Bajamos a la taberna de la entrada, al pasar por recepción estaba la directora, a la que salude deseándole buenas noches, ella contesto mirándome de forma que hasta Lydia se dio cuenta. Nos sentamos en la taberna.
- ¿Qué tomaras Lydia?
- Una cerveza.
- ¿Nacional o importación Lydia?
- Una Coronita esta vez Ferry.
- Yo también tomare lo mismo. Doña por favor dos Coronitas, con su limón y esa jarra helada que Vd. tiene.
- ¿Cómo te ha mirado la directora Ferry?
- No se que quieres decir Lydia.
- Si he notado algo extraño en su mirada, he notado deseo.
- Venga Lydia, imaginaciones tuyas, no hagas caso, tendrá un día de subidón, como quieres que se fijen en este país de charcos que soy yo. Tengamos la fiesta en paz. Yo pensaba que al final no había hecho nada, todo había sido un accidente, pero Lydia no lo entendería si se lo explicaba, montaría el pollo de rigor y no tenía ganas de pollos, tenía ganas de estar en positivo, bastante mal lo había pasado en esa situación.
- Si, tu país de charcos, si te llevas por delante lo que quieres Ferry, no sé como lo haces pero hay que ir con cuidado contigo.
- Lydia ¿Estas poniendo en duda mi fidelidad a ti?
- No en absoluto, sé que serias incapaz, que te entregas a una sola mujer, pero cuando no tienes compromisos has ido destrozando por ahí.
- Bueno pero eso es cosa mía Lydia, además tu sabes que a mí no me gusta explicar mis cacerías, son mías y no las comparto por caballerosidad. Nunca hablo de ellas. Mejor lo dejamos, que al final acabaremos mal. ¿Dónde vamos a cenar? Dame una idea.
- No sé, me apetece algo muy normal, una hamburguesa o algo así.
- Mira hay un sitio que esta abierto las 24 horas, esta cerca del Colonial, los bocadillos están bien y los jugos son buenos. Podemos ir allí.
- Sí, si dices que has estado Ferry.
- A veces cuando llegábamos tarde de la plantación y teníamos hambre íbamos allí a comer algo, es conocido en todo Santo Domingo, lo fastidiado es aparcar, pero bueno ahora encima de la acera no hay problema. Por cierto tengo que llamar a Moreno para que nos acompañe mañana y nos guíe un poco, el conoce todas las calles, incluso nos puede ir bien si alguien se tiene que quedar en el coche.
- Sí llámalo Ferry.
Nos dirigimos hacia aquel sitio, esta vez tuvimos suerte, casi aparcamos en la puerta.
- Esto es un sitio muy popular Ferry.
- Sí Lydia pero no te preocupes, es seguro y limpio.
- Mira siéntate en ese taburete y resérvame uno, voy a coger las cartas. Toma aquí la tienes, mírate lo que quieras y si algo no entiendes me lo dices.
- No te preocupes que solo quiero una hamburguesa ¿Son como las de allí?
- Sí Lydia, más o menos, son mejores que la de los burgger, pruébalas. ¿Solo tomaras eso?
- Sí inicialmente sí, si tengo hambre me pediré algo más.
- Pues yo tomaré otra y una Coca.
- Yo quiero un jugo Ferry.
Hice el pedido, lo trajeron casi al instante, estaban súper organizados, el pedido de los clientes no tardaban ni tres minutos en ser servidos y con gran higiene.
- Te has fijado que somos los únicos extranjeros Ferry.
- Sí, no te preocupes, no pasa nada, si no fuese seguro no te traería, come y disfruta de tu hamburguesa, por cierto ¿Cómo está?
- Riquísima, de las mejores que me he comido Ferry.
- ¿Quieres algo más?
- Sí, me comeré otra Ferry. ¿Cómo has quedado con Moreno?
- A las nueve de la mañana en la Venezuela , donde vivía él antes. Por lo visto ahora se dedica a ayudar a un mecánico que hay por allí, a ratos libres. No sé que horario debe de hacer con el Cónsul, por cierto tendría que llamarlo.
- Total para lo que ha servido Ferry.
