sábado, 7 de mayo de 2011

La noche dominicana


-         Vaya papelón el del Procurador ¿No Ferry?
-         Pues si, siempre pasa lo mismo al final, tienes que mojarte tu mismo, si no las cosas no resbalan por si solas, nos perdemos en los tratos personales, y los problemas se enquistan poco a poco. Cada vez estoy más convencido que  en tres años aquí no ha empujado nadie, pero bueno, esto para bien o para mal llega a su final, por fin.
-         Bueno Ferry al hotel.
-         Si vamos que está muy cerquita. Mira tenemos sitio en la puerta.

Aparque y fui a recepción, Lydia se quedo en el coche. Ya no estaba el director anterior, solicite habitación para dos días y negocie el precio, como se debe hacer siempre. Lo que me divertía a mí regatear. Nos dieron una buena habitación. Fui a avisar a Lydia y coger el equipaje. Lo llevamos a la entrada y el servicio lo subió a la habitación.

-         No esta mal la habitación Ferry, es limpia.
-         Bueno en la Capital, hay muy buenos hoteles, pero creo que como solo vamos a dormir es suficiente. Aquí ya me he hospedado varia veces. ¿Qué quieres hacer Lydia?
-         ¿Esta lejos la casa del Cónsul de aquí?
-         No Lydia, quince minutos en coche, más o menos.
-         Pues tomare una ducha Ferry, descansamos un poco y nos vamos ¿Te parece?
-         Hecho, mientras mirare un rato la televisión desde la cama.

Lydia salio de la ducha y se tumbo conmigo a mirar la televisión.

-         Es la primera vez que vemos programas de noticias aquí Ferry, hemos estado unos cuantos días desconectados del mundo.
-         Si Lydia, es como si hubiéramos vivido en otro planeta.
-         ¿Qué haremos hoy y mañana?
-        Bueno, yo quiero hacer varias cosas, el orden es indiferente. Por ejemplo quiero ir a ver a la mamá de Moreno, la Sra. Maria, pero me han dicho que ya no viven donde antes, estaban en la Venezuela y ahora están un poco mas al fondo en Los Minas, y ese barrio tenemos que ir con alguien, me gustaría llevarte a tomar una cerveza al Malecón, dicen de ese sitio sirven las más frías de la isla, podemos cenar allí, podemos ir al cine a ver una película muy divertida dominicana, le llaman Ladrones a Domicilio, refleja la sociedad actual,  bueno lo que tu quieras, y si quieres ver cosas raras y no te da corte podemos ir a un cabaret, no se tu eliges. Por cierto deberíamos ir al barrio Colonial también a la calle Conde para que chafardes un poco.
-         No se Ferry, ahora tenemos que ir a ver al Cónsul, ¿No?
-   Si, no me apetece demasiado, no por él, por la Doña, es arisca, te hace estar desagradable, si no esta ella, pasaremos un rato agradable, él es muy atento veras. Había pensado, cogemos al Moreno allí, y nos vamos a su casa, y después decidimos ¿Te parece?
-   Si esta bien Ferry. Pero yo quiero ir mañana a la peluquería. Ya preguntare en recepción.
-         Pues me voy a tomar una ducha, comemos algo hay abajo mismo y nos vamos a casa del Cónsul.

Tome mi ducha y me estire un rato al lado de Lydia, medio me adormecí.

-         Amorcito que te duermes y es hora de comer.
-      Te lo voy a decir como lo hacen aquí las niñas Lydia, que es muy gracioso, Ay si, Doña. Me encanta ese tono que le ponen. Ese “Ay si” me tiene el corazón robado.
-         Pero ¿Te vistes o no?
-         A la orden Dña., poniéndome de un brinco de pie en la cama. ¿Ordena alguna cosa más? Lydia reía mirándome, desnudo, haciéndole el saludo militar y con el armamento reglamentario.
-         Bueno, después ya te daré novedades, soldadito de mi corazón. Nos reímos los dos a gusto.

