Pasamos el día con los niños, procurábamos ni rozarnos para no generar un mal impacto, no tenían asimilado que mamá pudiera tener pareja que no fuese su padre, nadie les había explicado la verdad, y no la tenían asimilada, vivían una irrealidad, ellos creían que papá y mamá, tarde o temprano volverían a vivir juntos, cosa que de parte de Lydia seria imposible ya que el divorcio fue por agresiones. Nos robábamos las caricias a escondidas como niños, era una situación ridícula pero divertida al mismo tiempo, no tenia sentido pero había que pasar por allí.
Las niñas iban a su rollo, jugaban juntas, inventaba juegos que habitualmente hacían en casa y se distraían entre ellas, con diferencia de risas o disputas por momentos, donde la palabra mamá era casi constante y las explicaciones convulsivas de cada una llevaban te llevaban al caos. El niño era completamente apocado, junto a su mamá, cogiéndola, y eso que tenia 13 años, nunca había visto algo así. Cuando algo se desmadraba un chillido de Lydia lo corregía.
- ¿Qué te parece Ferry, es casi como un ejercito, no?
- Pues no sé Lydia, a mi me pilla muy lejos este tema, pero yo solo tengo una, nunca he tenido que chillarla, no se que haría con tres, bueno con dos porque el otro, bueno dejémoslo.
- ¿Qué quieres decir Ferry?
- Pues que lo tienes debajo de las faldas, y ya es un poco mayorcito.
- Es que no tiene amigos, en eso se parece a mí, y el único que tiene es fantasioso.
- Pero sale a la calle a jugar, o su vida es parking, coche, colegio, coche, parking, casa, Lydia, ¿Practica algún deporte? ¿Tiene alguna afición?
- Pues si, su vida es prácticamente esa, el deporte no le gusta, es vago por naturaleza, además es patoso, y la única afición que tiene es jugar a unas cartas de rol que se llaman Magic o algo así, no se exactamente de que van.
- ¿No sale a la calle a jugar con otros niños?
- No, Ferry, nunca tiene ganas, mira la televisión, básicamente documentales, y algo de dibujos.
- ¿Y cuando piensas sacarlo de la urna de cristal que lo tienes metido Lydia? No le estas haciendo ningún bien, tiene que relacionarse con gente de su edad, con diferentes niños, la familia enseña pero la calle es necesaria para madurar. ¿Lo envías a algún recado? ¿Tiene alguna responsabilidad? Yo que sé por ejemplo ir a comprar el pan.
- No, no me fío, se queda parado Ferry.
- Pues tienes que empujarlo un poco Lydia, lánzalo al mundo, mientras más tarde, más duro será el encuentro. Yo con 13 años, ni te explico, ya iba con niñas al cine, y este todavía no sabe que las niñas llevan bragas, perdona la brusquedad pero solo tu sabrás el porque de todo eso. Se le ve apocado.
- No, es que es inteligente Ferry.
- ¿Por que? Lydia
- Puedes hablar cualquier tema con él, Ferry.
- Me lo veo venir Lydia, debe de ser de los documentales que ha visto, pero de la vida no sabe nada, se le nota. Cualquier niño pequeño de mi barrio le daría sopa con ondas, discúlpame. Cambiemos de tema Lydia, disculpa me estoy acelerando.
Ese niño solo hablaba con su madre, y como máximo a sus hermanas les decía “ ¡Ei! chicas”, como si fuese un adulto, era una confusión de comportamiento. Bueno habrá que tener paciencia, mucha paciencia, muchísima paciencia. Decidimos comer fuera, los llevamos a una bocatería de Cunit, que habíamos descubierto, tenia fuera un parque para niños y se estaba bien. La tarde fue agradable, Lydia enviaba a Candido a jugar con las niñas a la hora del café, y fue a regañadientes emitiendo un pequeño gruñido de resistencia.
Los deje en casa y fui a tomar algo mientras esperaba a Lydia para irnos al apartamento. A la hora y media apareció.
- ¿Qué tal la espera Ferry?
- Bien, vale la pena. Pero que guapa estas Lydia.
- Pero que tonto eres Ferry, tú haces que me ruborice, a mi edad. Me beso mientras me decía, te lo has ganado.
- Ahora ya sé el método Lydia, mientras reíamos. ¿Te apetece algo?
