si ponemos la televisión al pie de la cama, se está mas cómodo aquí que en el sofá.
-         No es mala idea, pero anulamos la sala entonces. Encima de una silla quedara bien. La verdad es que ese sofá es una maldición y eso que es nuevo.
-         No te preocupes Ferry, lo utilizaremos para otras cosas.

Reímos los dos mientras nos vestíamos para llevarla a su casa. Yo cenaría en cualquier sitio, había una gasolinera que tenia un restaurante que tenia buena apariencia, un bocadillo estaría bien. Vería el fútbol y me iría a recogerla directamente. Había algo que me había dado cuenta enseguida, no soportaba la soledad, no quería estar solo.