Nos vestimos y tomamos un bocado en la taberna de la entrada y nos encaminamos hacia el domicilio del Cónsul. Al llegar Moreno nos volvió a abrir el portón.

-         Que tal Moreno, ¿Como estas?
-         Bien Don, muy bien.
-         ¿A que hora te vas, para casa? Me gustaría saludar  a tu mamá.
-         Acostumbro a irme a las siete, pero puedo hablar con el Cónsul y nos podemos ir a las seis.

La mujer del Cónsul estaba en su despacho y no salio a recibirnos, Juan Miguel nos hizo sentar en unas sillas de mimbre que tenia en la entrada con una mesa.

-         Bueno Ferry, ¿Qué te apetece?
-         La lima que me has dicho Juan Miguel.
-         Pero muchacho, tu vas a beber bebidas de mujer, esa vaina es de niñas.

El Cónsul se había puesto dominicano total.

-         Nos vamos a beber un whisky que tengo por aquí, poquito a poquito, entre tu y yo.
-         Juan Miguel, yo tengo que conducir.
-         Pues tomas menos. Nos reímos los tres.
-         Y Vd. Doña., ¿Le apetece también o prefiere la lima?
-         No Juan Miguel, yo tomare lima.
-         Moreno, voceo el Cónsul, trae mi whisky y la Lima que ha hecho la Doña.

Al rato, salio Moreno con todo. EL Cónsul empezó a servir las bebidas, cuando llevaba tres whisky, empezó a aparecer la palabra Diablo, tan típica en las conversaciones, cuando se quiere realzar algo.
Lydia sonreía, el Cónsul explicaba vivencias que había tenido conmigo, y que ella no sabia, eran divertidas. Por fin salio la mujer del Cónsul, nos saludamos todos, y se cambio la atmósfera, de un entorno relajado y distendido, pasamos al otro polo, ni se sentó mantuvo la conversación en pie. Al rato se retiro. Vino Jorge, su sobrino, menudo elemento, un licenciado en informática que lo había hecho en Rusia y se separo de la mujer porque no se discutían, no me extrañaba Jorge era como un zombi. El la plantación, lo hice encargado de numerar las cajas y se perdía por el camino, finalmente se fue con la mujer del Cónsul.

-         Bueno Juan Miguel, quiero ir a ver a la Sra. Maria y me gustaría que Moreno viniese conmigo ¿Tienes algún inconveniente?
-         Moreno, diablo, ven aquí.

El Cónsul estaba dominicano total, otra vez. Moreno vino y le comento que a las seis podía irse, bueno eran a las seis.

-         Nos vamos Juan Miguel, que sino se nos echa la noche encima.
-         Nos encontramos pasado mañana con el Fiscal.

Nos dimos unos abrazos y nos fuimos con Moreno, nos despedimos con un adiós de su mujer y de Jorge.

Fuimos con Moreno a su casa. El primer trozo lo conocía, no necesitaba indicaciones, toda la 27 adelante, puente de Ozana, un poco más y giraba a la izquierda para circular por la Venezuela.
Lydia iba mirándolo todo, disfrutando con lo que veía, era nuevo ver las guaguas, como subía la gente, las carreras que hacían, los taxis populares con las indicaciones que hacia el chofer sobre la dirección que tomaría, vamos todo un nuevo mundo de sensaciones. Al llegar al puente se impresiono.



