viernes, 29 de abril de 2011

Su madre

Fuimos y volvimos de Sevilla, ese fin de semana ella tenia los niños.
El jueves estaba en casa, hacia un día agradable de esos de primavera, el sol ya calentaba. Me vestí de sport, y me baje a la piscina con todo lo que necesitaba, toalla, libro de lectura, auriculares del móvil para oír la radio, cenicero, tabaco y encendedor, vamos el kid del bajo. Me tumbe en la hierba y pase tres horas muy agradables, era un paraíso este estilo de vida, relajada y con sus tiempos muertos, cerca de mi amada, que mas podía pedir.

Fuimos como siempre el viernes a la oficina. Lydia me esperaba desde hacia 2 semanas en el bar de costumbre para que no se le hiciese tan larga la espera, pero Pepe se había hecho muy amigo mío, y hablaba con ella hasta que yo llegase de la sala de expertos, mis porcentajes de firmas eran muy superiores a los suyos, ella estaba en un 60% y yo casi el 90%, tenia buenas comisiones. Mientras esperaba a que me llamasen a la sala de expertos pasó Francisco, uno de los responsables de los consultores.

-         Hola Ferry estas hecho una máquina, vaya firmas que traes, apoyando su mano en mi hombro.
-         Trabajo y un poco de suerte, solo es eso Francisco. Si no firmásemos nosotros no se que harías vosotros, sonreí.
-         Si no fuera por los consultores no cobraríais las comisiones.
-         Bueno Francisco, tu sabes que un analista puede ser un buen consultor, pero un consultor es difícil que sea un buen analista, es cuestión de genes, reímos los dos.
-         Sabes la última.
-         No, Francisco, ¿Qué me estoy perdiendo?
-         La nueva, Lydia sale con Pepe.
-         ¿Si? ¿Desde cuando Francisco?
-         Un par de semanas por lo menos Ferry.
-         Me dejas parado, quien lo diría, hay que ver los últimos pescan más que los primeros.

En aquel momento me llamaron a la sala de expertos, yo me partía de risa por dentro. Confirmado Francisco era el comidillas de la oficina.

Cuando acabe baje al bar, Manuel me vio entrar y me anuncio a Lydia como de costumbre, mientras me señalaba el cava, a lo cual afirme con la cabeza. Manuel era el único que sabia la verdad, bueno Pepe también, pero como Manuel nadie.

-         Hola a ambos, dándole un beso en los labios a Lydia que lo agradeció.
-         ¿Qué tal ha ido Ferry?, dijo Lydia.
-         Bien como de costumbre, pero os tengo que explicar la última.
-         ¿Cuál es?, dijo Pepe.
-         Quedareis sorprendidos. La bomba, bueno que vosotros dos estáis saliendo.

Nos miramos los tres, reímos a placer, e hicimos comentarios jocosos sobre el tema. Parecía mentira que en un ambiente de hombres y mujeres, todos adultos todavía alguien se preocupase de esparcir esos chismoreos. Por otra parte iba bien descubrir quien o quienes eran los comidillas, si le explicabas algo sabias que se enteraría toda la oficina, con lo cual los podías utilizar. Al final siempre descubrías que estar el menor tiempo posible en la oficina era la mejor opción.

Por otra parte Lydia estaba molesta con Ana la financiera de la empresa, parecía que se me insinuaba. Siempre para firmar las comisiones, y solo en mi caso, entraba en la sala, de pie se apoyaba en el marco de la puerta, cruzaba las piernas, y decía: El Sr. Ferry a firmar. Yo siempre le contestaba lo mismo: será un placer, y ambos sonreíamos. Incluso Pepe me había hecho el comentario, a esta tía le vas. No me compliques la vida, Pepe.

Pepe se entero de lo nuestro por casualidad, coincidimos una semana en Madrid y salimos a cenar juntos. Al salir de la cena me llamo Lydia y estuvimos como una hora hablando por el móvil. Pepe aguanto el tirón. Cuando colgué me dijo, te veo demasiado encoñado para la edad que tienes, vete con cuidado, sino estarás muerto. Pepe estaba separado después de 20 años de matrimonio, había sido director de banca. Pepe me pidió permiso para tomar café con ella en el bar, yo no puse ningún impedimento.

Como había pactado con Lydia, el fin de semana entrante haríamos la inauguración del apartamento, invite a algún compañero de trabajo, Pepe, Xavier y a tres amigos íntimos míos con sus parejas, seria una comida agradable. Por su parte Lydia solo podía invitar a su amiga, y como era lesbiana no le apetecía juntarse con hombres, nunca lo entendí, amigos no tenia Lydia. Ese tema era curioso.

