miércoles, 4 de mayo de 2011

El Procurador

Espera, dijo Juan Miguel, nosotros nos vamos también. Nos despedimos y nos montamos en el coche.
-         Tengo que decirle una cosa a Juan Inés, Lydia espera un momento, bajándome del coche.
-          Oye Juan Inés, acercándome a él, habla con tu hermana y convéncela que es imposible, yo ya le he explicado las razones, espero que las entienda, caso contrario esto va a ser un choque de trenes y pone en riesgo mi relación por nada.
-         No se preocupe Don, esta noche hablo con ella. No se que le hace Vd. a las mujeres en la popola que las deja loquitas.
-         Venga Juan Inés, delicadeza solo eso. Pero yo voy de una en una, cabroncete, que tú vas de cinco en cinco. Nos reímos fuertemente los dos. Por cierto ¿Esta Jhon en las cabañas de tu tío?
-         No ya no está, se fue a Haiti, y luego volvió y esta viviendo al lado de las cabañas, puedo localizarlo. ¿Por qué?
-         Me gustaría saludarlo, siempre ha sido muy amable conmigo. Es una persona increíble. Dale recuerdos si lo ves y dile que igual voy un día de estos, depende de la fiesta que nos monte este mañana. Por cierto me puedes conseguir una jipeta, con este coche voy incomodo por estos caminos, la jipeta es más segura.
-         Se lo mirare en el pueblo Don, pero seguro que si. Mañana le llamo, pero tengo un problema no tengo minutos en el celular.
-         Toma, le di 100 pesos, cárgalo ponle minutos. Hasta mañana. Dime algo del coche mañana si puedes.
-         Si Don, no se preocupe.

Entre en el coche y lo arranque.

-         Bueno Lydia, estamos libres ¿Qué quieres hacer?
-         Me tomaría algo, no se exactamente el que.
-         Frío o caliente, pregunte.
-         Frío Ferry.
-         ¿Cerveza?
-         Si, una cerveza y unos chicharrones al limón que me gustaron mucho.
-         Pues vamos a ir a un sitio en el Cruce de Guayacanes, se esta bien allí, tranquilito, y la música no la tienen alta, que aquí depende donde te metes se te revientan los tímpanos, es como una guerra de ruidos. Si quieres podemos comer algo allí.

Valverde Mao
 -       No Ferry, mejor en la cabaña, ayer cene bien, muy bien, y estoy cansada de tanta tensión.
-     Pues vamonos.

Llegamos al lugar, estaba como lo recordaba. Nos sentamos y pedidos lo que quería Lydia. Estuvimos hablando de todo lo ocurrido y yo le manifestaba mis miedos con el Procurador, se lo definí como si salíamos de Guatemala y nos metiésemos en Guatepeor, que ya veríamos.

Ella intentaba apoyarme y animarme, y que mañana todavía podría tomar una decisión diferente, pero yo al mismo tiempo le confesaba que el tema me tenia quemadísimo, y que me quedaba con ganas de decir cuatro cosas a algunos, pero que no era l momento, más adelante llegaría ese momento.

Repetimos la consumición y pedí unos snack de barrecha de productos típicos. Lydia los encontró deliciosos, tanto que me hizo comprar un par de bolsas mas para comerlas en la cama mientras veíamos la televisión.

Al final nos fuimos hacia la cabaña, empezaba a oscurecer y Lydia, sorprendentemente, le entraba el bajón con el ocaso. El cielo se oscureció rápido, ayudo la hora que era más unas nubes densas, negras como el tizón,

-         Mira Lydia, parece que habrá tormenta.
-         Si Ferry, esas nubes son impresionantes, nunca había visto algo así.
-         Aquí cuando llueve hay para todos Lydia. A veces los niños salen en pantaloncillos a la calle y se duchan con la lluvia, o las mujeres aprovechan los canalones del cinc y lo hacen también pero vestidas, es sorprendente.
-         ¿Qué son pantaloncillos Ferry?
-         Los calzoncillos que llamamos nosotros, si son pequeños los niños lo hacen en bolas y punto. Reímos los dos. ¿Sabes que hay gente que es alérgica al agua de lluvia?
-         No, no lo sabía Ferry.
-         Ya he conocido a varias personas que cuando se mojan con agua de lluvia, les sale como una alergia, no saben porque, puede que la alimentación o puede que sea algo genético, pero es sorprendente.