-         ¿Como se llama esto Ferry?
-         Es el puente de Ozama Lydia, es como lo conocen.
-         Es bonito, me gusta, y se le ve antiguo, lo están reformando.
-         Si Lydia le llaman el Puente Duarte, fue construido en la época del dictador Trujillo. Ya toca que lo reformen. Tengo yo una historia en este puente.
-         Explica Ferry, dijo Lydia.
-         Mira a veces yo le alquilaba el coche al papá de Moreno, para desplazarme, era barato, el ganaba y yo ganaba, yo solo quería desplazarme no lucirme. Ese coche era un coche destartalado, pero funcionaba. El marcador del tanque de gasolina no funcionaba bien, depende como se bloqueaba, tenias que saber más o menos cuando habías repostado y recorrido de memoria. Un día se me paro el coche en la entrada del puente. Lo primero que me vino a la cabeza eran las palabras del Cónsul “nunca te pares allí, si lo haces eres hombre muerto”. Baje del coche, abrí el capo todo parecía correcto, me había quedado sin gasolina sin más. En eso que subieron de la parte de abajo dos tipos, yo me aparte rápido. Me preguntaron que ocurría. Les dije que me había quedado sin gasolina, a lo que me respondieron que no me preocupase. Tres minutos mas tarde volvieron con una botella, unas pinzas y una batería, desmontaron la tapa del carburador, tiraron un poco de gasolina, y el resto en el depósito. Arranque el coche y funciono, a la segunda estaba en marcha. Les di cien pesos a cada uno y me fui como alma que lleva el diablo.
-         ¿Pasaste miedo Ferry?
-      La verdad es que si, siempre me mantuve a distancia, lo tome como una situación limite, tenían pinta de tigres.
-         ¿Cómo que tigres?
-    Sí, es como le llaman por aquí a los delincuentes o gente peligrosa. Mira algo divertido, ese coche estaba tan desbaratado, que un día estaba en la avenida esa, donde esta la central de guaguas parado, esperando a una persona y se retraso, la gente me confundía con un taxi popular y se iba subiendo en el coche hasta que cerré las puertas. Reíamos de esa situación.
-         Bueno Moreno, hasta aquí hemos llegado, hacia donde tengo que ir.
-         Siga derecho, dijo.   Moreno me fue indicando.

Salimos a una gran avenida  doblamos hacia la izquierda más adelante. Se estrecharon las calles, estábamos dentro del barrio. Después de cinco minutos llegamos a la casa de Moreno. Tenía una reducida cochera donde estaba ese coche que ya había renunciado a circular. Subimos al piso superior a través de unas escaleras estrechas, estaba todo oscuro, se había ido la luz, eran los clásicos apagones de duración indeterminada y aquí no había generador. Salude diciendo buenas noches, hasta llegar al balcón donde estaba sentada la Sra. Maria con su mecedora.

-         ¿A quien has saludado Ferry?
-         A la gente.
-         ¿Que gente Ferry?
-         Los del sofá.

Lydia se giro y empezó a divisar siluetas de personas en la penumbra. Estaban viendo la televisión, y se había ido el fluido eléctrico, se habían quedado allí sentados esperando que viniese otra vez la luz, y como eran negritos no se veían si no estabas acostumbrado. Lydia reía de la situación.

La Sra. Maria se levantó para saludarme. Se fundió en un abrazo conmigo, y me dio un par de besos en las mejillas, no eran un saludo eran besos de amigo.

-         Le doy gracias al Señor que le haya cuidado, me dijo.
-     Como esta Vd. Sra. Maria, siempre con ese ánimo envidiable, pero siéntese, por favor.
-     Ay si, Vd. Ferry siéntese en esa otra mecedora, como en los viejos tiempos de la entrada de la calle Venezuela.
-         Sí, que agradable conversaciones teníamos Vd. y yo, allí.
-    Si Ferry, eran muy agradable, yo siempre le preparaba el cafelito que a Vd. le gustaba, por cierto le apetece.
-    Como no Sra. Maria. Espere que les presento. Lydia la Sra. Maria la mamá de Moreno.
-         Bueno yo hago de mamá, explicaba ella a Lydia, pero su mamá de verdad, mi hermana, se fue a Puerto Rico cuando Moreno tenia dos años y desde entonces esta conmigo. Vd. Doña ¿Quiere café también?
-         No gracias Señora.

