MÚSICA DE FONDO – BACKGROUND MUSIC
Nos levantamos y ejecutamos el plan que teníamos, ir a
Playa de Boca Chica |
- ¿Te lo imaginabas así Lydia?
- No Ferry así no. Me la imaginaba mas cerrada sin tanta arena, es bonita de verdad.
- Ves aquel islote que se ve allí, pues cuando la marea esta baja, con un poco de suerte puedes ir andando, la playa casi no cubre, yo nunca he conseguido no hacer pie. Es casi la playa de la ciudad, es como Castelldefels en Barcelona. Cuando entremos nos iremos a una freiduría de esas, que también hacen esos yaniqueques que tanto te gustaron.
- Si, si, me gustaron mucho y tengo un poco de hambre.
Aparcamos el coche en el parking, y nos dirigimos a un chiringuito de allí, y nos sentamos en una mesa al lado del mar, deje la bolsa de playa a uno de los camareros para que la guardase.
- ¿Estas cómoda Lydia?
- Si, si que lo estoy, estoy loquita por bañarme.
- Esta vez si que podrás hacerlo a gusto, el agua es como un caldito.
- Venga vamos a bañarnos Ferry, cogiéndome de la mano y tirando de mí, mientras empezaba a correr dentro del agua.
Entramos un poco en el agua, no conseguíamos que nos cubriese más.
- Tendremos que agacharnos para mojarnos del todo Lydia.
- Si yo ya lo estoy haciendo, si no tengo frío.
Lydia empezó a jugar conmigo, cogiéndome con sus piernas por mi espalda y abrazándome de cara.
- Venga Amorcito, ¿Lo intentamos?
- No Lydia, no estoy de humor.
- ¿Por qué? ¿Por lo de ayer? El juicio.
- Si digamos que lo llevo atragantado, todavía.
- No te preocupes, no pienses, limpia y te surgirá la solución como siempre, tú siempre actúas por flashes.
- Si ya me surgirá, de repente me aparece la idea, es como si mi subconsciente trabajase sin que mi consciente lo sepa.
- Vamos a tomar algo Ferry.
Salimos de agua, nos secamos un poco con la toalla y nos sentamos en las sillas. Delante nuestro, y entre el agua del mar y nosotros había un desfile constante de vendedores ambulantes, desde el que vendía un recuerdo, el que llevaba lambí para preparártelo, pulpo, peinadoras de trenzas, masajistas, era un mundo multicolor que Lydia observaba curiosamente.
- Comería algo Ferry, ese yaniqueque me ha abierto el hambre.
- Pues aquí como no comamos un pescadito, poca cosa más hay.
- Pues un pescadito mismo, una fritura de esas que hemos visto antes.
Pedí al camarero una fritura, que trajeron casi al momento, eso si acompañada de sus tostones de rigor y un par de cervezas heladas. Lydia comía y rápido, tenía hambre de verdad. Las cervezas se hicieron cortas y pedí dos más. Lydia estaba disfrutando. En la mesa contigua compraron el servicio de una peinadora de trenzas caribeñas, tan de moda para todos los turistas que pasan por allí. Miraba a Lydia hasta que le dijo:
- Doña, ¿Le hago unas trencitas?
- No, no gracias tengo el pelo mediano y no me gustan las trenzas.
- Pero Doña le puedo hacer un recogido y le acabo con unas trencitas pequeñas con unas bolitas de colores.
- No gracias.
- Doña, ¿Se las hago al Don?
- Mira como no se las hagas en un sitio que yo te diga. Nos pusimos los dos a reír.
- Te has pasado Lydia.
- Es que es una pesada Ferry.
- Solo intenta vender, se esta ganando la vida.
- Bueno ya esta bien, si le digo que no es que no. Sabes que me tomaría ahora.
- No la verdad es que no, Lydia.
- Un agua de coco, de esas tan buenas, como la que me tome en la capital.
- Eso esta hecho, al próximo vendedor que pase se la pedimos.
No tardo mucho, a los cinco minutos pasaba uno al que solicitamos el agua de coco. Lydia no la bebía, la degustaba con un placer enorme, lanzando algún gemido de complacencia de su paladar al saborear el líquido.
- ¿Esta bueno Lydia?