Lydia iba mirando por la ventanilla entreabierta, con sus gafas de sol puestas, el pelo se levantaba de los hombros por el efecto del aire que entraba, estaba preciosa, esa luz tenue del día realzaba sus facciones, me maravillaba ver a esa mujer, me encontraba afortunado. Llegamos por fin a las cabañas, e hicimos la metodología habitual, cochera y bajada de persiana. Entramos en la habitación, nos habían hecho la cama.

-         Que curioso Lydia, nos han puesto la colcha, que detallazo.
-         La verdad es que si Ferry, necesitaba algo para taparnos bien. A ver ¿Que le apetece a mi niño? Mientras dejaba el bolso encima de la mesa y yo me senté en la cama.
-         Que me digas que me quieres mucho.

Se acerco a mí, se sentó a mi lado y me abrazo. Separo su cuerpo del mío y me beso intensamente. Cuando separo sus labios de los míos me dijo:

-         Te quiero mucho, mucho, mucho tontín.
-         Bien, muy bien. Me gusta Lydia, mientras le cogía las manos. ¿Sabes una cosa?
-         ¿Qué? Me dijo.
-         Que yo también Amor, me muero por ti, me tienes loco joder. La tumbe en la cama, empujándola lentamente y  nos besamos un rato, mi mano exploraba su cuerpo al mismo tiempo. Finalmente ella se incorporo.
-         Bueno Ferry, cenamos que si no me do dormiré, no se, me bajan las pilas a estas horas, o tengo jet lag, no se pero me entra un sueño terrible.
-         Pidamos la cena si te parece Lydia, miramos la carta.
-         Si Ferry, pero hoy quiero comer algo diferente aconséjame, y quiero repetir el vino de ayer, estaba rico, rico como dice el Arguiñano.

Nos sentamos en el sofá para decidir que pediríamos. Finalmente hicimos la selección, lo solicite por teléfono y a los diez minutos estaba allí. Eran rápidos sin duda. Mientras esperábamos Lydia jugaba conmigo. Cenamos y nos fuimos a la cama.
-         Me voy a duchar Lydia, quiero sacarme esta pegosidad que tengo en el cuerpo, eso de la corbata con este clima es fatal.
-         Y los kilitos que te sobran te ayudan, dijo riéndose.
-         Simpática, le conteste.

Tome mi ducha, gaste todo el tiempo necesario, dejándome caer el chorro de agua por un hombro, por el otro, abriendo los surtidores laterales, una gozada. Lydia me miraba desde la cama.
-         Bueno el Señor se convertirá en cachalote.
-         Si mira Lydia, ya tengo el bacalao y estoy mutando.

Lydia soltaba carcajadas en la cama, se revolcaba riéndose.

-         Que si un bacalao, sardina del Cantábrico Amor, pero que sardina. Espera que hablo con propiedad “Mi sardina”.
-         Venga, Lydia, ponte bien, mira que la cama es grande y la estas ocupando toda así atravesada., le dije acercándome a la cama con la toalla atada a mi cintura.
-         Es mi turno, dijo Lydia levantándose de la cama y dirigiéndose a la ducha.

Empezó a repetirse la escena del día anterior, una maravillosa escena. Conecte el televisor inmenso que teníamos y gradué las luces, a nivel de intimidad, encendí las del fondo que eran de colores, una maravilla de iluminación.

Me di cuenta que en la mesita de noche, encima, habían dejado tres preservativos. Los cogí, estaban enfundados en bolsitas transparentes. Me quede sorprendido, uno era negro. Lydia acabo y vino, pero sin toalla y se tumbo a mi lado.

-         Mira Lydia, nos han dejado municiones.
-         Que va, si nosotros no utilizamos, yo quiero sentirte bien, por eso me haces los estropicios que me haces. Ya te he dicho alguna vez que tu ahí tienes una cisterna, no es normal lo tuyo.
-         Hay uno que es negro, que pasada.
-         A ver Ferry, nunca he visto uno negro.

Se lo pase y estuvo inspeccionando el envoltorio.

-         Es curioso Ferry, este si que lo vamos a usar, me da morbo.
-         Como quieras, pero lo utilizaremos para donde tu sabes, dándole una palmada en el culito.
-         Porque no, aprobado Ferry.
-         Lydia ¿Te acuerdas que tienes aquellas bolsitas de snack? Te lo digo porque querías comértelas mirando la tele.
-         Mira tu sigue fumando, que yo lo que voy a comer ahora, no van a ser los snak precisamente.

Se fue deslizando a través de mi cuerpo. Empezó a besarme en la boca y fue bajando lentamente. La miraba, mientras fumaba, la vi a través de los espejos, impresionante, llego un momento que tuve que apagar el cigarrillo, ya no lo podía aguantar entre los dedos con seguridad y llego el final.
Igual que empezó, acabo. Fue subiendo dándome besos en todo el cuerpo y parándose delante de mi cara.

