Fuimos al comedor, y picamos alguna cosa, yo cuando estoy cansado es difícil que coma mucho, Lydia se encapricho de marisco aunque yo le advirtiese que no tiene el mismo gusto que en España, este es de agua templada y parece cartón piedra por eso lo tienen que condimentar mucho. Llegamos a la habitación con el trenecito, comentando lo agradable que había sido el encuentro con Juan Inés y María, y lo gracioso que era el niño. Lydia abrió el bungalow, entramos y me tire en la cama.
- Es que no piensas deshacer la maleta Ferry.
- Debería de hacerlo, si no se arrugara todo, eso si no lo está ya.
- Yo voy a colocar mis cosas, me cojo la cómoda y el armario derecho.
- Mírala ella, ¿Qué te has traído todo el armario o que?
- No unas cuantas cosillas Ferry, ya sabes como somos las mujeres.
- Si es algo que no llego a entender, la mitad de las cosas no te las pondrás, pero haya tú. Como si no estuvieras acostumbrada a viajar. Pues yo he sido muy práctico sabes. Lydia podrías colocarme lo mío, le dije ronroneando, y dando una vuelta encima de la cama.
- Vas fino filipino, te las colocas tú, que yo también estoy cansada, y si no te colocas las cosas no hay cava.
- Es verdad, dije dando un salto de la cama e incorporándome. Es cierto que tenemos el cava. Venga a colocarlo todo.
Abrí mi maleta y lo coloque todo en menos de tres minutos, Lydia todavía iba por la mitad. Estaba enfrente de la cómoda con el segundo cajón abierto, me puse detrás de ella, cruce los brazos alrededor de ella poniendo mis manos en sus pechos, apretándolos suavemente.
- Ferry malo, si sigues así no acabare nunca.
- Y quien tiene prisa Lydia, mientras la seguía acariciando.
Se dio la vuelta, me cogío la cara y me beso los labios.
- Venga ya tienes la dosis hasta el cava y déjame acabar, que cuando te pones tigrito no hay quien haga nada.
- A la orden Lydia, mientras le di una palmada en el trasero.
- Niño malo, niño malo, te voy a castigar.
- Me das miedo Lydia, ¿Cómo me vas a castigar?
- Enviándote a dormir, sin comer. Se puso a reír con una gran carcajada.
- Tu misma, si yo no como tu no comes, nos castigaremos los dos.
- Cabroncete, me quieres dejar acabar, que ya no se lo que me hago, pongo cosas, quito cosas y no hay manera de vaciar la maleta. Por cierto déjame a mano el enchufe especial, el de las clavijas planas para el secador.
- Es verdad Lydia, lo que me parece que aquí la corriente e 125, funcionara, pero lento. Mejor así te veré más rato con tu mano levantada y abriendo tu pelo, mientras tus pechos se mueven.
- Bueno Ferry, ya esta bien que me estas poniendo, que esto no lo acabo ni mañana. Anda ves abriendo la botella a ver si te tranquilizas.
Cogí dos copas de encima de la cómoda, quite la grapa del cava y saque el corcho haciendo un estruendo, Lydia se asusto. Serví el cava y se lo acerque, ella estaba acabando de sacar las cosas todavía. Deje las copas encima de la cómoda, la aparte de la maleta, cogí las cuatro cosas que faltaban abrí el tercer cajón y la puse allí, cerrando el cajón con el pie y apartando la maleta.
- Ya esta Lydia, has visto que rápido.
- Si tú lo arreglas todo así Ferry.
- Lydia es que van a acabar antes la Sagrada Familia que tú en colocar la maleta. Cogí las copas y le ofrecí una. ¿Brindamos Lydia?
- Si Amor, por ti, porque todo vaya bien Amor mío.
- Gracias Lydia, mientras el cristal de nuestras copas se impactaban. Dimos un pequeño sorbo.
- Esta bueno Ferry.
- Si la verdad es que sí, en su punto, y como es un semidulce entra bien. Es raro porque el semidulce ya no se fabrica, salvo encargo, ahora solo hay brut y brut nature.
- Yo que es que no los diferencio Ferry, solo se cuando esta bueno y cuando no.
Nos íbamos acaramelando, poco a poco, acercándonos a la cama y nos sentamos al final cada uno por su lado, reclinándonos hacia el centro de la cama. Deje la copa y me abalance suavemente encima de ella. Nos besamos locamente, como si no hubiéramos estado juntos en una eternidad.
- Bueno habrá que asearse no Ferry.
- Si no es mala idea Lydia. ¿Te duchas tu primero o lo hago yo?
