miércoles, 11 de mayo de 2011

El Lambí

Un poco de musica ambiental:


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Llegamos al hotel y directamente fuimos a asearnos sacarnos la sal del cuerpo. 

-     ¿Te duchas tu primero o yo Lydia?
-     Ya me ducho yo, que tardo más Ferry. Como vamos a cenar fuera me pondré guapa.
-     Lo esta siempre Lydia.
-     Que amorcito eres Ferry.
-     Voy a llamar otra vez al Cónsul y al Procurador, para ver si han hecho las gestiones. Mientras tanto Lydia se iba desnudando, dejando ver aquel maravilloso cuerpo que acompañaba a aquella linda cabecita.
-     Si es cierto Ferry, que has llamado antes de salir.

Hice las llamadas, y ambos habían ejecutado lo encomendado, pero el Fiscal no se había pronunciado todavía, volverían a ejecutarlo mañana por la mañana, esperando que la insistencia diese su resultado. Le explique la situación al Cónsul, y el coste que significaba, solicitándole que pusiera todo su empeño en la gestión. Mientras tanto Lydia salía de la ducha, y me abrazo.

-         Tranquilo Ferry, todo saldrá bien.
-         No esta en mis manos Lydia, hago lo que puedo, pero ya ves como funciona esto, si no busco la información, la información no me llega, me pone nervioso situaciones de estas. Pero bueno tendremos que resignarnos a funcionar así.

Yo estaba sentado en la cama, Lydia había accedido por el otro lado poniéndose de rodillas, me cogió por los hombros y me tumbo, puso su cara cerca de la mía.

-         Va Ferry, no te rendirás ahora.
-         No Lydia, soy de los que no tiran la toalla, pero esto aburre de verdad.

Lydia me beso, dulcemente, mientras me acariciaba la cara.

-         Venga y ahora te duchas y vamos a ver que es eso del Lambi.

Me duche y nos fuimos. Cogimos el coche y nos acercamos al pueblo cercano, parecía seguro, al final encontramos un restaurante abierto lateralmente, que tenia buena apariencia.

-         Mira Lydia, ¿Cenamos allí?
-         Si, esta bonito, ese mobiliario, y estaremos fresquitos como es de paredes abiertas, estaremos bien, espero que no tengamos frío, porque con la solana que hemos cogido. Yo he sido previsora y me he traído una chaqueta suave, pero tú no llevas nada.

Aparcamos y entramos.

-         Buenas noches Sres. ¿Van a cenar?
-         Si, por favor.
-         Elijan Vds., pueden sentarse en esas mesas redondas o en esos barriles con taburetes, ¿Donde prefieren? Lydia y yo nos miramos, una mesa redonda siempre nos traía recuerdos.
-         En aquella redonda, la de la esquina del final, que aquella pared no está abierta y tapara un poquito el vientecito.
-         Bien Señores, síganme.

Nos sentamos, la mesa nos recordaba al restaurante de Canyelles, que tan buenos recuerdos nos traía. Cogimos la carta, sabíamos que lambí era uno de los platos.

-         Ya saben los Señores. que tomaran.
-         Si mire nos trae lambí y unos camarones al ajillo. Traiga dos platos limpios porque lo partiremos, no vaya a ser que a la Doña no le guste.
-         ¿Para beber Sres.?
-         ¿Tienen vino?
-         Si Señor, le traigo la carta de vinos.
-         Mira Lydia, este vino chileno puede que este bien. No hay vino español.
-         Si es un reserva, pídelo Ferry.
-         Mire nos trae una botella de este vino, señalándolo en la carta.
-         Bien Señores al momento.
-         Bueno Lydia ya tenemos el lambí famoso, he pedido dos platos por si no te gusta no lo estropeas y pides otras cosa.

Lydia se había sentado muy cerca de mí. Apoye la mano en su pierna. Lydia se había puesto unas faldas que a mi me gustaban mucho. Le acariciaba la pierna mientras hablábamos. Mi mano estaba acostumbrada a ese recorrido.
Trajeron el vino, brindamos por nosotros y bebimos.

-         Que rico esta Ferry.
-         Si esta en su punto, fresquito. La diferencia de producción se nota en el coste.
-         ¿Qué quieres decir Ferry?
-         Pues en Chile, el vino lo puedes llevar a reserva con virutas de roble, en España ese sistema esta prohibido, es la barrica que tiene que ser de roble. No cuesta lo mismo una viruta que una barrica.

Nuestra conversación se desvió a la excursión de la mañana, mi mano seguía acariciando su pierna, cada vez mas atrevida, cada vez mas arriba. Lydia estaba sentada a mi derecha, era mi mano buena, la izquierda el Señor me la puso para que fuese simétrico. Empezaba a jugar por debajo de la falda, en ese momento vino el camarero con la cena.
Caracola de donde se extrae el Lambi

Lambi cocinado
Camarones al Ajillo

     -         Sres. que aproveche, disfruten de nuestro chef.
-         Gracias.
-         ¿Te pongo un poco y lo pruebas, Lydia?
-         Si, ponme un poco. Cogió su tenedor, lleno la punta llevándoselo a la boca. Masticaba lentamente saboreándolo.
-         ¿Qué tal Lydia?
-         Delicioso Ferry, esta delicioso.
-         ¿Te pongo unos pocos de camarones Lydia?
-         Si por favor los probare, y sírveme vino, please.

