Llegamos a la hora acordada al Juzgado, ya estaban allí el Cónsul y el Procurador.
- ¿Hay alguna novedad más? Pregunte a ambos.
- No ninguna, vayamos hacia adentro, dijo el Procurador, que nos llamaran para la vista.
Entramos y esperamos en la puerta. Llego la hora pero no nos llamaban, estábamos nerviosos, Lydia y yo nos apartamos un poco para relajarnos y hablar de cualquier cosa que nos pudiera distraer. Al cabo de una hora mas tarde salio un auxiliar, que solicitaba que pasásemos al despacho del Fiscal.
- ¿Para que necesitamos hablar con el Fiscal? Pregunté.
- Yo solo recibo ordenes Don, él quiere hablar con Vds.
Pasamos al despacho del Fiscal, al momento entro él, nos invito a sentarnos.
- Señores tengo que informarles que los peritos agrónomos que se desplazaron de la capital al lugar de los hechos, sufrieron ayer un accidente de tráfico, perdiendo la vida, y todos los expedientes, con lo que me veo en la obligación de informar al Juez que la causa quedara como sine die.
Nuestras caras palidecieron, tres años para llegar aquí, y no había nada. Había que empezar con las denuncias, alegaciones, declaraciones, vamos todo, no tenia sentido.
- ¿Podemos oponernos de alguna forma? Pregunte al Procurador.
- No, bueno podríamos hablar con el Juez, pero él no cambiara el criterio del Fiscal, ya que en este caso es el acusador,
- Inténtelo Vd., le comente.
Salio con la información que ya había anticipado. Salimos del Juzgado.
- Mira Juan Miguel estoy aburrido del tema.
- Yo creo que debemos de seguir Ferry, por honor.
- Yo creo que también, pero me gustaría ver primero el abogado que conocí en un vuelo, tengo su tarjeta, le llamare y a ver si nos recibe mañana. Este abogado también actúa en Europa y puede entender mejor nuestro problema.
- Me parece bien, Ferry. Llámale y me dices algo.
- Te tengo informado Juan Miguel, te llamo. Hasta después, dándonos un abrazo.
Nos fuimos al hotel, y entramos en la taberna de la entrada a tomar algo.
- ¿Qué te parece Lydia?
- Mejor no opino. ¿Tu como estás?
- Decepcionado, seguramente es la mejor definición, que perdida de tiempo, dinero, ilusiones, de todo vamos. Pero vamos a ver ese abogado, lo llamo ahora mismo.
Cogí mi celular y concerté una entrevista ese mismo día a las cinco de la tarde. Llame al Cónsul para informarle de la hora de la entrevista, me dijo que él no podría asistir a esa hora que iría más tarde, le comente que esperaríamos.
Fue pasando el día y llego la hora de la entrevista, el día había empeorado, llovía a raudales.Nunca había estado en su despacho al final lo localicé estaba en unas galerías comerciales, muy típico en este país.
- Buenas tardes abogado.
- Buenas tardes Don, Doña un saludo. Tomen asiento por favor. Al principio cuando me ha llamado no sabia quien era, pero ahora que le veo le reconozco, coincidimos en un vuelo Madrid a Santo Domingo, y estuvimos mucho tiempo hablando durante el viaje.
- Si que es cierto. Le he explicado lo ocurrido por teléfono, si quiere se lo amplio.
- No hace falta, su explicación ha sido más que adecuada. Básicamente no hay otra solución, bueno existe una, que pida judicialmente que intervenga la Embajada Española , entonces ellos se lo toman mucho más en serio, y nada se pierde. Pero piense una cosa importante, empezar el proceso de forma particular significa dinero y más dinero, se adelantara la causa, pero Vd. el caso Don lo tiene que dejar en manos de alguien de confianza, no le puede estar pasando con los abogados lo que le ha ocurrido, y tampoco va a venir Vd. a este país cada vez que haya que hacer un paso, no se si me he explicado Don.
- Claramente, y se lo agradezco, por fin he encontrado a alguien que habla claro.
- Piense Vd. Don que yo tengo clientes europeos, como Vd., y si no les hablo así se van, no entienden como se tratan aquí algunas cosas.
- Bien le diré algo en breve, por cierto el Cónsul vendrá más tarde, infórmele igual que a mí, yo le llamare a él por la noche,
Nos despedimos y nos fuimos a un restaurante cercano, a tomar un café.