- No ya lo hago yo, que no me mojare el pelo, para ir rápido.
- No se como debe estar el agua caliente, no la he probado, pero siendo un cinco estrellas no debería haber problema. Pruébala antes de desnudarte del todo, no cojas frío. Lydia fue al baño y abrió la ducha.
- Esta que quema, perfecto, dejare la puerta abierta para que el vaho no me invada todo esto ¿No te importa?
- No en absoluto, yo conectare la televisión para ver que canales hay. Estuve haciendo zaping por los canales, bueno al final me que de en un canal americano. Lydia que te convertirás en un delfín, grite para que me pudiera oír en la ducha.
- Es que esta tan buena el agua, y te relaja un montón.
- Tranquila no hay prisa, pero se te calienta el cava.
Por fin salio Lydia de la ducha, desnuda como siempre.
- Ahora te toca a ti Ferry.
- Veras que rápido voy, cuéntalo porque no tardo ni tres minutos.
La verdad es que la ducha fue rápida, Salí en las mismas condiciones que Lydia. Ella estaba estirada encima de la cama viendo la televisión con el cava en la mano, fumando un cigarrillo.
- A no Lidia no te quiero así.
- ¿Como me quieres Ferry?
- Quiero que te pongas unas braguitas, que quiero quitártelas.
- Vaya con los caprichos Ferry, ya me explicaras el porque.
- No te preocupes lo descubrirás.
- Veamos, abriendo un cajón de la cómoda y enseñándome todas las bragas que había traído. ¿Alguna en especial?
- Si Lydia las calabazas, que cuando estas morenita te quedan de muerte.
Se las puso, y vino hacia la cama.
- ¿Y ahora que Ferry?
- Déjame que me libere de la copa y te explico. Ella estaba gatita, acariciándome la espalda mientras yo posaba la copa en la mesita de noche. Me puse de rodillas y se las quite. Y como dice la canción Lydia “las bragas colgaban en el ventilador”. Las tire hacia la lámpara con ventilador que estaba funcionando a marcha lenta y se quedaron colgadas, a la primera, no me imaginaba que pudiera tener ese tipo de acierto. Los dos reímos a carcajadas mientras nos abrazábamos. Nos acariciábamos para empezar nuestra sesión de entrega mutua, y no podíamos continuar, seguíamos riendo.
- Fíjate Ferry, no se caen.
- No Lydia, espero que no se rompan. Ya te comprare más si pasa.
Al final nos calmamos las risas y empezó nuestra entrega, que como siempre fue maravillosa. Siempre recordábamos al principio de nuestra relación, donde podías acordarte de este o aquel, a estas alturas era imposible, quizá te podías acordar del alguno medio bueno, el resto siempre eran de categoría suprema. Al final rendidos, nos dormimos abrazados con mi brazo debajo de su cabeza y su cara rozando mi pecho
El amor que sentía por Lydia era indescriptible, explotaba de sensaciones internamente, más de una noche cuando estaba dormida y la acariciaba, mi mano acababa en su vientre, pensando que hubiera salido de su cuerpo y mis genes, hasta una vez le pedí de tener un hijo, pero lo racional era no tenerlo, tres tenia ella y el momento no era desahogado, podía incrementarse la crisis y pasarlo mal. Que lástima de no poderlo tener con ella, hubiera dado mi ser a cambio de ello. Yo moriría por esa mujer que me había quitado el miedo a morir, porque nada mejor me iba a pasar. Finalmente me dormí suavemente, en paz conmigo mismo, era el hombre más feliz del mundo, sin duda.
Me despertó suavemente, con un beso en mis labios y susurrando la palabra Amor. Abrí los ojos lentamente y estaba a ninguna distancia de mí. Cogí su pelo negro y mis manos se fueron deslizando hasta cogerle la cabeza por detrás y acercarla un poco para verla.
- Me estas llamando.
- Claro amorcito. Venga vamos a desayunar que ya tengo hambre, no se si encontrare aquí algún batido.
- No te preocupes Lydia algo encontraremos.
Fuimos al comedor y nos servimos desayuno, yo me serví un desayuno ingles, con zumitos varios, y algo de fruta. Ella cogío unos pastelitos y alguna pasta europea.
- Espera Lydia voy a hablar con el maître a ver que tiene.
Fui para él y le explique que quería, al momento salio de la cocina con una taza llena de cacao natural, se lo agradecí. Se convirtió en una costumbre el resto de los días, cuando me veía, me enviaba un camarero a la mesa con la taza.
- Mira Lydia hemos conseguido algo natural, aquí tienes tu cacao.
- Vaya lujo, ¿Es natural?
