martes, 10 de mayo de 2011

El catamarán

Nos levantamos pronto, deje a Lydia arreglándose ya la llamaría para desayunar, tenía que arreglar los billetes, ver si podían quedarse como abiertos para decidir la fecha de vuelta más tarde, dependía del fiscal,  en caso contrario en tres días deberíamos irnos, o por lo menos saber el coste del cambio.

Fui hasta el pequeño edificio contiguo a recepción que tenia el operador del tour. Explique el caso a la Señora que me atendió.

-         No Don, si Vds. No viajan ese día hay un recargo siempre que Vds. salgan del aeropuerto de Puerto Plata, si Vds. quieren salir del aeropuerto de las Americas pierden el billete, ya que allí nuestro operador no trabaja, tenga en cuenta Vd. que es un vuelo charter, son viajes cerrados.
-         ¿No hay ninguna solución posible, Doña?
-         No, es lo único que le puedo ofrecer a Vd., eso si puede alargar la estancia y eso tiene un coste.
-         ¿Dígame cual es el recargo por persona?
-         Unos quinientos euros por personas.
-         Pero, como puede ser ese precio, por un poco más tengo una ida y vuelta.
-         Lo se Don, pero son las tarifas de la compañía, vea Vd. aquí tiene las listas, yo no puedo hacer nada.
-         Y en caso que no viajar ¿No abonan nada?, me ha dicho.
-         Exactamente Don.
-         Pues me lo pone crudo Señora.
-         No le entiendo.
-         Que me lo pone difícil. Bueno dejémoslo, gracias por su información.
-         Por cierto nos hemos apuntado a la excursión del catamarán, ¿Tengo que abonárselo ahora o lo cargan en la cuenta del hotel?
-         No me lo tiene que abonar ahora, porque el chofer le pedirá el ticket.
-         ¿A que hora sale?
-         Esta siempre anunciado a las nueve pero se espera veinte minutos más, por los retrasados. Pero no se va hasta que estén todos Vds., vamos los que han pagado.
-         Buena medida Doña.

Abone la excursión, doscientos dólares por cabeza, fui a recepción y marque el número del bungalow.

-         Lydia ya estoy, ven para desayunar.
-         Si Amorcito. ¿Has podido arreglarlo todo?
-         No Lydia, ahora te explico cuando desayunemos.

Fui a buscar el cacao de Lydia, que el maître ya me sacaba al verme, seleccione una mesa y fui a que me preparasen un desayuno caliente, a saber que comeríamos en la excursión.

-         He cogido esto caliente para ti Lydia, pero si no lo quieres ya lo saqueare yo, no te preocupes.
-         Si los huevos si que los quiero, el beacon no, voy a cogerme algo mas al buffet.

Volvió Lydia, se sentó.

-         Dime ¿Como te ha ido?
-         Fatal.
-         Hombre explícate más Ferry.

Le explique la opción que me habían informado.

-         Como veras Lydia, hay pocas alternativas, si no confirma el Fiscal mañana nos iremos.
-         Pero Ferry, si es importante, deberíamos quedarnos.
-         No Lydia, tengo mis serias dudas que se cumplan los plazos que ha dicho el fiscal. Ahora llamare al Procurador para que me informe, y llamare también a Juan Miguel para que se acerque a la Fiscalía y se informe. Mañana haré lo mismo y por la noche, o en la mañana siguiente tomaremos una decisión. En teoría si nos vamos es a las cinco de la tarde, hay tiempo, pero ya empieza a ser un agobio este tema.
-         Pero yo creo que debemos quedarnos.
-         No Lydia que no sabes como funciona esto aquí, es difícil de entender a veces.

Lydia se enfuruño, cambio la cara, se había hecho a la idea que nos quedaríamos, a ella este país le encantaba al igual que a mi, pero no tenia sentido quedarse aquí para no hacer nada. Llamaron por la megafonía del comedor para que las personas que estuvieran apuntadas se personasen en recepción.

-         Vamos Lydia.

No contesto, empezó a andar hacia la recepción. Yo iba pensando, vaya día que vamos a tener, es como un niño mal criado, no atiende a razones, o se sale con la suya o tenemos morritos, ya era una característica de Lydia, aunque yo era un buen torero para estos temas, además había decidido hacia tiempo que el coste de su soberbia lo pagaría ella no yo, no es un comportamiento de adulto.

MÚSICA DE FONDOBACKGROUND MUSIC


Subimos al autobús sin decir palabra y nos dirigimos al puerto, allí nos esperaba un catamarán. El guía, un moreno, nos explico la excursión que íbamos a efectuar. Me senté delante del catamarán, que el agua que iba rompiendo fuera salpicándome los pies, estaría fresquito, Lydia se sentó a mi lado, en estas situaciones yo siempre perdía la caballerosidad y no la esperaba, que hiciera lo que quisiese.