- Está maravilloso, que agradable al paladar. Ahora solo me hace falta un heladito de esos de la capital, de los pingüinos como tú les llamas.
- Ahora camino de la capital, en la carretera encontraremos. ¿Te puedo hacer una pregunta, Lydia?
- Claro dime.
- ¿Estas embarazada?, Mientras sonreía tapándome la boca.
- Que bobito eres, ya sabes tú que no, cada mes te envío ese SMS que te dice “No vas a ser papá”. Únicamente ocurre que estoy de capricho, ¿Te molesta?
- No en absoluto, era por hacerte una broma.
- Como te has puesto Lydia, a pesar de estar debajo de la sombrilla, empiezas a estar coloradita, debe de ser del baño, supongo.
- Pues debe de ser de eso, porque me he puesto cremita de esa que me dijiste, la de factor treinta, quizá debería haber comprado la de factor cincuenta.
- No sé, pero aquí el sol lo tiran a calderadas, incluso yo que tengo una buena pigmentación me noto pillado por el sol. Recuerdo aquel día que me enviaron a Madrid. Lydia reía sabia la historia.
- Si cuando te pidieron el pasaporte, pensando que no eras español por lo moreno que ibas.
- Si era muy cercano al mes de Agosto, y como me pongo tan moreno el recepcionista debió pensar que no era nacional, pero convencido que me lo dijo. Como me reí aquel día. ¿Qué te parece si nos vamos?
- Estoy muy a gusto Ferry, pero si me quemo te voy a dar las vacaciones, y si me pongo la camiseta tendré calor.
- Mira podemos aprovechar y preparar las visitas de mañana con los distribuidores, tengo aquí los teléfonos e intentare que nos reciban estos dos mañana, bien por la mañana o la tarde.
- Buena idea, y si vamos a la capital le podemos pedir la guía telefónica y mirar si hay alguna más.
- Pues vamonos Lydia.
- ¿Nos damos un chapuzón antes, Ferry?
- Si venga, pero no te secaras para el camino, mojaras la tapicería.
- No te preocupes, me las quito y punto, voy con una toalla.
- Tu misma Lydia, vamos a parecer un par de hawaianos.
Nos dimos el chapuzón, jugando en el agua un rato.
- Venga vamonos que te cogerá más el sol Lydia.
- Si vamonos Ferry, pero está tan calentita.
Salimos de la playa y al lado de algunos chiringuitos, los dominicanos hacían verdaderos espectáculos, bailando, danzando tocando todo tipo de música, moviendo sus cuerpos como verdaderos endemoniados, tenían un don especial para el ritmo. Finalmente fuimos hacia el coche y allí se quito las braguitas del bikini y se rodeo con una toalla atada a la cintura, yo hice lo mismo.
- Vaya pinta llevamos Lydia, como nos pare la policía no sé como les vamos a explicar que somos españoles.
- Pues enseñándoles nuestra matricula, mientras Lydia se levantaba la parte delantera de la toalla. Nos reímos los dos.
Íbamos camino de Santo Domingo, en un semáforo estaba el skimay.
- ¿El de siempre Lydia?
- Si, por favor Ferry
- Pingüino, chille por la ventanilla. De inmediato el skimay vino hacia el coche.
- Dame dos de maracuya. Los abrió con sus tijeras y me los dio en la mano, se los pagué.
- Toma Lydia tu polín.
Lydia, sorbía el hielo del helado, refrescándose los labios.
- Que placer en la boca, te refrescan al instante.
- Si que es cierto, mientras yo hacia lo propio con el mío y conducía al mismo tiempo. Lo malo es que al final gotean un poco.
- Tengo los labios congelados Ferry.
- Si yo los tengo fríos, también Lydia.
- Hace tiempo que tengo ganas de hacer una cosa, Ferry.
- ¿Qué? Mientras Lydia me desataba la toalla y apartaba ambas partes de la misma. No, Lydia que te veo.
- Déjame que tengo los labios fríos.
- No Lydia, no Lydia. No sirvió de nada, Lydia hizo lo que quiso.
- Bien Ferry, ha sido delicioso, mientras pasaba su lengua por los labios y me besó.
- Lydia que no veo, al final un día vamos a tener un accidente, me has dejado que no veía.
