miércoles, 1 de junio de 2011

La neumonía


UCI
Empecé a tener algunas sensaciones que conocía, ya en República Dominicana cogí una, fiebre, ahogo, sudor frío, tenia todos los síntomas. En aquel entonces fue el Cónsul que me llevo al hospital, todavía recuerdo el reconocimiento que me hicieron. Me atendieron en una zona común, llena de habitáculos y después de una radiografía pectoral me atendió el médico, en medio de la sala, de pie.

-         Mire Don tiene Vd. una neumonía.
-         Como dice, una neumonía. ¿Qué tenemos que hacer?
-         Solo Dios lo sabe, Vd. esta de pie porque el Señor lo quiere.

El médico iba expresándose, miraba alternativamente hacia el cielo y hacia mi, ese comportamiento me ponía muy nervioso, no sabia si era interpretación o era realidad.

-         Será mejor que lo internemos Don.
-         No Doctor, si estoy tan grave prefiero irme a mi país, para que me atiendan allí.
-         Pero lo suyo Don puede venir de un momento.
-      No creo que sea así, ya que estoy en pie y no veo tanta gravedad como Vd. dice, quizá este equivocado pero será mi apuesta. En aquel momento intervino el Cónsul.
-      Pero Vds., Doctor pueden hacerle un tratamiento de choque, algo podrán hacer que no sea ingresarlo.
-  Bueno Don quizá si le damos oxigeno durante media hora, mejore un poco, podemos intentarlo.

Me pusieron en un habitáculo de aquellos, separados por una cortina blanca, me aplicaron la mascarilla durante media hora, se me hizo interminable. El Cónsul iba y venia preguntándome que tal me iba, yo le levantaba el pulgar comunicándole que bien. Cuando finalizo el tiempo vino el Doctor.

-       Le vamos a tomar las constantes, y si ha mejorado se podrá ir. Lo hicieron y había mejorado.

Después de una conversación dura pude irme del hospital con unas pastillas como medicación.

-     Tienes que cuidarte más Ferry, me dijo el Cónsul mientras conducía hacia su casa.
-       Ya lo hago, pero es la humedad que me castiga demasiado, y este constipado que no se me acaba de ir, Juan Miguel.
-         Fumas mucho Ferry.
-         Sí, tienes razón es un tema que debo solucionar tarde o temprano.

Esta vez me encontraba igual, le comente a Lydia que me iba al hospital comarcal a que me lo mirasen, me acompaño. Después de unas pruebas me ingresaron en la UVI, del hospital, la ubicación no era muy diferente de la que mantuve la otra vez, habitáculos separados por cortinas blancas.
Lydia no se separo de mi en ningún momento, solo la primera noche le dije que marchase ya que  tampoco iba a hacer nada, por lo menos descansaría. Se llevaba mi coche y volvía por la mañana. Pase dos días con mucha fiebre, el tercer día ceso, de repente, me tomaban la temperatura cada seis horas, hasta que me dijeron que había cesado, pero no me encontraba bien. Vino Lydia.

-         Buenos días Amorcito.
-         Hola Amor.
-         ¿Cómo has dormido Ferry?
-       Bien, pero tengo la espalda que ni me la siento, dicen que ya no tengo fiebre, y parece que no, pero tengo mis dudas.
-         ¿Por qué tienes dudas?
-         A mi solo hay una cosa que no me deja que se me levante, la fiebre, y no me la siento. Lydia puso su mano por debajo de la sabana.
-         Sí es cierto estas muerto.
-         Ves, me conoceré yo Lydia.
-         Pero esto se arregla, vamos a salir de dudas ¿Te atreves?
-         Cierra la cortina de delante, primero, iremos rápido Lydia.
-         Lydia la cogió entre sus labios, y acabamos pronto.
-     Lo ves Ferry, ya no tienes fiebre, estabas falto de costumbre. Reímos los dos.  Correré la cortina otra vez, que no piensen mal.
-         Haces cara de cansada Lydia.
-      Si no he dormido bien, una de las niñas tiene dolor en la oreja y no para de dar la tabarra, es muy poco sufrida.
-      ¿Quieres acostarte un poco aquí en la cama y descansas? Yo me levantare y me daré una vuelta por aquí mismo, tengo ganas de estirar las piernas, dos días en la cama me tienen destrozado.
-         Pues sí, sino te da corte sí. ¿No nos dirán algo?
-       Tu échate que corro la cortina, hasta dentro de dos horas no vendrán con la comida. Así lo hicimos, sin ningún problema.Hasta le hice una foto que hoy todavía conservo, que linda estaba durmiendo, relajada, bonita, sencillamente con cara de ángel.