Yo iba mirando a derecha e izquierda, los barcos y yates que iban surcando las aguas, los pequeños islotes y salientes de tierra que había, los pelícanos como se tiraban en picado para pescar.
Se veían diferentes hoteles de lujo, localizados en enclaves diseñados por la naturaleza, incluso había uno enorme de una cadena que estaba en un islote. Lydia iba mirando también pero no hablaba, yo tampoco iba a empezar.

Llegamos a un punto determinado, donde el guía anuncio que iban a anclar el catamarán y que nos facilitarían los utensilios necesarios para hacer snorquer, vamos unas gafas de agua y aletas, para bucear. Nos advirtió que estaba prohibido tocar las estrellas,

Fuimos cogiendo todos los pasajeros los instrumentos para practicar. En esto que bajaron unas escaleras por la proa del catamarán, Lydia fue de las primera, a mí nunca me gusta ser el primero, en los sitios que no conozco. De repente vimos que la primera persona que se tiro, estaba pasando por debajo del catamarán, ya que la corriente estaba entrando con muchísima fuerza y no podía contrarrestar esa fuerza. Lo tuvieron que rescatar por la popa tirándole un cabo. Lydia se había resistido nadando, Lydia nada bien, pero al final la marea se la llevaba e iba a coger el mismo camino que el primero. Al darme cuenta, baje por las escaleras, sin llegar a entrar en el mar, y cuando pasaba la cogí por los pelos, suficiente para que ella pudiera cogerse a la cuerda que bajaba las escaleras. Le cogí la mano y la ayude a embocar la escalera para subir. Salio del agua asustada, vociferando la imprudencia que había cometido el guía, ya que esta situación él la debería conocer y no poner en riesgo a los turistas.

Se sentó al mi lado, mientras la abrazaba para calmarla.

-         Venga Lydia tranquila, ya ha pasado el susto.
-         Pero ese tipo es un impresentable, si él hace las excursiones aquí debería saberlo, es una indecencia, cuando lleguemos al hotel pienso poner una queja.
-         Estas en tu derecho, pero ahora cálmate. Cogí dos cigarrillos y los encendí como a ella le gustaba, haciéndolos rodar en mis labios y mojando suavemente el filtro, decía que tenían gusto a mí. Toma fúmate el cigarrillo tranquila y disfruta del paisaje. Por cierto deberías ponerte la crema solar que te ha pillado bien el rato que hemos estado navegando.

Lydia se fue calmando, y se apoyo en mi hombro. Bueno había tenido que pasar algo así para romperlo todo. El guía levo anclas rápido del lugar por las quejas que recibía de todo el pasaje, estaba abochornado. Nos dirigimos a una isla, que según nos explicaba fue donde se rodó el anuncio del ron Bacardi, con su famosa palmera inclinada en dirección al mar, la verdad es que en aquel país se podía haber rodado en cualquier sitio, pero bueno era la leyenda de la excursión. Nos dio una hora en el momento que embarranco en la playa  para desembarcarnos.

Fuimos en dirección de donde nos dijo el guía, había unas casetas de venta de bebidas, unas mesa para comer, y una playa con arenas finas y blancas.

-         Bueno Lydia esto mejora.
-         Si parece que si Ferry, me tomaría algo.
-         Vamos a ver que tienen.
-         Cogimos una Coca para saciar la sed.

Empezaron a aparecer todo tipo de lugareños, intentándonos vender cualquier cosa. Vi unas caracolas de mar grandes que me gustaron, empecé a practicar el deporte de regateo y me las lleve a buen precio para mi, y supongo que también para él.

-         ¿Por qué las has comprado Ferry? Ahora vamos a ir cargados todo el viaje.
-         No te preocupes Lydia, soy yo quien lleva la bolsa.
-         Pero huelen.
-         Si porque no deben haberlas limpiado bien, piensa que detrás de cualquier lambí hay una caracola. Ya las envolveré en bolsas de plástico, así no olerán. Fíjate en el nombre de ese chamizo.
-         Vaya guarrada Ferry, se llama popola.
-         Si pero si no eres de aquí no lo sabes.

Lydia tenia mal día, primero los billetes de avión, después el catamarán, ¿Qué más le pasaría? Nos dirigimos a la playa, y estuvimos dándonos un largo baño, apetecía de verdad. Salimos del agua.

-         Ferry ¿Y si alquilamos unas hamacas?
-         Casi mejor, que esta arena es muy fina, y nos la llevaremos encima.
-         Pero déjame que ahora quiero negociar yo Ferry.
-         Adelante Lydia todo tuyo.
-         ¡Ey! Muchacho dos hamacas.
-         Si Doña, donde se las pongo.
-         Aquí mismo, una al lado de la otra. ¿Cuánto es?
-         200 pesos Doña.
-         ¿Cómo que 200 pesos?, si tienes el cartelito que pone 200 pesos todo el día y solo vamos a estar media hora.
-         No Doña nosotros no contamos el tiempo, contamos la hamaca que se utiliza. Lydia había caído en la trampa, esta gente es lista, ya no era posible negociar sin entrar en conflicto.
-         Pues te las llevas y punto, le dijo al muchacho. Cogió su toalla la extendió en el suelo, y se sentó encima. Ferry ven ponte a mi lado.
-         Como no Amor. 