- Siempre cerrando puertas Lydia, que gran diferencia hay entre tú y yo. Tu cierras puertas y yo las dejo entreabiertas, nunca sabes cuando tienes que llamar. En esta vida hay que tener amigos hasta en el infierno, en cambio tu vas de Juana de Arco, y así acabas, en la hoguera. Nos reímos ambos.
- Es mi carácter Ferry, no lo puedo remediar.
- Pues deberías moderarlo, te hace mucho daño Lydia, tanto a ti como a los que te rodean. ¿Quieres algo más?
- No estoy llena Ferry, casi preferiría irme.
- Pues pago y nos vamos.
Fuimos hacia el hotel, a la entrada Lydia miro a la recepción, la directora ya no estaba. Entramos en la habitación.
- Ya no estaba la directora Ferry.
- No me he fijado Lydia, que obsesión tienes. Veamos mañana nos tenemos que levantar a las ocho o antes, para ir a recoger a Moreno. Preparamos ahora las muestras y los catálogos, lo ponemos en la bolsa, así iremos más rápido mañana.
- Pero yo me quiero duchar mañana, Ferry.
- Pues dime a que hora pongo el despertador.
- A las siete y media Ferry.
- Pues toma, quédatelo tú, que yo me levantare a las ocho, así te duchas con tranquilidad. Voy a dormir.
- Si vas y yo voy, vamos a dormir que estoy rota.
- Estoy cansado yo también Lydia, tampoco hemos hecho tanto hoy, pero supongo que sale el cansancio de estos últimos días.
Se oyó como siempre, como todas las noches la frase “¿Dónde esta mi bracito?” Lydia no sabía dormir sin mi brazo. Me dormí de inmediato, parecía que me había desmayado.
- Ferry, despierta ya son las ocho.
- He dormido de un tirón, anoche no me di cuenta que me dormía, increíble.
- Que rabia me das Ferry, que poco te cuesta dormirte.
- Me voy a duchar le dije, mientras me levantaba y le daba una palmada en el trasero.
- Vaya te has levantado marchoso Ferry.
- No Lydia, son los buenos días, os tengo que saludar a todos. Lydia reía.
Me vestí y bajamos a tomar el desayuno.
- Podríamos invitar a desayunar a Moreno ¿Qué te parece?
- Sí, que es buen tipo Ferry.
- Pues cuando lo recojamos paramos por ahí, que tome lo que quiera, ya le daré después una propina. Vamos a buscarlo.
- Sí vamonos.
Me encamine hacia la Venezuela , conocía bien ese barrio. Llegamos a ese cruce de calles, donde el vivía. Habían construido una gran superficie enfrente de ellos. Nunca entendí como planificaban las inversiones, era enorme, una vez entre pero no había nadie, no entendía nada.
- Tú quédate aquí en la jipeta , Lydia y ciérrate las puertas. Voy a ver donde esta Moreno.
Fui al taller que me dijo, pregunte por él, y me dijeron que estaba en el colmadito de enfrente. La situación se complico, allí estaba Janaira con su uniforme, dándole cháchara en el pica pollo.
- Ferry, Ferry, chillaba desde la tienda.
Yo le hice un gesto con la mano, para que esperase, diciéndole que estaba buscando a Moreno. Mire hacia atrás, Lydia no se había dado cuenta.
Recordaba a Janaira, esa piel rosa, suave, alguien que me pidió un hijo mío el segundo día que me conoció, sin compromisos, solo quería ser madre de un hombre blanco, no quería mezcla de sangres. Esa mujer me ponía como nadie, su uniforme militar, cuando desataba su blusa lentamente mientras ella se enroscaba en mí con sus brazos, y me besaba. Las noches que habíamos pasado en las caballas de Puerto Haina, le gustaba ir a las de Villa Madrid, sus espejos, su pelo rojizo agitándose por encima mío, su forma de mirarme, sus caricias lentas, sus agradecimientos constantes, cuando el agradecido debería haber sido yo. Siempre dormía abrazada a mí como si me fuese a escapar. Como le gustaba que fuese a buscarla al cuartel y salir conmigo del mismo, me iba presentando, mira es el español que te he comentado, decía. Esa mujer me dio a mí lo que a ningún hombre había dado, me eligió a mí, y no me engaño, yo supe que fui el primero. Un placer de mujer.
