jueves, 21 de abril de 2011

La segunda semana

Lydia fue con Ángel para finalizar su training, antes Ángel me llamo.

-         Hola Ferry, soy Ángel.
-         Que tal Ángel, ¿Qué haces?
-         Quería preguntarte una cosa ¿Cómo es la nueva?
-         Bueno Ángel te darás cuenta enseguida que es inteligente, buena presencia y te sorprenderá. Le di detalles y le roge que la tratase con cuidado. Yo creo que es buena, no se porque tengo esa presunción.
-         No te preocupes, me dijo Ángel, la estudiare y lo comentamos en la oficina antes de entrar a ver a Pedro.
-         OK Ángel, cuídate y nos vemos el viernes.
-         Igualmente Ferry, nos vemos.

El lunes partí hacia Sevilla, hice la rutina acostumbrada, y por la noche mientras efectuaba el informe sonó el móvil. Mire si era un número conocido y si, era el de Lydia.
-         Que tal Lydia, ¿Cómo va eso?
-         Bien y mal, contesto.
-         A ver explícame, como que bien y mal.
-         Si me estoy aburriendo mucho con Ángel. Tú eres inicialmente muy serio, pero tienes una forma de trabajar envidiable. El es monótono, vamos que casi ni abrimos el cliente.
-         ¿Habéis tenido problemas? Pregunte a Lydia.
-         Si el hijo se puso de espaldas al tema, tu te lo habrías despachado en un momento en cambio él a salido con una verborrea que dormía a los muertos.
-         Mira la parte positiva, Lydia, habéis abierto dale tiempo. Ángel es experto y es bueno que veas varios métodos, dale tiempo.

Estuvimos hablando como una hora por el móvil de diferentes cosas, le hice las clásicas preguntas de cortesía, le pregunte por la familia, que tal el finde, etc. Fue una conversación agradable, finalmente se me estaba echando la noche encima y quería acabar la parte del informe del día para que no se me acumulase el ultimo día.

-         Bueno Lydia, tendrás que disculparme pero quiero acabar parte del informe y ya son la 1:00 de la madrugada.
-         A si disculpa Ferry, no me había dado cuenta de la hora que era. Perdóname si te he molestado.
-         No, no Lydia no has molestado, llámame cuando quieras. A veces cuando estas fuera de casa necesitas hablar con alguien, cuenta siempre conmigo cuando quieras.
-         Bueno Ferry que te sea leve y que descanses.
-         Dulces sueños Lydia.


La segunda noche ocurrió lo mismo, sobre la misma hora volvió a llamarme.

-         Pero que sorpresa Lydia, ¿como estamos?, contestando el móvil.
-         ¿Molesto?, pregunto ella.
-         No, no como vas a molestar. ¿Qué tal el día?, ¿mejor que ayer?
-         Bueno, bueno, bueno. He tenido que intervenir, dijo.
-         ¿Cómo que has intervenido Lydia? Se prudente, escucha y basta.
-         No he podido, si no intervengo nos envían a casa, Ferry.
-         ¿Qué ha pasado?
-         Pues que Ángel se ha quedado sobrepasado, tan sobrepasado que ha ido a pensar dando un paseo hasta un castillo que hay en el pueblo, decía que necesitaba pensar.
-         Pues vamos bien. ¿Qué te ha dicho Ángel?.
-         Nada me lo ha agradecido, yo me he quedado muy nerviosa cuando lo he hecho, pero no podía hacer otra cosa.
-         Bueno Lydia, fíjate por donde ya te has estrenado, pero procura no hacerlo, Ángel se puede llegar a molestar.
-         Ya, dijo Lydia, pero es que si no lo hago nos íbamos para casa. Que diferencia Ferry, tú con tantos recursos y Ángel tan limitado. ¿Es uno de los mejores?, según tú.
-         Si que lo es Lydia, fíjate bien, porque un mal día lo tiene cualquiera.
-         ¿Qué tal tu cliente, Ferry?
-         A bien, he abierto con normalidad, tengo a la hija del dueño todo el día detrás, es abogada recién licenciada y quiere aprender a llevar el negocio del padre. La hija me hará firmar, hemos estado comiendo juntos y la tengo de mi lado, ya veremos cuantas horas le meto. Bien la verdad es que bien. He estado esta tarde con el dueño tomando unas manzanillas y comiendo pajaritos, que por aquí es muy típico.
-         Que clase de pajaritos, pregunto Lydia.
-         No me hagas explicártelo Lydia, que se me remueve el estomago. Son pajaritos de esos pequeños, que los fríen y quedan como bolas pequeñas y cuando los muerdes solo se oye ruido porque….
-         No sigas Ferry, por favor que me están entrando nauseas.
-         Pues yo me lo he tenido que comer, sabes. Ja, ja,….

