lunes, 25 de abril de 2011

La Seo D’Urgell

Las semanas fueron pasando, teníamos costumbres que ocurrían constantemente, de lunes a jueves fuera de casa, pero ahora en la oficina ella me esperaba en la puerta para subir juntos en el ascensor, los dos solos, aprovechábamos para besarnos intensamente, había cambiado la costumbre de decirnos buenos días, mientras mis manos exploraban su cuerpo, sus pechos, su culo, el viaje era corto, unos cuantos pisos pero suficiente. Ya no nos esperábamos en el bar, nos esperábamos en la oficina para repetir la acción de bajada, no habíamos comentado nada pero estaba claro que queríamos mantenerlo en secreto en la oficina y lo conseguimos durante mucho tiempo. Todos los viernes comíamos juntos y después la acompañaba a casa. Nuestras carantoñas iban creciendo, exploraba otras partes de su cuerpo, siempre se estremecía con mis manos, decía que mis manos tenían una energía especial, que nunca nadie le había hecho sentir así con una caricia, la verdad es que no era la primera vez que me lo decían, seguramente era por la delicadeza con que lo hacia era todo un estilo. Nuestros besos eran eternos, se entrelazaban nuestras bocas y se negaban a separarse. A esa mujer cada día la quería más y la deseaba todavía más, se estaba convirtiendo en una obsesión.

En fechas de Navidad le comente:
Paseo de La Seo D'Urgell (Nevado)

-  Lydia estoy pensando en subir a Andorra y cambiarme el radio del coche, tiene problemas con algunos CD’s y me gustaría algo más moderno. ¿Que haces para Navidad?
-  Pues nada, porque los niños estarán con mi ex y yo me quedare en casa con mis padres.
-   Subiré la semana de San Esteban, el día 26 que empiezan las rebajas de Pyrénées, así veré a algún excolega. Estuve allí casi un año montándoles varias cosas, el servicio al cliente, los releves y la financiera con un banco de Andorra. Acabe agobiado de ese país siempre mirando hacia arriba, y sufrí mucho con los andorranos. ¿Quieres venir?
-    Lo comentare en casa, pero dalo por hecho, así me distraeré un poco y podré estar contigo.

MÚSICA DE FONDOBACKGROUND MUSIC
Baje a buscarla a casa el día 28 y subimos hacia Andorra. Durante el camino nos intercambiamos caricias, su mano se posaba en mi pierna y la acariciaba de arriba a bajo, nuestras manos se entrelazaban cruzando los dedos entre ellas, o Lydia se recostaba su cabeza en mí. Fue un viaje muy agradable.
Llegamos a Andorra y lo primero que hicimos fue ir a ver a mis excolegas, subí por aquella escalera de final de planta y aparecía Joana, la secretaria.

-         Hola Ferry, cuanto tiempo desde la última ves, mientras nos dábamos un abrazo.
-         Si Joana, me alegro mucho de verte, estaba buscando a Juan.

Juan era el responsable de proceso de datos, compañero mió en otra empresa. Le presente Lydia a Joana como una amiga. Lydia estuvo de espectadora en toda la conversación.
Almacenes Pyrénées

-  Pues Juan ya no esta, monto una consultoría en Barcelona. El niño mejicano que adoptaron no se acostumbraba a este clima y lo estaba pasando mal. Lo mejor es que después de adoptar el niño, ya que no había manera que ella quedase embarazada, quedo embarazada hace 6 meses, que es cuando decidió marcharse.
-  La vida te da sorpresas Joana. Mira tenemos un problema y seguro que tu lo solucionas. Necesitamos hospedaje para dos días, ¿puedes hacer algo?
-    No te preocupes Ferry, que ahora llamo a la agencia de viajes y me lo miran, si hay hotel libre ellas lo encuentran, mientras si queréis daros una vuelta por el almacén, y sobre todo no gastéis mucho.
-    ¿Qué te parece en tres horas sabemos algo?, Joana.
-   Sí, quizá antes, llámame a mi extensión desde cualquier teléfono interno, tú tienes conocidos, bueno conocidas por aquí.
-     Nos vemos luego, Joana, y gracias de antemano.


Lydia y yo salimos del departamento y accedimos a los almacenes, a la zona de ventas.

-         ¿Es que tu nunca puedes hacer las cosas de una forma normal?, Ferry
-         A que te refieres Lydia.
-         Podrías haber reservado hotel desde Barcelona.
-        No pensé Lydia, la verdad es que como estoy acostumbrado a que ella lo hiciera me confié en ello.
-    ¿Qué ha querido decir Joana, con lo que tienes conocidas? Ferry. ¿No me iras presentando a ligues tuyos?
-     Nada importante Lydia, ya sabes que no me gusta comentar mis “fechorías”, pero estate tranquila que yo no soy irrespetuoso.

Dimos una vuelta por las diferentes plantas, moda mujer, hombre, etc. Si estaban de rebajas, pero como siempre las cosas de marca estaban al 50%, las de 400 € a 200 €, era caro. Decidimos comer allí mismo. Después de comer, fuimos al departamento de perfumería, y me dijo que la dejase sola, yo no entendía porque lo cierto es que me negué no entendía nada. Al final me enfade y me fui por una de las puertas, al rato vi que ella salía por otra de las puertas, me vio desde la otra acera, cruzo y se acerco a mí.