Fue a preparar el café, mientras Lydia y yo estábamos en el balcón. Vinieron Lili, la  mujer de Moreno y Candi su hija. Lili era una mujer con facciones exóticas, mezcla de rasgos asiáticos y dominicanos. Se abrazo a mí también, yo siempre la intentaba compensar ya que cuando estaba aquí era quien me lavaba la ropa, también tenía largas charlas con ella, por el tema de Moreno que se gastaba los cuartos en cerveza y no llegaban a final de mes. Candi se había convertido en una mujercita. Por fin llegó la Sra. Maria con los cafés, se sentó alargándome uno de ellos.

-         Gracias Sra. Maria, seguro que esta delicioso como siempre.
-         Vd. Ferry siempre lo ha apreciado mucho. Sabe que se murió mi marido.
-         Que me dice.
-         Si de repente, fue a llevar a un hijo suyo, de la otra mujer, a Miami con el dinero de la venta de la otra casa, tenia que jugar un partido de pelota. Al volver ya se encontraba mal y a los dos días murió.
-         Lo lamento Sra. Maria, lo lamento mucho. ¿Cómo esta Vd.?
-         A mi el Señor me consuela.
-         ¿Sigue yendo a la Iglesia?
-     Ay si, Ferry, tengo mis enfermos que visito cada día y siempre que puedo voy al culto. Pero Vd. Ferry es muy buena persona también.
-         ¿Por qué lo dice Sra. Maria?
-         El día de las yucas.
-         Entiendo, lo hice de corazón. Era una situación rara, yo cogí el rechazo de la yuca y lo lleve al Mercado Central, me acuerdo que iba con ese inútil de Jorge y le dije que entrase que era dominicano, era un sitio un poco peligroso para un extranjero. Se negó me dijo que no se atrevía, al final entre yo, estuve negociando el precio de la carga que llevaba en la pick up. La cifra que me daban era irrisoria y pensé en la Iglesia. Fui a la puerta de la Iglesia, busque al párroco y le dije que si sus feligreses querían la yuca que se lo dijese. Mire Vd. empezaron a salir de todos los sitios, pidiéndole fundas, bueno bolsas, al colmadito de al lado de la Iglesia, y me vaciaron la jipeta. Fue un placer para mí hacer felices a tanta gente, que lo necesitaba.
-         Hizo Vd. una buena obra, el Señor se lo agradecerá.

Fue transcurriendo la conversación sobre nuestras vivencias comunes pasadas, basadas siempre en el cafelito que me preparaba ella, y los ratos que teníamos en común. Se estaba haciendo tarde y si queríamos ir a algún sitio teníamos que irnos ya. Nos despedimos de todos, Moreno se ofreció a acompañarnos hasta la salida del barrio, le dije que no, que me acordaría, y si había algún problema le llamaría al celular. Así lo hicimos. Fuimos saliendo del barrio por el mismo camino de entrada, hasta salir a Vicente de Paúl, ahora ya sabia donde estaba.

-         ¿Que Lydia donde cenamos? ¿Te apetece algo en especial?
-         No algo ligerito, quizá una pizza o algo así.
-         Se de un par de sitios en la Venezuela, hay uno que tiene una terraza muy agradable podemos sentarnos allí y cenar algo.
-         Bueno como tú quieras.

Hacia allí nos dirigimos. Nos sentamos en la terraza y degustamos algunos bocadillos clásicos, con sus cervezas de rigor.

-         Y ahora ¿Que te apetece? Lydia.
-         Pues no se proponme cosas.
-         Tienes ganas de ver algo extraño.
-         ¿El que Ferry?
-         Hay un cabaret por detrás de la Venezuela que bailan unas chicas y la propina se la dan de una forma muy particular, me parece que esta por la carretera Melia, pero no se llegar y puedo perderme, si te apetece tengo que llamar a Moreno. También podemos ir al Malecón, elige.
-         Si te hace gracia vamos donde las muchachas, estamos un rato y nos vamos.
-         Pues llamare a Moreno.