-         Joder que buena estaba y como sueltas. Me beso intensamente. Ahora si que me comeré una bolsita y a dormir, que como dices tu, falta gente.

Vimos un rato la televisión hasta que se acabo la bolsita que tiro al suelo, y dijo las palabras mágicas “Mi bracito por favor”, se lo di como todos los días que dormíamos juntos. Me dormí relajadísimo.

A las 8:00 sonó el despertador del móvil.

-         Joder Ferry que hora es.
-         Las 8 Lydia
-         Y ¿Qué hacemos tan pronto despiertos?
-         Recuerdas que hemos quedado a las 11 con el Procurador.
-         Si, Ferry, pero estamos a veinte minutos, no hay más.
-         Si hay más, tenemos que desayunar, y tienes que lavarte el pelo aprovechando que hay secador.
-         Joder es verdad, vamos tarde ya Ferry. Gracias Amorcito.

Se levanto como alma que lleva el diablo, se dio la ducha más rápida que jamás le vi tomar, y a los cinco minutos ya estaba secándose el pelo. Me ducha mientras lo hacia, y pude afeitarme.

-         Hoy me vestiré normalito ¿Qué te parece Lydia?
-         Si ves cómodo, unos tejanos y una camisa creo que es suficiente, Si quieres cogerte alguna chaqueta hazlo, pero yo no cogeré nada.
-         Yo cogeré una cazadora fina, esa de seda natural, más que todo par llevar las cosas dentro.

Pedimos el desayuno de las cabañas y fuimos hacia el segundo desayuno. Nos vio Tomás y nos ofreció la misma mesa del día anterior. Repetimos el desayuno. Nos sobraban 45 minutos aproximadamente para llegar al despacho del procurador. Llame por el móvil al Cónsul que me dijo que ya estaba llegando, le comente el sitio donde estábamos y sugirió de reunirnos allí. Al poco llego con su coche.

-         ¿Quieres tomar algo Juan Miguel?
-         No que ya he desayunado y Moreno también.
-         ¿Qué tal habéis dormido?
-         Bien dijo Juan Miguel, nos quedamos en las cabañas del tío de Juan Inés, pero este pendejo se ha ido con una novia que tiene por ahí, yo que se. Mírale que cara trae, no ha dormido nada, si se entera su mujer, la Lily lo mata.

La cara de Moreno lo decía todo, era un milagro que tuviera los ojos abiertos. Lydia sonreía de la situación. Al poco nos levantamos y yo seguía el coche del Cónsul.  Cuatro coches por delante nuestro iba una furgoneta grande, de repente empezó a dar vueltas de campana, quedándose cruzada en la carretera de lado, frenamos bruscamente y al mismo tiempo me desvié un poco de la carretera para evitar que el coche de detrás chocase con nosotros, Lydia se vio lanzada al salpicadero por la fuerza de la frenada, golpeo con mi mano que preveía que Lydia llegue hasta esa situación, sus pechos golpearon mi mano que le hizo de cojín con el salpicadero, el ruido de las rueda al frenar era una mala sinfonía. Vi como el cónsul y Moreno bajaban de coche.

-         -Te has hecho daño Lydia.
-         No Ferry, menos mal que has puesto la mano, si no si que me hago daño.
-         Por eso quiero una jipeta, primero porque es más alta que este coche y tienes una visión diferente, segundo es que en caso de accidente tú no pierdes, pierden los demás. Es seguridad básicamente. Déjame mirar a ver que ha pasado.

Baje el coche y mire hacia delante la situación era macabra.
-         Lydia no te muevas del coche y cierra los seguros, yo vengo ahora.

Me fui corriendo, el conductor estaba atrapado entre la ventanilla y el asfalto, con todo el peso de la camioneta encima de él. Me sorprendí de la solidaridad que se genero inmediatamente, nos juntamos unas cuarenta personas, que a golpe de músculo conseguimos dar la vuelta a la furgoneta, antes hubo que sacar a una mujer acompañante que iba completamente ensangrentada. Yo estaba en la puerta delantera del lateral. Cuando conseguimos dar la vuelta a la furgoneta y ponerla en situación normal, el pobre hombre estaba fallecido, con la cabeza medio aplastada colgando de la ventanilla, la cara desfigurada, llena de sangre, con la lengua fuera. Me cogió cerca la escena a un metro más o menos. Me aparte, ya no podía ayudar más, otros todavía consiguieron abrir la puerta, sacar el cadáver y depositarlo en la cuneta, mientras otros apartaban la furgoneta de la calzada. La mujer ensangrentada se quedo sentada llorando, mirando el  cadáver que estaba junto a ella, emitiendo quejidos del dolor. El Cónsul llamo al cuartel de Esperanza informando del hecho, para que enviasen una patrulla. La escena era macabra, parece ser que había reventado una rueda.