- Supongo que si, al menos es lo que me ha dicho. Es posible que no lo encuentres muy dulce, pruébalo antes.
- Gracias amor.
- Sabes como esta muy bueno Lydia.
- No, dime.
- Pues cuando haces una cafetera expres, con café normal, le pones una fina capa de cacao, y esta exquisito. Mira que por aquí, en la mayoría de los sitios el café es colado, y a mi me gusta el expres, pero como le ponen especies, esta riquísimo. Hay uno en especial que lo tuestan con azúcar que es una delicia. Esto del café es un inframundo cuando te metes no acabas.
- Cuando acabemos nos vamos a la piscina no, que llevo las toallas.
- Si directamente Lydia salvo que te apetezca dar una vuelta para conocer el resort, tenemos tiempo de todo, es pronto solo son las 10 de la mañana.
- Pues podemos dar una vuelta y luego a la piscina.
- Como tú quieras.
Fuimos a dar una vuelta por los jardines del resort y localizar el resto de las instalaciones. Lydia cogío un mapa de las instalaciones en recepción.
- Ferry que árbol es ese de las hojas rojas.
- Ese es un flamboyan, es el árbol típico que sale en todos los cuadros de RD. Esas ramas verdes con las flores rojas en la copa, lo hace maravilloso, son de vainas, siempre he querido llevarme semilla a Espala a ver si cogía, y nunca me acuerdo, o estoy fuera de temporada de cuando suelta las vainas, Es precioso, los hay centenarios. Mira Lydia aquellos son caobas, y aquellos de allí les llaman del buen pan, porque da un fruto que tiene gusto a pan.
Lydia tenía los ojos mas abiertos que nunca, estaba maravillada, la verdad es que los jardines del resort eran espléndidos, muy cuidados, relajantes.
- Ya veras Lydia este país es sorprendente, su vegetación, sus enormes ríos comparado con lo que tenemos nosotros, y piensa que es una isla. Iras viendo.
- La verdad es que si, me estoy sorprendiendo y mucho, es agradable.
- Pero no te engañes Lydia, una cosa es el resort y otra el país. El país como dicen por aquí “no es fácil”.
- ¿Que quieres decir?
- Pues que hay mucha droga, mucha necesidad en las ciudades sobre todo y mucha gente lleva pistola, sin contar que la gente de campo lleva los culines y se cortan por nada, aquí las capas sociales están muy diferenciadas, la clase media casi no existe.
- ¿Qué son los culines Ferry?
- Son esos machetes grandes, que ya viste alguno cuando paro el bus, que utiliza la gente de ámbito agrario para trabajar, como aquí la naturaleza es generosa siempre va bien para cortar algunas hierbas.
- Si, si es verdad. Bueno que bonito que es esto Ferry, que feliz que estoy, ¿Vamos a la piscina un rato?, dice en la guía que hay un bar dentro del agua, vamos y nos tomamos algo allí.
- Como quieras Lydia, hasta las 15 mandas tú.
Llegamos a la piscina, y vimos el bar. Dejamos las toallas en dos hamacas, y nos tiramos al agua, esta calentísima.
- Como esta el agua Lydia, parecen pipis de lo caliente que está.
- Si es verdad, es muy agradable, yo siempre tengo frío en cambio no he notado nada.
Estuvimos jugando un rato, que si yo me subo a ti, que si tu a mi, y al final Lydia cogió su postura, se abalanzo hacia mi y cruzo sus piernas por detrás de mi cintura.
- Venga Ferry, ahora no puedes decir que no, que el agua esta calentita.
- Bueno, bueno Lydia me encuentro acosado. Hay mucha gente Amor, no te preocupes que lo haremos, ya encontraremos el sitio adecuado. Te hago una carrera hasta el bar, el que llegue último paga. Salí nadando inmediatamente.
Ella se quedo parada, diciendo:
- Pero si aquí todo es gratis Ferry.
- No te he dicho donde lo pagaras Lydia. Se puso a nadar inmediatamente.
- Eres un tramposo.
La espere y llegamos cogidos los dos hasta el bar.
- ¿Que tomas Lydia?
- No se lo que tu tomes.
- Pues me tomare una piña colada sin alcohol, que el ron no lo soporto mucho, y con este calor sube rápido, como bebas sudas como un pulpo.
Bebimos un par más, nadamos, un bloody mary y una margarita fueron nuestros trofeos.
A las 14 nos retiramos, ya habíamos pactado que invitaríamos a comer a Juan y su esposa si venia, se lo merecían. Teníamos el tiempo justo para tomar una ducha, vestirnos y coger algo de ropa para pasar un par o tres de días fuera.
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