En ningún momento durante el relato quiero dar la imagen que Lydia estuviera poseída por la parte sexual, pero si era algo que nos unía a los dos, y mucho, éramos buenos, y si no me buscaba ella, la buscaba yo. Era sencillo nuestras feromonas eran muy activas entre ambos, cumplían su nombre, tanto el de transferir como el de excitar, de ahí viene el nombre de feromona. Nuestra atracción dependía de su química sin duda, muchas veces era inconsciente sencillamente había atracción y habito, además de gustarnos las situaciones especiales, todavía recuerdo una noche que nos despedíamos en la estación de tren de su pueblo de madrugada y no acabamos dentro de un vagón de milagro.

Al siguiente día me dieron el alta. Estuve en su casa unos días para que Lydia no estuviera yendo y viniendo, entre ella y su madre me cuidaron, a la semana estaba como nuevo, eso si con los consejos de madrazas, no fumes tanto, descansa y yo lo que quería era actividad, el trabajo me preocupaba de verdad, la cosa iba de mal en peor. Al niño se le llevaban los diablos, celos por los cuidados que me daban, a las niñas les era indiferente, hasta eran agradables.

Empezó la normalidad, el trabajo fatal, la crisis estaba en su inicio, pero a nuestro sector le daba de lleno. Cuando salía, como siempre teníamos esas largas conversaciones nocturnas por teléfono, donde nos explicábamos lo mucho que nos queríamos y cuanto encontrábamos a faltar nuestras caricias, le enviaba canciones que nos recordaban cosas. Esa costumbre después, me pasaría factura.
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Algún ejemplo, de paso os animará la lectura:


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Llego la Navidad y sus padres se marcharon a conocer el nuevo nieto. Sorprendente su ex subió a su casa a despedirse de sus padres, yo no entendía nada, un divorcio por agresión y sus padres lo reciben, vaya manera de manipular, impresionante, que valores regían en aquel grupo de personas. No entraba dentro de mis normas de comportamiento.

Lydia me invitó a estar en su casa así podríamos estar todos juntos. Por otra parte me iba bien podría probar la convivencia, como podría ser, yo quería algo más con Lydia y tenia ocasión de probarlo, ya veríamos como saldría, tenia que empezar a tomar decisiones, y era mejor dejarlo que seguir, pero había un problema y grave, me moría por esa mujer.

-         Bueno Lydia como nos organizamos.
-       Tranquilo, los niños están esta semana, les toca la Navidad con nosotros y el Año Nuevo con su padre.
-         Pues si te parece los sacamos por ahí, vamos a dar una vuelta por la Feria de Santa Lucia, un día al cine y ya esta. ¿Qué costumbres tenéis Lydia?
-         Nada en especial, Navidad Ferry.

Santa Llúcia
Yo recordaba como celebrábamos la Navidad en mi casa, mi padre era un artista para estas fiestas, en la mesa de mi padre se sentaba todo el mundo, siempre había familiares y buen humor. Lo celebrábamos a lo grande, como cualquier cristiano, hasta alguna vez habíamos ido a la misa del Gallo, ya veríamos aquí.

Bajamos a Barcelona, estuvimos por la Feria, les enseñe todo el barrio por algo había nacido allí, compramos un Belén que ellos no tenían, solo el portal. Las cosas no iban mal, siempre había el problema que Lydia se echaba a sus hijos encima y entre ellos se disputaban hablar con ella, siempre con la misma canción repetida: Mamá, Mamá. Como decía mi amigo Pepe, la gallina y los polluelos, y ya tenían trece y once años.