- Venga exagerado, que a ti te gusta.
La mire como afirmando lo que decía, ella sonrió había salido con la suya. Volvió a atarme la toalla, estábamos entrando en la capital. Por fin llegamos al hotel.
- Buenas tardes, dije a la directora del hotel, que nos vio entrar con las toallas por vestido.
- Han estado de fiesta Vds., mientras sonreía.
- Pues la verdad es que sí, estaba claro que mi fiesta y la suya no coincidían. ¿No tendrá Vd. una guía telefónica que me pueda dejar? Tengo que buscar algunos números de profesionales.
- Si aquí tiene el directorio, puede llevársela, pero me la devuelve esta noche.
- No se preocupe a la hora de cenar, se la devuelvo.
- Que tengan una buena tarde los señores.
- Hasta luego, le conteste.
Nada más entrar en la habitación, iniciamos la búsqueda, un total de cuatro. Los llame en aquel momento, y concerté entrevista con ellos para el día siguiente, dos por la mañana y dos por la tarde. Bien había sido rápido, podría haberlo sido más si en las Web pusieran los números de teléfono, pero tenían la manía para aquel entonces de no ponerlos.
- Bueno Lydia todo arreglado. La guía es de este año, y no hay mas anunciados, los que no estén, entiendo que no son significativos.
- Fantástico Ferry, algo nos ha salido bien, mientras más rápido adelantemos esto, antes podremos ir a descansar en algún lugar unos días.
- Si Lydia necesito romper el ritmo, y olvidarme del fiasco del juicio, eso me ayudara a saber que tengo que hacer en el futuro con ese tema. Voy a bajarle la guía a la directora, que ha sido muy amable.
- Cámbiate Ferry, ponte algo.
- Así mismo Lydia, es bajar y subir.
Baje a recepción y estaba la directora que salio de detrás del mostrador y me ofreció Internet en su ordenador del despacho, por si lo necesitaba. Yo iba con la guía en la mano, detrás de ella. Entramos en el despacho.
- Mire aquí tiene el ordenador, si no estoy yo le puede decir a quien haya aquí, que yo le he dado permiso.
- Le estoy muy agradecido Doña, quizá mañana hagamos alguna verificación de direcciones y si que podríamos llegar a necesitarlo, gracias.
Le alargue la guía para que la cogiera, ella me estaba mirando a la cara, y al cogerla se cayo al suelo, con la mala suerte que mi toalla cayo también, ella se agacho rápido para levantar la toalla. La cogió del suelo. Yo no podía agacharme ya que le daría con mi cabeza. Me miró desde abajo, fijamente, yo le hice un signo negativo con la cabeza. Ella miro al frente, y volvió a mirar hacia arriba pidiendo mi aprobación, clavando sus ojos en los míos.
- No por favor le dije, no lo haga.
Se incorporo y me dio la toalla, que volví a atar a mi cintura, debería haberme cambiado pensé, me hubiera ahorrado todo esto.
- Bueno Don, ¿Sí no puedo hacer nada más por Vd.? Haciendo una leve caída de ojos junto a una sonrisa picarona.
- No, gracias creo que no.
- No se preocupe, otra vez será Don.
Me fui, no entendía nada. Solo había sido amable, siempre que estaba en el hotel. Era una de las situaciones más comprometidas que me he visto en mi vida. Lydia tenia razón debería haberme cambiado, han puesto a prueba mi fidelidad con Lydia y la he superado, nunca le haría algo así, no podía serle infiel, solo existía ella para mí.
- Ya estoy aquí, Lydia entrando en la habitación Todavía me temblaban las piernas de la situación que acababa de pasar.
- ¿Qué tal ha ido Ferry? Has tardado un poco.
- No es que me ha enseñado el despacho, por si necesitamos Internet, y se lo he agradecido.
- Bueno si solo es eso.
- Si. Anda arréglate que nos iremos a cenar.
- ¿Dónde me llevaras hoy Ferry?
- No se algo ligerito, al menos yo no tengo hambre casi.
- A mi me pasa lo mismo.
- Pues tomamos algo abajo Lydia y decidimos.
- Me parece bien, me ducho y nos vamos.
Gracias por estos relatos que te hacen soñar, me gustaria conocerte Ferry.
ResponderEliminarAdela