El vino entraba bien, conservaba su temperatura, y el sol del día había hecho su trabajo. Acabamos de cenar y Lydia irradiaba satisfacción, sonreía y me miraba de forma picara, a lo que yo contestaba con la misma mirada. Lydia cogió mi mano y la puso en su pierna.

-         Pero que cauto estas hoy Ferry.
-         ¿Por qué lo dices Lydia?
-         Hoy te conformas con poco.
-         Te entiendo, no te preocupes.

Subí mi mano lentamente, mirando la cara de Lydia al mismo tiempo. Lydia iba cerrando los ojos lentamente, mi mano se acercaba cada vez más. Note como Lydia abría las piernas un poco momento que aproveche para llegar a su destino final, y acariciarlo de forma disimulada, no llevaba ropa interior, ella sabia que eso me ponía un montón, para algo la acostumbre yo. Mis dedos se mojaban de una forma brutal, Lydia emitía pequeños ruidos como el que saborea una buena comida.

-         Lydia vamonos o daremos un espectáculo.
-         Y que importa Ferry, tomate el café de cada día, espérate un rato se esta bien. El vino había hecho su efecto.

Me trajeron el café y le pedí la cuenta. Lydia volvió a coger mi mano, y suavemente la puso en el objetivo, la humedad era indescriptible, llego un poco más allá, y cogiendo mi mano con la suya me enseño que tenía que hacer. La situación era tensa, el mantel de la mesa tapaba las acciones pero los cuerpos podían llegar a tener movimientos extraños que había que disimular.

-         Nos vamos Lydia.
-         Si Ferry, vamonos ya.
-        
Cuando Lydia se levantó, y le cedí el paso. Llevaba la falda mojada por detrás. Entramos en el coche. Lydia me cogió el brazo, apretándose hacia él.
Arranque el coche y Lydia me puso la mano donde había estado la última vez. Se soltó del brazo y se reclino bien hacia atrás para disfrutar facilitándome el trabajo. Yo utilizaba la manos, los dedos, todo. Ella tenia la mano encima de mi entrepierna, notando mi excitación Vi una zona en el arcén donde se podía parar, pare.

-         Has hecho bien Ferry.

Yo no dije nada. Sus palabras no se entendían bien, se mezclaban con los gemidos.

-         Ven que yo no he tomado postre, y se lo tomo mientras yo la exploraba.

Le ponía mi mano en su boca y ella la apretaba lamiendo mis dedos. Que momento. Conseguimos llegar al hotel, por fin. Lydia se ato la chaqueta a la cintura para que no se notase la falda mojada. Cogimos el trenecito para llegar al bungalow.

Nada mas entrar y cerrar la puerta, Lydia se puso de rodillas y siguió con algo que le gustaba. Me apoye en la puerta, cogiéndole la cabeza y ayudándola al ritmo que llevaba, hasta que llego el momento que siempre la avisaba presionándola un poco, ella se preparaba. Me miro desde abajo, con cara de lujuria, pasándose la lengua por los labios.

-         Esto no se ha acabado Ferry.
-         No Lydia esto no se ha acabado, te lo puedo asegurar que no.

La hice levantar y la empuje a la cama. La fui desnudando lentamente, le quite la camisa, los sujetadores, mientras ella me acariciaba y yo la llenaba de besos, mordisquitos por todo el cuerpo. Bueno lo que paso allí es inenarrable, fue una de las noches con más actividad de mi vida.

-         Lydia ha estado maravilloso.
-         El maravilloso eres tu Amor y la naturaleza que te ha dotado de ese aguante, me besaba, y se apoyaba en mi pecho. Miraba hacia la parte inferior de mi cuerpo y acariciaba la parte que le había dado placer.
-         Lydia si sigues no acabaremos nunca, que me conozco.
-         A mi no me importaría Ferry.

Mientras levantó la cabeza y empezó a darme besos descendiendo por mi cuerpo y acariciando con sus labios y lengua aquello que ella tomaba cada vez más fuerte con su mano. Le puse cremita y se sentó, dándome la espalda, encima de mí, lentamente para acostumbrarse, echo sus manos hacia atrás apoyándose en mí, mientras yo le acaricia por delante, poniendo mis dedos en ella. Lydia se movía y gritaba.

Se levanto, goteaba.

-         Eres una bestia Ferry. Jamás vi algo así.
-         Ya sabes Lydia no se lo expliques a nadie que te llamaran mentirosa. Debe haber sido el lambí.
-         Que dices, tú siempre eres así, no te hace falta el lambí, voy a ducharme.
-         Si dúchate que te hace falta. Reímos los dos.
-         No como a ti Ferry te limpian, no te hace falta.

Se ducho, pusimos la televisión un rato y nos dormimos de la forma habitual. Pasado mañana iba a ser un día de decisiones, irnos o quedarnos.

3 comentarios:

  1. Historia muy original, se nota seinceridad. Te animo a que continues, un beso

    Marixell

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  2. Bien, bien y bien donde esta editado el libro


    Maira

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  3. I love, lovely, very good, Angee

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Gracias por el comentario, me ayudara sin duda