Reímos los dos un buen rato por el móvil, entre unas cosas y otras. Finalmente me despedí de ella.

-         No se si decirte hasta mañana Lydia.
-         Pues a lo mejor te llamo cuando llegue a casa para ver como te ha ido.
-         Buena idea, dije.
-         Buenas noches Ferry, y que tengas suerte.
-         Buenas noches Lydia, que vosotros tengáis suerte también, y recuerda se prudente.

No me llamo la siguiente noche y yo estaba muy cansado como para hablar. La veré el viernes en la oficina.
Cuando llegue a la oficina el viernes la busque con la mirada y no la vi. Pregunte a la recepcionista, ¿quien esta despachando con Pedro?. Ángel y la nueva, contesto. Gracias le dije.
Fui hacia la sala, había más caras nuevas. Había un compañero que habíamos coincidido trabajando para otra empresa del sector, entre él y yo había una confianza superior que con los demás, Xavier.

-         “Buenos días a todos menos a uno” dije entrando en la sala.

Xavier me miro con una sonrisa y diciendo.
-         Que tal campeón. Y nos estrechamos la mano.
-         Bien, cansado. Ha sido una semana durita.
-         Has firmado, pregunto.
-         Si, 180 horas, un buen sable he metido. Ahora a ver a quien envían. No es un proyecto difícil si se sabe hacer.
-         ¿Qué tal la nueva? Pregunto Xavier.
-         Bien es simpática, creo que se quedara, creo que será buena. Competencia Xavier, más competencia.

Apareció por la sala una cara nueva, con una corbata llamativa, colores vivos, ancha. Xavier lo bautizo como “El conde Lequio”. Era Pepe, más tarde Pepe se convertiría en un buen amigo y muy cercano a nuestra relación.

-         Hola, dijo Pepe, tímidamente entrando en la sala.

Todos le contestamos, y le hicimos una batería de preguntas.

En aquel momento salio Lydia y Ángel del despacho de Pedro. Lydia me estuvo buscando con la mirada, hasta que asomándose a la puerta de la sala, me hizo un gesto con los ojos, que entendí como que quería hablar conmigo. Me levante y me acerque a ella.

-         Buenos días Ferry, dándome dos besos. ¿Cómo te fue?.
-         Bien, muy bien. ¿Y a vosotros?
-         Pues bien, pero por los pelos, hemos firmado 100 horas, pero he tenido que volver a intervenir.
-         Niña mala, niña mala, le dije. Ja, ja….

Pedro salio del despacho y me llamo.

-         Ya has llegado Ferry, pasa que despachamos.
-         Bueno Lydia voy con Pedro.
-         Es que me gustaría hablar contigo Ferry.
-         Tengo para un rato, porque tengo que despachar con Pedro y después explicar el proyecto a los expertos y el consultor para que sepan que tienen que hacer. Hagamos una cosa si te parece, espérame en el bar del otro día yo bajo en media hora, más o menos.
-         Ok Ferry, te espero allí, hasta luego.
-         Hasta luego Lydia.

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