Llame a Moreno y dije de encontrarnos donde vivía antes en media hora, que cogiese un motoconcho que se lo pagaba yo, no puso ninguna objeción. A ese tiempo fuimos a su busca. Estaba esperando cuando llegamos.

-         Moreno queremos ir a ver un rato ese espectáculo de cabaret, pero solo un ratito, que ya empieza a ser tarde.
-         Bien Don vamos para allí.

Moreno me iba dirigiendo hasta que lo vimos, había muchos coches aparcados. Nos registraron a la entrada para ver si llevábamos armas. Nos sentamos en una mesa en frente del escenario, Un pequeño escenario cuadrado donde salían las muchachas a bailar y desnudarse.
Salio la primera actuación, sonó la música y la muchacha empezó a bailar, bueno si se puede llamar bailar, contorneaba su cuerpo en los límites de la física, los hombres miraban completamente abducidos por la visión de la muchacha que intercalaba el baile con posiciones eróticas, iba desprendiéndose de prendas después de insinuarlas, poco a poco. Todo un espectáculo, nosotros bebíamos de la cerveza que nos habían servido, Lydia se divertía de ver el ambiente, nunca lo había vivido,
Llego el momento final el que esperaba todo el mundo, que se desprendiese de la última prenda, la que dejaría su popola al descubierto, y llego con un leve gesto se desprendió de su tanga que cayo al suelo y lo mostró, todos los hombres aplaudían.
Recogió sus prendas y era el momento curioso de recoger su premio. Los hombres tenían billetes enrollados en las manos. El billete se doblaba hasta cuatro veces y se hacia un pequeño canuto con el. La muchacha iba pasando y parándose delante de los hombres y estos le introducían el billete en la popola. Lydia se quedaba alucinada de lo que estaba viendo, yo la miraba para ver sus expresiones, su cara era de verdadera sorpresa.

-         Que Lydia ¿Sorprendente?
-         La verdad es que si Ferry, me lo explicas y no me lo creo.
-         Pues esto es lo que se va repitiendo en cada una de ellas.

En ese momento anunciaron la actuación de la muchacha que tenía la popola más grande de Republica Dominicana. Salio la muchacha, la forma de danzar siempre era parecida, dependía de la gracia que tuviese. Finalizo la música y se repitió la entrega de billetes. Bueno, lo que llego a tragar aquella popola fue increíble, era una verdadera hucha, que barbaridad, la muchacha se marcho poniéndose la mano en la popola porque los billetes se le caían, que locura, yo pensaba en la higiene, como si los billetes no acumulasen porquerías, pero bueno era una opción. Mire a Lydia

-         ¿Qué suficiente?
-         La verdad es que si, vaya curiosidad todo esto.

En ese momento informo el presentador una actuación especial. Mire a Lydia y me dijo que el siguiente número y nos íbamos. Salieron al escenario dos muchachas y un hombre que le faltaba un brazo y una pierna. Sonó la música, una bachata, las muchachas empezaron a bailar como las dos anteriores, el hombre daba saltos y tenia ritmo, era curiosa aquella visión a pesar de su minusvalía su danza era rítmica y sobrada de un potencial físico envidiable a pesar de su carencia de condiciones, iba tan sobrado que hasta empitonaba a las muchachas, la gente aplaudía y se reía, el danzarín sonreía constantemente y no bajo el ritmo en ningún momento. Se finalizo el número de la forma que ya era habitual, los hombre también le daba propina a él, Lydia le dio una propina. Nos levantamos y nos fuimos con una sonrisa, había sido un rato divertido y diferente.

2 comentarios:

  1. Yo quiero ir a ese sitio, tengo cuiosidad, ¿Como se llama?
    Adela

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  2. Solo podias ser tu Ferry, te recuerdo. Muy bonito, me encanta, besos.

    Directorea Malai

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Gracias por el comentario, me ayudara sin duda