Fuimos para casa, comimos en el restaurante de costumbre, ya todos sabían cual era nuestra mesa. Después la deje en casa y quedamos para la noche. Teníamos un multicine cerca del apartamento, la verdad es que había de todo, era sorprendente la cantidad de servicios que tenía cerca.
A Lydia le encantaba el cine, a mi bajar películas de Internet. Todavía recuerdo la primera vez que la lleve al cine. A mi me gusta mucho el genero de terror, y se había estrenado la película Rec, muy buena por cierto. Yo tenía curiosidad porque estaba rodada en la Ramba Catalunya de Barcelona, y me eran familiares los entornos. Ella accedió, con una condición, que se cogería de mi brazo toda la película, evidentemente no puse ninguna objeción. Poco a poco se fue aficionando. Ella por el contrario le gustaban las películas futuristas o de catástrofes naturales, con lo que cuando había algún estreno íbamos a verlas. Yo tenia un problema grave, si la película no me gustaba me dormía. Desde que tenía este trabajo, y ya llevaba 8 años era capaz de dormirme en cualquier sitio.

Después del cine fuimos a tomar algo.
-         Ferry ¿Qué vas a hacer mañana por la mañana?
-         No lo se, si hace buen día igual me bajo a la piscina, después de llevarte a casa. Por cierto ¿a que hora quieres ir?
-         Sobre las 11 más o menos Ferry.
-         Pues nos desayunamos y te llevo ¿Te parece bien?
-         Si. Estaba pensando que si hace buen día podríamos dar una vuelta con los niños por la playa de mi pueblo.
-         Si como no, yo no tengo nada mejor que hacer, Lydia.
-         Así se van acostumbrando a ti. Llamaré a mi madre para que me los tenga preparados para esa hora, ¿si?
-         Perfecto así subes y los bajas.

Fuimos a casa y dormimos. Yo acariciaba a esa mujer en la cama, era un placer, seguía incrementando las sensaciones que sentía, ya sabia que no era un capricho pero el camino iba a ser duro. Me gustaba verla dormir, ver su rostro relajado, reluciente, eran momentos maravillosos, sentir su leve respirar cerca de mi oído. Ya era una costumbre antes de dormirse me decía: Donde esta ese bracito. No  sabia dormir si mi brazo no estaba por debajo de su cabeza y la suya se apoyaba en mi pecho, era una delicia.

Al día siguiente hicimos lo planeado. Mientras íbamos para su casa llamo al móvil de su madre, resulta que su madre había salido a comprar y los niños estaban con su padre en casa.

-         Tendré que subir, Ferry que mi madre ha salido.
-         No hay problema Lydia, yo espero.

La deje en el sitio acostumbrado, cuando vi que Lydia saludaba a una mujer de pelo blanco, muy aparente. Yo sabia que era su madre, la había visto una vez de lejos, pero ella no sabia quien era yo. Se despedían pero la madre venia hacia mí, venia directamente hacia el coche. Me baje del coche, se acerco a mí y me estiro la mano para saludarme.

-         Bueno, Vd. es Ferry el hombre que sale con mi hija, ¿no?
-         Si señora, Vd. es la madre de Lydia, Noar creo que se llama.
-         Si ese es mi nombre. Ya que Lydia no lo ha subido a casa, he pensado que lo mejor es ir yo y conocerle.
-         Pero Sra. Noar no me llame de Vd. por favor.
-         ¿Qué le iba a decir? A si que mañana venga Vd. a comer a casa, está invitado.
-         Muchas gracias Sra. Noar, traigo algo.
-         Traiga hambre, con eso es suficiente, reímos los dos.
-         A que hora le parece bien que vengamos.
-         Sobre las 14, aproximadamente Sr. Ferry.
-         Por favor no me llame de Vd.

En eso que llego Lydia con los niños, y Noar le comento que me había invitado a comer al día siguiente. Lydia hizo un gesto con las cejas, se despidieron y se fue. Se montaron todos en el coche, que miradas del niño, si pudiera me atravesaba, por el contrario las niñas eran dulces, revoltosas pero dulces.

-         Tu madre me ha invitado a comer mañana, Lydia.
-         Si me lo acaba de decir, yo no sabía nada, cosas suyas, es muy lanzada Ferry. Aunque te queda lo peor.
-         ¿Qué?
-         Conocer a mi padre.
-         No te preocupes Lydia, con el oficio que tenemos somos verdaderos camaleones y nos adaptamos al entorno donde estamos. Haré que sea agradable, no te preocupes.
-         Es que son un poco raros, escuchan a ese de la COPE por la radio, ese facha y yo se como piensas tu Ferry.
-         No te preocupes, no entrare en provocaciones, y si no aguanto digo una excusa y me voy, no pasa nada. Todo saldrá bien.
-         ¿Que puedo llevar Lydia? Vino o postres.
-         Trae mejor un vino que a mi padre le gusta, y mi madre no se lo compra porque no puede beber nada, pero tu seras la excusa para que tome un vasito.
-         Será un buen principio. Hay que comprar vino.

Circulábamos hacia la playa, el día era agradable. Mira por donde había conocido a la madre, iba a comer a su casa, y conocería a su padre. Yo me preguntaba sin no me estaría metiendo demasiado adentro, o cogiendo demasiado compromiso, no se estaba confuso de la velocidad que tenia que llevar en esta relación, tenia muy claro que si no tuviera niños, ya estaríamos los dos viviendo juntos, pero esto era diferente, me obsesionaba el niño, que cosa mas rara de criatura, mas tarde lo descubriría.

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