Yo me fui alejando de la escena, acercándome al coche, sin ver a Lydia que estaba dentro de él. Encendí un cigarro y me senté en el capo a fumármelo. Al verme Lydia cogió las llaves del coche y bajo, ella sabia que me pasaba algo. Se acerco a mí me abrazo y me dijo:


-         Supongo que desagradable ¿No Amorcito?
-         Pues si Lydia, muy desagradable, macabro. Déjame fumar el cigarrillo y empezaran a arrancar los coches.
-         Me fumare uno contigo aquí Amor. Lo encendió, se sentó en el capo conmigo y me paso su brazo por mi hombro, llevándome hacia ella. Venga cálmate Amor.

Al final los coches empezaban a arrancar.
-         Vamos Lydia que ya nos vamos.
-         Si Amor.

Llegamos al despacho del Procurador. Yo todavía veía la imagen de la cara de aquel hombre. Entramos, el Cónsul ya estaba allí, Moreno se quedo en el coche durmiendo.

-         Buenos días Procurador.
-         Buenos días Don, siéntense que les informo.

Nos estuvo informando que a había hablado con Brito, que había preparado unos poderes que deberíamos firmarle para representarnos en este caso y podérselos enseñar al Fiscal General y cual seria el procedimiento. Leí los poderes, eran limitados, eso si redactados en ese español rocambolesco, enamoradizo lingüísticamente.

-         Que Juan Miguel ¿Lo has leído?
-         Si Ferry, me parece bien.
-         Pues venga, dije firmemos y se acabo. Pero ¿Habrá que registrarlos?
-         No, no hace falta porque el Procurador, además de ser abogado es notario, y en este país si se cumplen estas cosas ya es suficiente.
-         Puntualicemos, dije. Vd. pasado mañana baja a la capital y habla con el Fiscal, que anunciara la nueva fecha de la vista.
-         Si Don ese es el plan, ya he llamado a la capital y tengo hora reservada.
-         Le acompañaremos Procurador, Juan Miguel y yo le acompañaremos, estaremos con Vd., le parece correcto.
-         Claro que si Don, Vds. son los clientes, Vds. mandan.
-         Bien pues hasta entonces, me ha dicho que a las 12; 30.
-         Si a esa hora Don.
-         No vemos en la puerta 15 minutos antes. Tiene mi celular, si hay algún cambio llámeme y sobre todo no traicione la confianza que estoy depositado en Vd.
-         No se preocupe Don, viviré para servirles, pongo a Dios por testigo.
-         Hasta entonces.

Nos despedimos educadamente, salio también el Cónsul y acordamos nuestro encuentro para ese día, quedamos que yo pasaría por su casa en la capital para recogerlo, así podría saludar a su Señora. Le pregunte si había hablado con Juan Inés. Me dijo que no.
Nos despedimos. Llame a Juan Inés, que me dijo que estaba viniendo con la jipeta que le había encargado, que había sacado un buen alquiler. Llegaría en 10 minutos.

-         Bueno me dice que trae una jipeta, nos libraremos de este coche. En 10 minutos esta aquí.
-         Ferry ¿Qué ha querido decir con eso de Pongo a Dios por testigo?
-         Es una forma de jurar, es muy normal por aquí, hacerlo así.
-         Que rebuscado Ferry.

En eso que se acerco una jipeta, era Juan Inés. Era una jipeta americana, grande, alta, para seis personas. Paro delante nuestro y bajo del coche.

-         Mire Don que le he conseguido.
-         ¿A cuanto el día?
-         700 pesos, quería 900 pero se lo baje Don.
-         Buen precio, te lo agradezco.
-         Vamos a hacer una cosa dije, comer tenemos que comer. Habrá que ir a pagar la jipeta supongo y son las 12 del mediodía. Que os parece si comemos, pasamos a dejar la fianza y los días que la tendré y después te enseño la plantación Lydia. ¿Apetece?
-         Si contesto Lydia.
-         Pues vamos, toma Juan Inés las llaves del coche, yo me llevo la jipeta.
-         OK Don, sígame conozco un sitio para comer bien y barato.
-         Pues vamos para allá, te sigo.


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gracias por el comentario, me ayudara sin duda