-         No entiendo nada Lydia. Tengo curiosidad por lo que ibas a comprar.
-         Nada en especial, me dijo, una crema para la cara.
-         Pues con toda la importancia que le has dado al tema parece que ibas a comprar algo muy íntimo, yo que sé, pero a tu edad esa conducta no me parece normal. Has estado a punto que te deje plantada.
-         Es que a mi me gusta comprar sola.
-         No te esfuerces Lydia, no lo entiendo ya tendrías que tener superado estos temas, si fueras una niñita de 15 años lo podría entender pero a los 40 uno esta muy por encima de muchas cosas.

Dejamos el tema, entramos a tomar algo, y hacer tiempo para que Joana nos dijera algo, tras ello fuimos al encuentro de Joana.

-         Que tal Joana, como tenemos eso.
-         Pues tengo malas noticias, han movido cielos y tierra y no hay una plaza de hotel libre en Andorra, ni por precio como me dijiste. Se ve que todo el mundo ha venido a esquiar.
-         No te preocupes Joana, algo encontraremos en la Seo d’Urgell. ¿Sabes de algún hotel que este bien allí?
-         Si, dijo Joana, en la plaza mayor hay uno muy confortable y económico, aunque en estas fechas ya veremos.

Nos despedimos con otro abrazo y agradeciéndole a Joana su ayuda, nos dirigimos a la Seo, encontramos enseguida el hotel. Nos registraron y asignaron una habitación. Fuimos a dejar el equipaje, era una habitación muy bonita, techo de madera y un gran balcón con vistas a un valle, luna llena que empezaba a salir, maravilla de espectáculo de la naturaleza, la luz del día ya era penumbra, y la luz de la luna se reflejaba en la nieve de las montañas. Hacia mucho frió, la calefacción no se había encendido, funcionaba con el contacto de la luz de la habitación, al poner la tarjetita podía programarse, pero si nos íbamos se apagaría.

-         Mira Lydia haremos la clásica trampa, como solo tenemos una tarjeta, le meteremos cualquier otra tarjeta, así funcionara mientras cenamos y después estará confortable.
-         Son las trampas del viajero, dijo Lydia sonriendo.
-         Bueno uno aprende a ir por la vida, le enseñan.

La Seo D'Urgell

Estuvimos haciendo tiempo para cenar en el bar del hotel, tomamos unas cuantas copas de vino negro, a Lydia le gustaba. Cenamos justo al lado, había un restaurante normal, se trataba de alimentarnos, unos platos combinados, eso si con su vino de rigor.  Por cierto volvía a jugar el Barça por la televisión, vimos el partido ya que nos agradaba a los dos, era algo que nos unía, no se porque.

Acabamos de cenar y subimos a la habitación, yo saqué unas velas estilo calientaplatos pero de aromas que traía en la maleta, las puse encima de la cómoda, las encendí, daban una luz tenue de ambiente. La temperatura era algo más que adecuada, la calefacción había hecho su trabajo durante nuestra ausencia.
Ella me miraba tiernamente, sus ojos cristalinos brillaban más que un sol de mediodía. Apague la luz, y nos veíamos con el resplandor de las velas.

-         Lydia ¿tienes que ir al baño?
-         No, ¿para que?, pregunto mientras se desnudaba y se quito todo menos las bragas, negras, por cierto, color que me pone un montón. El blanco y el negro son mis debilidades.
-         Para asearte, digo yo. Mientras yo me desnudaba.

Note que Lydia no estaba bien, estaba tocada un poco por el vino que habíamos tomado. Ella de pie encima de la cama, mientras yo sentado estaba acabándome de desnudar me dijo:

-         ¿Follamos o qué?

Lydia no estaba en condiciones, y yo quería darle a ese acto toda la celebridad que se merecía, no era el momento. Hacerlo en esas condiciones era ensuciar el momento, no tenia sentido. En mi mente solo se repetía la frase  “quiero a esa mujer para quererla”.

-         Pues me parece que va a ser que no, Lydia. Yo te quiero entera la primera vez que te tome.

Se sentó de golpe en la cama, sorprendida, seguro que nadie le había contestado así a esa pregunta, se enmudeció por completo, su alegría desapareció, y se apoyo en mi pecho. Nos metimos en la cama, se acerco a mí, puso su cabeza en mi pecho, hizo que pasara mi brazo por debajo de su cabeza y se durmió lentamente abrazada a mí. La reina había sido rechazada, pensé. No se como se lo tomaría, veríamos al día siguiente.

Yo mientras tanto fume tres o cuatro cigarrillos, hasta que las velas se agotaron y la única luz que se veía en la habitación era el resplandor de la luna que me fue adormeciendo lentamente.
                                                                                                  

3 comentarios:

  1. Memorial, divertido guay lo tiene todo, lo estoy leyendo desde el principio y es genial.
    Ferry eres un hombrazo, no se que haces con esa muchacha
    Mari

    ResponderEliminar
  2. Wonderful, the best I've read in time, kisses

    Jonny

    ResponderEliminar
  3. Me encanta Ferry, es tu historia y ahora se donde estabas, besos

    Aida

    ResponderEliminar

Gracias por el comentario, me ayudara sin duda