Las niñas hasta eran agradables, el niño lo pasaba mal, era el que constantemente intentaba llamar la atención de Lydia y destacar por encima de las hermanas, a cualquier precio. Se le oía  Mamá, Mamá, como si fuese un niño de cuatro años. El resto de los días pasaron sin pena ni gloria, triste día de Navidad de unos niños que no sabían ni un villancico, solo sus entupidos juegos y sus peleas entre ellos que eran casi diarias.
Cabeza de rape

-         Lydia ¿Los niños siempre juegan igual?
-       Sí, ya no sé que hacer, se pegan, se estiran de los pelos, y Candido cuando no esta bien mete cizaña entre ellas, y al final tengo que entrar chillando. Esta noche haré la sopa de rape que tanto nos gusta. Vaya cabeza que me has traído, nunca vi algo tan grande.
-         Se la pedí a Francisco, y ya sabes que me aprecia, no me ha cobrado nada. La otra vez que la hiciste estuvo muy buena.

Fuimos pasando los días con diferentes distracciones, la verdad es que la convivencia con los niños iba a ser difícil, o Lydia hacia de piedra de toque y unía a las partes o iba a ser un conflicto importante, dos bandos bajo el mismo techo, la verdad es que no me apetecía en absoluto. Tenía que recapacitar, ser muy prudente, podíamos hacernos mucho daño, daño de verdad, y Lydia no había cambiado nada, seguía con sus broncas de vez en cuando, la verdad es que no me apetecía, venían tiempos duros y tenia que centrarme.



Antes de fin de año recibí una llamada de un conocido, de esos de mis tiempos de cacería en solitario, los que conoces de ir a los sitios y coincidir, tenia mi móvil y me había llamado ya que hacia tiempo que no me veía, creía que alguien ya me había frenado, le dije que sí que estaba en pareja con aquella persona que él y yo habíamos visto bailar en aquella discoteca. Sí yo a Lydia no lo sabía, pero la había visto bailar antes de conocerla. Me hizo un comentario muy desagradable, alguien que estaba con él para Navidad había recibido un mensaje “Que el gatito que busca gatitas, le diga miau, miau, miau”, y que se lo había enviado Lydia, se lo comento riéndose de ella. Se lo agradecí pero le dije que para cosas así no me volviese a llamar.


-         Lydia ¿Tu has enviado un mensaje de un gatito?
-         Pero que dices Ferry.
-         Lo que has oído Lydia.
-         Pero como te has enterado.
-     Eso es lo de menos, como me haya enterado, te estoy preguntando si has enviado ese mensaje.
-         Sí, es un amigo que siempre hacíamos la broma del gatito.
-       Si yo también tenia una amiga que me decía “Mi gatito necesita leche”. Mira Lydia tienes que decidir algo, si romper con tu pasado o seguir con él. Si optas por lo segundo dímelo que me voy de forma inmediata. Es vergonzoso para mí, tenerme que enterar de cosas así, por casualidad, es una falta de respeto.

Lydia empezó a llevar la discusión hacia la desconfianza, era una artista en esos temas, intentar desconcertar al contrario, pero conmigo no le servia, le tenia bien cogida la medida.

-     Mira Lydia, tus amigos a los cuales yo les llamo los impresentables o invisibles, que es lo que son, no me generan ninguna confianza. Tu conoces a todos los míos, porque estoy orgulloso de ellos, yo no conozco a ninguno de los tuyos, porque no hay nadie que valga la pena, a todos los has conocido en los inframundos de las discotecas, y la gente de la noche, por norma general, no son de fiar y menos a tu edad.

Tuvimos nuestras palabras, y le dije que la próxima vez que ocurriese algo así, la dejaría, sin más, era una falta de respeto y no pensaba consentírselo. Me acuso que tenia espías, vamos de unas tonterías increíbles, sencillamente sabia que había hecho mal y que no tenia razón. Lydia nunca rompió del todo con su vida anterior, siempre tenia algún numero de contacto escondido, y no lo sabia porque los buscase yo, sino porque aparecían delante de mí. Una vez me dejo un móvil porque el mío estaba estropeado y bajo el número de su tía, había un número de alguien que ella conocía, juego de discotequeras tontas.

Los niños se fueron, Lydia y yo solos era una ilusión, no era real, lo pasábamos bien, conseguíamos abstraernos de la realidad, pero la normalidad llego en una semana, sus padres volvieron, los niños también y el trabajo también, con lo cual normalizamos nuestras vidas, y salimos del ensueño.

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