Pero tenia que reaccionar, Lydia podía darse cuenta de algo, aunque ahora ya no había nada, pero saludar a Janaira podía ser peligroso, no sé como me saludaría ella ahora, mejor no arriesgar. Incluso me había llamado a España, yo nunca le prometí nada, siempre supo que era una relación temporal, pero a ella no le importo.
Fui al colmado de enfrente, y en el mostrador estaba Moreno, hablando con el dueño.
- Buenos días. Moreno tengo la jipeta mal aparcada vente enseguida, es esa de ahí enfrente. Me acerque a él y le dije al oído, date prisa que esta Janaira y me puede meter en un compromiso.
Volví a la jipeta, saludando a Janaira con la mano desde lejos, y ella haciéndome el gesto que fuese. Subí a la jipeta, haciéndole el gesto con la mano de que más tarde iría.
- Esta Moreno ahí Lydia, en ese colmadito, ahora viene.
- Tengo sed Ferry, podrías comprar algo para beber.
- Pero es que en ese colmado, no tienen nevera Lydia, ahora te lo compro en cuanto salgamos de aquí.
Había otro colmado en la otra esquina, pero allí no podía ir, estaba la muchacha de la banca, donde juegan a la lotería diaria. Con aquella y su prima tuve dos noches increíbles, la primera accidental acabamos los tres en la cama, la segunda fue voluntaria.
Estaba muy nervioso, y solo falto lo que iba a suceder. Llamaron al vidrio de mi ventanilla. Mire y lo reconocí, la verdad es que ya lo había visto cuando baje, era el padre de Cati, la muchacha con la que estuve conviviendo, estaba jugando al dominó a esas horas de la mañana, la verdad es que se pasaba todo el día jugando, ganando y perdiendo cuartos. Baje el vidrio.
- ¿Cómo está Vd.? Extendiéndole la mano para estrecharla.
- Muy bien, y ¿Vd. Don?
- Bien también, venia a recoger a Moreno.
- Ahí Don mi Cati del alma, que perdida se ha quedado.
- Resígnese Vd., hizo una mala elección, y ahora seguramente está pagando las consecuencias.
- Mi Cati me dijo que Vd. fue a verla a Playa Bavaro, bajo hace quince días a vernos, sigue con lo mismo.
- Si preguntamos a una amiga suya que vive cerca del Mercado Central, y nos dijo donde estaba, fui con Juan Inés y estuvimos hablando con ella un rato, y nos volvimos, mal sitio para su hija. Pero de eso hace ya mucho tiempo, unos dos años. Bueno le dejo, que Moreno ya está aquí y tenemos algo de prisa.
- Que tenga un buen día Don.
Nos fuimos como alma que lleva el diablo, nunca más quedaría allí, si Lydia venia conmigo, que poco prudente había sido, no debería volver salvo que fuese a ver a Janaira, esa mujer me podía llegar a enloquecer en cualquier momento.
Paramos al principio de la Venezuela , había varios sitios donde Moreno podía desayunar.
- ¿Qué vas a tomar Moreno?
- Lo que tomen Vds. Don.
- Nosotros ya hemos desayunado, yo solo tomare un café y la Doña un batido de cacao. Venga pídete lo que quieras. Moreno se desayuno como un campeón, sacio el hambre por completo. ¿Qué tal tu mamá Moreno?
- Muy bien Don, pregunta por Vd., ya sabe le gusta tomar café con Vd. y hablar de sus cosas de Dios.
- Que gran mujer es tu mamá Moreno, tiene un corazón muy grande la Sra. Maria , tiene el cielo ganado, siempre con esa sonrisa tierna y tan agradable. Es un ser diferente, siempre me he alegrado de haberla conocido, si los humanos fuésemos como ella no habrían tantos problemas, es una bendición esa mujer. ¿Quieres algo más Moreno?
- Pues nos vamos.
Fuimos a los dos primeros distribuidores, podrían estar interesados, pero no querían hacer ninguna inversión, su propuesta es que hiciésemos la importación y se lo dejásemos en depósito, con lo que el riesgo lo corríamos nosotros, no tenia sentido. Les dijimos que ya nos lo pensaríamos.
Fue bien que Moreno viniese, se quedaba en el coche, así íbamos más rápidos, además todo el problema del callejeo quedaba solucionado. Fuimos a comer.
- ¿Qué te han parecido Lydia?