- ¿Qué vas a hacer Ferry?
- No lo sé, esperaremos a la noche cuando hable con el Cónsul, después decidiré. Por otra parte si nos saliese bien el tema de los vinos, ya tendría una razón para venir aquí. No sé tengo que esperar a que todo se desarrolle. Pero tengo la sensación que voy a ir solo, que el Cónsul se está bajando, mucha cháchara pero nada. Como decimos en mi tierra mucho ruido y pocas nueces.
- Dejemos pasar el tiempo Ferry, todo se encajara poco a poco.
- Esperemos que si, Lydia, ya no se como estoy, antes estaba aburrido ahora ya no sé como definirme.
- ¿Bueno que vamos a hacer?
- Esta lloviendo Ferry, si supongo que parara.
- ¿Me invitas a cenar Ferry?
- Si, como no ¿Dónde quieres ir?
- No sé algo que nos distraiga a los dos.
- Vamos a ir al Malecón, donde salen las calesas, hay dos o tres restaurantes y podemos cenar casi encima del mar, además ya ha dejado de llover y clarea.
- Gracias Amor.
- Vamos para allí, nos tomamos una cerveza antes y luego cenamos. Lydia se levanto y me beso.
- Vamonos Ferry.
Puesta de sol en Malecón |
Cogimos el coche y nos desplazamos donde ya habíamos tomado una cerveza, era demasiado pronto para que hubiese actuaciones pero se estaba bien, el sol se ponía y la luminosidad era maravillosa, Lydia lucia como siempre, no me cansaba de mirarla.
- Voy a llamar el Cónsul, ya debe de haber salido del despacho del abogado.
- Si llámalo Ferry, te tranquilizaras. Cogí mi móvil y marque el número.
- Alo.
- Juan Miguel, soy Ferry. ¿Has hablado con el abogado?
- Si que he hablado, que lástima no haberlo conocido antes. Me ha informado igual que a ti.
- ¿Qué piensas que hagamos Juan Miguel?
- La verdad es que esta vaina me tiene cansado, mucho tiempo persiguiendo un resultado, para estar peor que al principio, yo creo que deberíamos dejarlo.
- No te preocupes Juan Miguel, yo tengo que tomar una decisión, ya te diré algo cuando la haya tomado.
- ¿Qué vais a hacer Ferry?
- Vamos a cenar al Malecón, quizá mañana vayamos a Boca Chica, después ya veremos, queremos ir tres o cuatro días por allí, quizá Juan Dolio, no sé exactamente.
- Que vais a encontrar a la hija de Albano, Ferry. Reímos los dos.
- No a esa no la encuentra nadie, me parece, o ya no esta o ha sabido desaparecer bien. Buen te dejo, ya te llamo.
Colgué el móvil, apure mi cerveza, me senté.
- ¿Qué te ha dicho Ferry?
- Lo que me imaginaba Lydia, que él se baja del tema, tendré que empujar solo y la distancia es un problema de verdad, además Negro esta muy enfermo, y cuando finalice la causa quizá ya no exista, no sé, necesito unos días para pensar, y distraerme de alguna manera. Vamos a cenar que ya es tarde.
Nos fuimos al restaurante que conocía. Ambiente agradable, música en directo, sorprendente mejicana, unos mariachis rodeaban las mesas dedicándoles canciones, evidentemente ellos recogían sus propinas.
- ¿Van a cenar Señores?
- Si mesa para dos, mire que sea en la terraza que esta encima del mar.
- Si Señor, pasen Vds., bajen las escaleras que les están esperando. Bajamos las escaleras que daban a una gran terraza nos esperaba un camarero que nos acomodo.
- ¿Qué bonito Ferry?, mientras se sentaba.
- Si que es bonito Lydia. Venga vamos a reponer fuerzas y nos vamos a beber un vino español, que aquí tienen. Mírate la carta y elige.
- Ya he elegido Ferry.
- ¿Qué quieres Lydia?
- Unos espaguetis, que llevo tiempo sin comerlos, me apetecen.
- ¿Tomaras algo después? ¿Quizá un poco de res a la brasa?, Aquí es buena.
- Si, pero no me riñas si no lo acabo.
- No, tranquila hoy no estoy para reñir a nadie. Yo me comeré un mofongo.