- Si un café, pero yo ya he cenado Ferry.
- A no te preocupes, yo he picado algo aquí, mientras daban ese partido. Estaba pensando una cosa. ¿Has estado alguna vez en el Mercado de San Antonio?
- No, ¿Qué hay allí Ferry?
- Es un Mercado que los domingos por la mañana van los niños y los grandes a cambiar cromos, revistas, libros y también venden de todo, juegos de la PSX , esta divertido veras como los niños se lo pasan bien, y seguro que las niñas lo tocan todo, solo tienes que ver cuando veníamos para casa y hemos parado en la tienda del chino, lo han tocado todo, se han divertido un montón, y el chino estaba mosqueado, menos mal que le hemos comprado cosas.
- Si la verdad es que ha sido divertido. El chino se acordaba de ti del otro día, Ferry.
- Si, porque le pregunte el nombre y me dijo que se llama Manuel, ya sabes la costumbre que tienen en España los chinos, se cambian el nombre original por uno de aquí para que la gente sepa pronunciarlo.
- Si, es verdad Ferry es curioso. Por cierto ¿Por qué quieres ir a ese Mercado?
- Quiero ver si venden cartas de esas que juega tu hijo y le compro una baraja temática, a ver si me lo gano. Quizá me compre yo una para jugar con él, a ver si sirve para que se acerque, siempre me mira de reojo, nunca de frente.
- Si es buena idea Ferry. Sabes llamo a mi madre que a las 9 los pasamos a recoger.
- ¿No se enfadara tu madre Lydia?
- No ella se levanta pronto, y le gusta eso de preparar desayunos. Pero tenemos que comer en casa mañana Ferry, que mi madre te ha invitado.
- Tranquila a las 13:30 ya habremos vuelto.
Bajamos con los niños a Barcelona, Lydia se asusto cuando vio la cantidad de gente que había.
- Esto es una exageración Ferry, no se nos perderán los niños.
- No Lydia tranquila, hacemos una cosa, tu coge al niño y yo cogeré a las dos niñas e intenta seguirme, cuidado con el bolso póntelo delante que no tengas un susto.
Las niñas alucinaban. Una a otra se llamaban la atención por lo que iban viendo, y como no tocando, de buen modo pero tocando. Las llevaba cogidas de la mano, ellas lo aceptaron inmediatamente, parecía que estaban preparadas para aceptar que su madre tuviera pareja, el niño no. Las niñas eran dos años más pequeñas que el niño. El niño iba de la mano de su madre sin mirar nada, solo haciéndole preguntas a su madre, Lydia hacia cara de abrumada, entre el niño y el río de gente era agobiante para ella. Por fin vimos una parada que vendían las cartas que buscaba.
- Esperar, les dije a las niñas, que quiero decirle una cosa a vuestro hermano. Llegaron Lydia y el niño a nuestra altura.
- Mira Candido, estas son las cartas que juegas, ¿No? Asintió con la cabeza. Explícame que yo no entiendo, me parece que las temáticas llevan una marca de colores en la caja, ¿es así?, volvió a asentir con la cabeza. Estaba pensando en comprarme una, así podré jugar contigo, ¿Me ayudas a escoger?
- Si te ayudo Sr. Ferry.
- No Candido, trátame de tu, por favor. Me agache un poco para estar a su altura, mientras cogia una caja de cartas. Mira Candido, es aquí donde ponen las instrucciones de las temáticas. ¿Quieres que te compre una para ti?
- Si, estaba buscando una, la del punto rojo, que tienen más magias que otras, y en el pueblo no hay.
Por fin el niño había hablado.
- ¿Y cual crees que debería comprarme yo como principiante Candido?
- Las del punto verde, para empezar están bien.
- Te haré caso me comprare unas, así si te parece después de comer, por la tarde podemos echar una partida. Asintió con la cabeza.
- Lydia que te parece si vamos a tomar algo con los niños, yo ya estoy agobiado con tanta peña y empujones.
- Si Ferry yo ya estoy acabada.
Pague las cartas y nos sentamos en una terraza a descansar, tampoco sobraba tanto tiempo, ya llevábamos dos horas dando vueltas a ese paso de hormiga, que te deja los riñones destrozados. Finalmente nos fuimos para casa a comer, estaba destrozado, no sé, parecía que había entrado en el niño, ya veríamos que pasaba por la tarde.
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