- Pues no lo sé, mucho riesgo, y si para controlarlos tienes que estar aquí, se compensaran las ganancias con los gastos.
- Tienes razón, es lo mismo que pienso yo, además hay que tener en cuenta que en este país se compra al contado, eso de dejarlo en deposito no lo veo nada claro, si me propusieran algo con un porcentaje, como pagar el coste y repartir el beneficio, para empezar lo aceptaría, pero todo en depósito, aquí, no tiene sentido. Esperemos que con el de esta tarde tengamos más suerte Lydia.
- Espero que sí Ferry.
Nos dirigimos hacia la entrevista, a todas ellas llegamos puntuales, para demostrar seriedad.
- Buenas tardes, saludando al director de la distribuidora y su hijo que nos recibieron en su despacho. Mi nombre es Ferry y el de la Doña Lydia.
- Mi nombre es Jacinto y mi hijo se llama Jonathan. Nos estrechamos las manos.
Estuve enseñándoles las muestras, el origen del producto, el business plan, con los márgenes, los costes de importación con el ITIBIS calculado y otro impuesto ad valorem, los costes de importación y el precio recomendado de venta, después de haber hecho un estudio de mercado visitando diez licor storage de la capital, con productos parecidos de la misma calidad.
- La verdad Don es que es una buena oportunidad, decía Jacinto. Nuestra empresa se ha dedicado desde el principio a la distribución del ron, porque teníamos plantaciones de caña de azúcar y ahora nos damos cuenta que no hemos evolucionado, nos hemos quedado atrás de la competencia, todos los demás tienen distribución de productos múltiples, casi no podemos competir con ellos, aunque nuestro producto es bueno, ellos hacen ofertas con los vinos y colocan todo el porfolio que llevan, y nosotros o vendemos ron o no vendemos nada.
- Esta es una buena oportunidad Sr. Jacinto, el producto es competitivo de verdad y podemos ir ampliando la gama conforme se coloquen en el mercado. Quizá la primera importación debería ser de un palé, que más o menos son unas ochocientas botellas. Podemos hacer un mix de producto, y así sabremos cual tiene más salida.
- Bueno Vd. me lo trae y yo lo vendo, Don.
- No mire Sr. Jacinto, estaba pensando en compartir el coste de la importación y que me avale con una carta de pago irrevocable a 30 días para el resto, siempre podemos firmar un contrato privado que garantice a ambas partes.
- Le entiendo Don, pero no nos conocemos de nada.
- Es verdad, pero algún día tiene que pasar, y si alguien viene a ofrecerle vinos tampoco lo conocerá, estará en la misma situación.
- En eso tiene razón Don, y en este caso prefiero que sea un español, son gente más seria.
- No crea Sr. Jacinto, hay de todo en todas partes, pero es cierto que uno no viene a 10.000 kilómetros de distancia para perder el tiempo.
- Déjeme pensar unos días, y le diré algo en un plazo de tres o cuatro días.
- Tómese ese tiempo Sr. Jacinto, llámeme o le llamare yo. Póngase en contacto con las bodegas si prefiere, vera que sus productos han ganado premios internacionales importantes, es un buen producto el que le estoy ofreciendo, también le dirán que soy el representante de la marca para RD.
- Muy bien Sr. Ferry, me genera Vd. confianza, ahora les dejo marchar, y le llamo en breve.
- Un saludo Sr. Jacinto. Sr. Jonathan. Les estrechamos las manos a los dos y nos fuimos.
Lydia y Jonathan no habían abierto la boca en toda la negociación estaba claro que los dos tenían el papel de observadores. Jacinto era algo mayor, por que intuía que el que iba a decidir era Jonathan, y aunque le anime a que participara en la conversación siempre la rehuyo, respeto patriarcal o estrategia, nunca lo sabría.
Hicimos la visita al cuarto distribuidor, y las condiciones eran como los primeros. Finalmente volvimos al coche y dejamos a Moreno cerca de su casa.
- ¿Qué quieres hacer Lydia? Pasamos por el hotel o vamos a cenar directamente.
- Mejor pasamos por el hotel, te relajas un poco y miramos si hay algo más, sino nos vamos a descansar unos días donde quieras Ferry. A Jacinto lo tienes que llamar en tres días no más.
- De acuerdo Lydia, vamonos al hotel.
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