- Ya no te pregunto Ferry, ¿Es algo de aquí, no?
- Si Lydia, discúlpame pero para comer espaguetis tengo tiempo cuando vuelva.
Mofongo Sorbete de Limón |
Vino el camarero y le hicimos el pedido, una buena botella de vino español, tenían una gran oferta por cierto, un Clos Mogador que tenia una puntuación de 96, no nos íbamos a llevar sorpresas. Por algo un organismo internacional dijo que el vino del priorato era el mejor del mundo, de paso hacíamos un poco de patria.
Encendieron la vela que había en la mesa, el ruido del mar, suave, emitía una dulce melodía, la orquestina mejicana se oía a lo lejos, estaban en la parte superior, finalmente vino el camarero con la comida y descorcho el vino, me sirvió e hice la cata a la que dedique todos los honores, sencillamente delicioso.
- Que ganas tenia de comer espaguetis Ferry.
- Es que a ti la pasta te gusta mucho, ¿Quieres probar esto?
- Si déjame un poco. Se llevo un poco a la boca con el tenedor.
- Esta delicioso Ferry.
- Toma coge más y después si quieres nos partimos la res o pedimos otro plato Lydia.
- Ponme un chic de vino, bueno un poco de vino, ya se están enganchando palabras de aquí.
- Si Lydia eso ocurre cuando te mezclas con ellos, acabas hablando su idioma para facilitar la comunicación, ellos te lo agradecen, y es más fácil para nosotros.
- Es una cena deliciosa Ferry.
- Gracias Lydia, te lo mereces todo, y ojala pueda dártelo, solo espero que las cosas nos vayan bien.
Cuando estábamos tomando un delicioso sorbete de lima se acerco el conjunto mejicano a nuestra mesa, rodeándonos, cantando la canción “Amor, Amor, Amor”, Lydia dejo la copa del sorbete en la mesa, me miro fijamente a los ojos, sus ojos brillaban de una forma impresionante, me estaban invitando a algo, al final un mariachi dijo: Don bese a la Doña que se lo merece, la tiene loquita. Le hice un gesto con las cejas, ella lo devolvió, me levante de la silla al igual que ella, y nos dimos un dulce beso donde nuestros labios luchaban entre si. La gente de otras mesas nos aplaudía, Lydia lo dejo al oír los aplausos, se ruborizo, y se sentó tapándose la cara con la mano.
- Bueno Lydia, no te pongas así.
- No si estoy bien, es que todavía me ruborizo a mi edad, y tendría que estar acostumbrada, contigo no es la primera vez que nos aplauden.
- Es verdad el día de los negritos en La Vega , no me acordaba. Nos pusimos a reír los dos.
- ¿Dónde me vas a llevar mañana? Que tú eres mi guía.
- Pues pensaba ir a Boca Chica, estamos un rato en la playa, y comemos por allí, o nos acercamos al desvío del aeropuerto y debajo del puente del desvío hay un buen restaurante que hacen el pescado de maravilla, no sé improvisaremos un poquito. ¿Te apetece Lydia?
- Si, vamos a relajarnos un poco, a la playa.
- Lo que pasa que a mi esa playa no me gusta mucho, es demasiado popular, como puedes llegar con una guagua desde la capital, todo el mundo va allí.
- Lo probaremos y si no me gusta nos vamos.
- Tengo que preguntar en el hotel si conocen algo de Juan Dolio, aquello si que es un paraíso, tranquilo, una playa impresionante, poca gente, bien se esta muy bien y quiero descansar.
- ¿Nos vamos al hotel Ferry?
- Si Lydia vamonos que ya es tarde y empieza a molestar la brisa del mar.
Cogimos el coche para dirigirnos al hotel, Lydia solo comentaba las excelencias de la cena, lo bien que lo había pasado y lo mucho que me quería.
- Bueno Lydia ya estamos en el reposo del guerrero.
- Me das el bracito Ferry.
- No
- ¿Por qué?
- Porque quiero darte mucho más. Lydia se giro y me beso, mirándome con unos ojos parecidos a los de la cena.
Si dormimos, como no, como todas las noches, pero tardamos nuestro tiempo, estábamos ocupados en obtener placer uno del otro, teníamos que dar salida a toda la adrenalina del día, era una lucha de titanes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por el comentario, me ayudara sin duda