Cualquiera le decía lo contrario, había experimentado la frustración de la negociación, nunca empezó a negociar, debería haber empezado explicando el tiempo que la necesitaba, pero bueno ya estaba hecho. En aquello que llegaron dos lugareños que llevaban unas pequeñas caracolas en la mano, preciosas, pidiéndome que le cambiase las cinco monedas de euro que llevaba, propinas de turistas, por un billete, seguro que era para cambiarlos, pensé vamos a disfrutar un poco y que Lydia se anime.

-         Si os cambiare las monedas por un billete, y además dos caracolas de las que llevan.

Se quedaron perplejos, hacían ese gesto característico que notas que no entienden bien, es cuando arrugan la nariz, es un signo externo detectable, de esa forma ellos expresan que están confundidos. Lydia miraba las reacciones. Los dos lugareños dieron la vuelta y se fueron, al rato volvieron y sin mediar palabra me dieron las caracolas y las monedas de euro, yo les di el billete a cambio.

-         Bien hecho Ferry, yo nunca aprenderé.
-         Venga Lydia que no hay para tanto, esto es la oferta y la demanda, nada más. Nos reímos los dos, por fin Lydia había reído.

Nos llamó el guía a todos que íbamos a comer y deberíamos de embarcar. Nos levantamos, sacudimos las toallas, bueno eran verdaderas estopas de arena y nos dirigimos al catamarán. Lydia me cogía, parecía que se le había pasado todo, bendita luz la que ilumina el camino del paciente.

El guía anuncio que comeríamos camino del puerto, en una parte de la costa reservada para ello, que deberíamos desembarcar otra vez. En la ida, mientras estamos enfadados, al margen de la derecha atisbe unas casas  y pensé, pobre gente como pueden vivir ahí, no se como deben de conseguir el agua, vamos lo básico.

 El catamarán desembarranco, dio la vuelta y empezamos a regresar. Justo cuando pasaba por el lugar que me había fijado, viro a la derecha y se dirigió directamente hacia allí. Joder, pensaba, este cabrón nos lleva al infierno a comer. Atracó, era la parada establecida, los niños le saludaban lo conocían.

Nos estaban esperando unas mesas y bancos de madera, un escueto buffet en el centro del chamizo. El guía anuncio que los que bebiesen 7- Up no podría beber otra bebida.

-         Bueno Lydia ahora si que la lió de verdad, esto es un abuso. No dije nada en ese momento.    Vamos a dar la vuelta a ese buffet.
-         Si vamos y nos servimos, Ferry.

La gente se había ordenado en cola para pasar por delante del buffet, siempre hay el clásico que se ordena al revés es como la película del Expreso de Media Noche, pero aquí no tenia sentido, hacerlo era una falta de respeto a los demás. Me serví como nunca lo había hecho, hasta arriba el plato, por si acaso.

Nos sentamos, hacia calor y me bebí el 7-Up de golpe. Pedí que me sirviesen más, y no se si fue por la cara que puse esperando la negativa, que no pusieron ninguna objeción. Bueno la excursión era un fiasco, lo mejor la playa y lo que iba a pasar. Nos quedaba una hora para salir. Vaya aburrimiento allí que no podías hacer nada, además no te podías bañar, aunque estuviéramos en el Caribe esa playa estaba llena de pequeñas piedras y te dejaban los pies doloridos.

Pero habían unas hamacas.

-         ¿Qué Lydia aprovechamos?

No contesto salio a la carrera. Ella cogió una y yo la otra. Puse la toalla en la hamaca para que las cuerdas no me molestaran e hice la siesta del Caribe.

Nos despertaron, nos íbamos, embarcamos y finalmente llegamos al puerto. La mayoría de los pasajeros manifestaban su enfado con la excursión.

-         Bueno Lydia hemos escogido mal, otra ves será.
-         Si pero hemos perdido un día, podíamos haber ido a las cascadas esas.
-         Ya volveremos, no te preocupes, no se lo llevaran. Mira ahora nos duchamos y vamos a comer el lambí, que me han dicho que es afrodisíaco.
-         ¿Que quieres una fiesta Ferry?
-         Pues la verdad es que si, ya sabes que después de los cabreos me viene el subidón.
-         Pues a mi me pasa lo contrario Ferry.
-         Eso te lo curo yo, dame el tiempo de la cena. Tu sabes que se cogerte el punto.
-         Que diablo que eres. Mira se me ha enganchado una palabra de aquí. Reíamos a carcajadas mientras subíamos al autobús.

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