domingo, 15 de mayo de 2011

El segundo viaje a RD

Los días fueron pasando sin grandes novedades, la semana siguiente volví a trabajar y anuncie que me ausentaría por quince días ya que tenia que ir nuevamente a Republica Dominicana a despachar un tema legal, no pusieron ningún inconveniente, ya que había muchos analistas que no salían y así le darían la oportunidad a alguno, pero que no me preocupase que cuando volviese contaban conmigo.

El mensaje me tranquilizaba, no estaban los tiempos como para perder el trabajo, aunque los clientes ya no eran potencialmente compradores, costaba mucho, había que hacer más esfuerzo. Era un trabajo que me gustaba, tenia que sacar todo lo que tenia y eso era algo agradable para mí.

Lydia se ponía nerviosa nuevamente preparando el viaje, la gran pregunta de cualquier mujer ¿Qué me llevo? Mientras tanto compre los billetes del avión, esta vez aprovechando unas ofertas de Iberia, era Noviembre del 2008, y los precios estaban bien para esa época.

Hicimos la visita a la cooperativa vinícola, expresando lo que queríamos, lo tuvieron preparado al día siguiente, además de ser representantes de la marca para RD. Estaba todo preparado, solo faltaba viajar.

Llego el día. Fuimos al aeropuerto y embarcamos.

-         Que diferencia de avión Ferry.
-         Como de la noche al día, Lydia.
-         Los reposapiés son reclinables, las butacas mas amplias, vamos una delicia comparado con la compañía que cogimos en el último vuelo. Yo siempre que iba a RD procuraba ir con Iberia, aunque no lo parezca es la mejor para ir allí, el Cónsul no se con que compañía viaja que ha llegado a tener hasta ocho horas de retraso, una barbaridad.
-         Ahora ya no soy novata, Ferry.
-         Pues a ver si lo demuestras, ya sabes que tenemos que hacer cuando se apague la luz del cinturón.

Avión de la compañia Iberia


Despego el avión, se apago el testigo de los cinturones, y los dos salimos hacia las filas traseras, cogiendo una cada uno, cinco butacas para cada uno. Me asome por encima de una butaca y le dije: Dulces sueños Amor. Dormí, y dormí bastante más que Lydia, cuando me desperté fui a nuestras butacas, ella estaba leyendo.

-         Ya estoy aquí, Lydia, la bella durmiente se ha despertado.
-         Lo tuyo no tiene nombre Ferry, te duermes en cualquier sitio, que envidia me das, cuando dices que te vas a dormir, cierras los ojos y duermes y a mi por norma general me cuesta un montón.
-         Lydia yo desde que tengo este trabajo, he aprendido a trabajar y descansar en cualquier sitio. Antes tenia vergüenza, ahora no tengo ninguna. Un aeropuerto, una mesa de un bar, una terraza la convierto en mi despacho, y los aviones en mi dormitorio, debe de ser la costumbre de viajar en ellos todas las semanas.
-         Me das envidia, de la sana, pero envidia.
-         Explícame Lydia, ¿Qué me he perdido?
-         Te has perdido, la cena, un pase que han dado con bebida y de momento nada más, si te descuidas te lo pierdes todo, Ferry.
-         Ahora iré a la cabina de azafatas a ver que les puedo sacar.
-         Como tú eres Ferry, les sacaras lo que quieras.
-         Ya veremos.

Fui a la cola del avión, les explique que estaba durmiendo cuando pasaron y si me podían facilitar algo para comer, con mi mejor sonrisa. Volvía a la butaca con una bandeja llena de cosas y dos bebidas, una para Lydia.

-         Mira Lydia, no me han dado más.
-         Pero si te han dado mas a ti que a mí para cenar
-         Lydia si te apetece algo, píllalo, yo no me lo acabare todo, seguro. Coge uno de los bocadillos pequeñines, que me han puesto cinco, o una bolsita de snack, vamos lo que quieras.
-         Como te lo montas Ferry, mientras cogía uno de los bocadillos. Con una sonrisa socarrona.
-         Nos faltan todavía tres horas para llegar Lydia, ves el mapa del final donde sitúan el avión.
-         Si ese mapa me agobia, hay veces que parece que vaya muy rápido, y cuando va a llegar a la costa parece que le cueste llegar, debe de ser una sensación mía.
-         Cuando acabemos de comer, ¿Podríamos jugar a cartas Lydia?
-         Si pero sin jugarnos nada, vale Ferry.
-         Si, Lydia sin jugarnos nada, no vaya a ser que pierda. Nos reímos los dos.

Pasamos el resto del viaje con nuestro juego de cartas, que nos entretenía tanto. Al fin se divisaba tierra, anunciaron por la megafonía del avión que en quince minutos tomarías tierra, y así paso.
Pasamos el control de aduanas con el clásico paripe del pago de los dólares, pero esta vez no nos revisaron el equipaje. Al salir estaba el Cónsul esperándonos.

-         Que tal Juan Miguel, abrazándonos.
-         Muy bien Ferry, hola Doña un beso, se besaron los dos. Me dijiste que habías hecho reserva en el mismo hotel, el cercano a la Embajada Española.
-         Si Juan Miguel, mañana es la vista, y estaremos quizá un par de días más en la capital, depende de cómo vaya, cuando acabemos queremos descansar unos días cuatro o cinco, y volveremos. Queremos ver la oportunidad de los vinos, visitar distribuidores, no hay muchos, hemos estado buscando por Internet, supongo que en la guía local debe de haber más, ya veremos, pero ahora me quiero centrar en la vista de mañana, lo demás viene después.
-         Si Ferry dijo el Cónsul, es cierto a ver si matamos ese tema de una vez, vamos hacia la jipeta. Déme su equipaje Doña.

Cargamos el equipaje y nos llevo hasta el hotel, esperó a que nos registrásemos y quedamos en encontrarnos en la puerta del Juzgado una hora antes de la vista, para ultimar detalles con el Procurador.

Salio la directora a saludarnos, hacia solo un mes que habíamos estado allí. Subieron el equipaje a la habitación, era la misma que la otra vez.

-         Bueno Lydia, esto ya lo conocemos.
-         Si Ferry, que deferencia, la misma habitación, y según ha dicho la directora te la guardaban desde que enviaste el email.
-         Si han sido muy amables Lydia. Su marido es un italiano, estuve almorzando con él un día, se dedica a aconsejar agricultores para la exportación de productos a Italia, y ella trabaja aquí, no esta contenta con el salario, pero dice que es mejor que quedarse en casa.
-         Lo que sabes tú de la morenita, Ferry.
-         Me lo explico su marido, Lydia, no seas mal pensada, siempre vas por el mismo lado. ¿Qué hacemos Lidia? ¿Comemos?
-         Si me apetece, pero algo ligero, que tengo el estomago mal del viaje, y mira que ha sido confortable.
-         Después si te apetece podemos ir al cine. Hay unos cines en la 27 con Washington, me parece, y podemos mirar si todavía hacen esa película la de Ladrones a Domicilio, tengo ganas de reírme a gusto.
-         Bueno, hecho.

Salimos a comer cerca del hotel, y después cogimos un taxi seguro, yo llevaba una tarjeta con el número de teléfono, y mi celular de allí todavía tenia saldo. Nos llevo hasta el cine. Nunca había ido al cine en RD. No tenía nada que envidiar a uno europeo. Salimos del cine riendo.

-         Que divertida la película. ¿Te ha gustado Lydia?
-         La verdad es que si, no me esperaba yo esto, es una crítica a la sociedad dominicana, en toda la regla. El trozo de los caramelos de menta, es lo que pasa cada día.
-         Muy realista, alguien que por un infortunio, empieza a improvisar para obtener dinero. Tiene un mal día y las consecuencias no son predicibles. Me he reído un montón.
-         Yo también Ferry.

Llamamos otra vez a un taxi de la misma compañía y en dos minutos se presento la unidad que me anunciaron, destino, el hotel.

-         Te apetece comer algo para cenar, aunque sea pronto Lydia.
-         No, mejor sabes que, entramos en ese colmadito, compramos alguna cosa y nos vamos a dormir, así si nos despertamos podemos comer algo, yo estoy como tu rota del viaje.     

Lo hicimos, y nos pusimos directamente a dormir, mañana podría ser un gran día, esperaba.

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