lunes, 2 de mayo de 2011

El 1er Viaje

Vaya avión mas incomodo, era un charter de una compañía que quebró el año pasado, vaya viajecito nos esperaba. Nos ubicamos y le recordé a Lydia:

-         Recuerda que cuando despegue el avión y nos podamos quitar los cinturones, nos vamos a la parte de atrás, y coges una fila que este vacía de cinco butacas y te estiras, pasa de todo. No te lleves nada que en cada butaca encontraras una almohada y una manta. Sobre todo no te cortes, ponte un cinturón por si hay una azafata muy estricta si no te despertaran, pero nadie te dirá nada por estirarte. Intenta dormir, se que es incomodo pero con el madrugón que nos hemos pegado no debería costarte mucho.
-         No se si podré Ferry, me da vergüenza.
-         Tu misma, es lo que yo hice durante tres años, y te puedo asegurar que funciona, descansas unas cuantas horas y el viaje no se te hace tan pesado. Si no vienes, procura descalzarte, aflójate el cinturón de los pantalones y de vez en cuando date una vuelta por los pasillos. Si te apetece algo pídelo a las azafatas, es gratis, no es como lo vuelos nacionales que te lo cobran todo. Ya he mirado hacia la cola del avión y hay unas cuantas, date prisa por que si no cuando llegues ya no habrá sitio.  Y sobre todo no me despiertes, los pasaportes y el dinero lo llevo bien guardado no te preocupes. Mira Lydia como decía mi madre, el que tiene vergüenza ni come ni almuerza, ya sabes.
-         Lo  intentare, dijo Lydia.

En cuanto se ilumino el letrerito en que los cinturones no eran necesarios, fuimos rápido hacia la cola, otros pasajeros también lo hicieron. Conseguimos dos filas, una para ella otra para mí. Cogí cuatro almohadas las amontone y un par de mantas, le guiñe un ojo a Lydia, como diciéndole bien hecho y estuve durmiendo durante seis horas. Cuando desperté Lydia ya había vuelto a las butacas iniciales. Me dirigí hacia ella. Apoyándome en la butaca, me incline para darle un beso.

-         Buenos días Lydia.
-         Hola guapetón, ¿que tal has dormido?
-         Bien estoy acostumbrado, ya sabes los aviones son mi debilidad, reímos los dos.
-         Pues a mi me ha costado un poco, pero al final lo he conseguido. Sabes se te oía roncar.
-         No hay problema, siempre he dicho que el que oye es porque esta demasiado cerca, reímos los dos nuevamente. ¿Te apetece tomar algo?
-         Si un refresco. Por cierto han pasado dando algo de comer, pero como estabas durmiendo les he dicho que mejor no te despertaran.
-         Gracias Lydia, ahora les pediré algo.

Nos dimos un largo beso y me fui hacia el habitáculo de las azafatas. Volví con cuatro refrescos, algo de comida y algunos dulces.

-         Pero bueno, ¿como consigues todo eso? Ferry.
-         Pues uno va y lo pide, es fácil.
-         Pues yo antes e ido y le he pedido un refresco y me han puesto una cara.
-         Lydia, Lydia, dije. Es que hay que tener ciertas gracias, seguro que no les has dado tu mejor sonrisa, reímos un rato. Te apetece que juguemos a cartas.
-         A si si, dijo con ansiedad, ese juego que me enseñaste, el 51, me gusta mucho. Me parece que llevo un bolígrafo y papel en mi bolso para apuntar.
-         Nos tendremos que apostar algo ¿no Lydia?
-         Nos querrás jugar a Emmanuelle, verdad Ferry, con una sonrisa picarona.
-         Pues no se, ya te lo diré, porque el tema esta apurado, es que no se ve.
-         Bueno Ferry como vas, mirándome los pantalones.
-         Debe ser el cambio de presión, soltamos una carcajada los dos.

Me senté en la butaca de pasillo, Lydia iba en la ventanilla, estaba despuntando el día y ella miraba por la ventanilla, no se veía nada solo un firmamento uniforme. Mientras comí y bebimos. Al acabar empezamos la partida de cartas. Lydia perdió.

-         No soy rival para ti Ferry, vaya baño me has dado.
-         Es suerte Lydia, y manejar bien las cartas, solo eso.
-         ¿Supongo que no nos apostábamos nada?
-         Como que no Lydia, tu dijiste lo de Emmanuelle, ¿Recuerdas?
-         Pero Ferry, ¿Cómo lo vamos a hacer aquí?
-         Mira Lydia, estamos solos en estas dos butacas, en el resto de la fila no hay nadie. Levantamos el brazo de separación de las butacas, te tumbas de lado, y pones la cabeza en mis piernas, ya te tapare yo con la manta, procura no mover mucho la cabeza, tendrás que hacerlo solo con la boca.
-         Joder Ferry, mira que lo hemos hecho en sitios raros pero esto se lleva el Oscar. Tienes que ir rápido, prométemelo. ¿Vas limpio supongo?
-         Claro Lydia siempre voy limpio, venga.

Así lo hicimos, fue rápido el tema, nadie se dio cuenta. Cuando acabo saco su cabeza de debajo de la manta con cara de satisfacción.

-         Joder que bueno que estaba, dijo.

Yo había intentando disimular la satisfacción que había tenido, supongo que lo conseguí, ella viendo el reflejo de su cara en la ventanilla todavía se relamía del momento. Nos relajamos un poco y al cabo de dos horas ya se divisaba la isla. Lydia miraba atenta por la ventanilla, conforme el avión iba descendiendo y anunciaron la maniobra de acercamiento por la megafonía del avión. Hacia comentarios de los diferentes colores del agua del mar, de los pequeños islotes. Lydia estaba emocionada. Yo esperaba que pudiéramos darnos alguna vuelta por la isla, que el juicio no nos ocupase todo el viaje, ya veríamos deberíamos planificar según fueron pasando los acontecimientos.

Aterrizamos, tuvimos que rellenar ese papelito inútil que justifica que les pagues treinta dólares como tasa y pasamos la aduana, donde nos abrieron las maletas.

-         Lydia haz lo que te digan, no chulees a nadie, si hay que hacerlo ya lo haré yo. Si hace falta sacare referencias del cónsul y de algún senador.
-         Pero no tiene que pasar nada Ferry.
-         En teoría no, pero es mejor que sepas como actuar. Llevamos algunas botellas de vino, recuerda. Son las muestras, es en lo único que se pueden meter, pero si hace falta intervenir lo haré yo, tú no hagas nada pase lo que pase.

Abrieron las maletas y vieron las botellas, pusieron alguna objeción pero al explicarle yo, que eran unos regalos para las referencias que había comentado con Lydia, se acabaron los problemas, hasta me saludaron militarmente.

Salimos de la zona de llegada, para coger el autobús que nos llevaría hasta el resort. Por fin podíamos fumar otra vez. Deleitamos algunos cigarrillos, mientras yo olía ese ambiente de humedad que tiene ese olor especial.

-         Hueles Lydia el ambiente.
-         Si Ferry, me estaba preguntando que era ese olor.
-         Pues es la humedad, ese olor cuando lo hueles no lo olvidas en tu vida, solo se huele por el Caribe es curioso.
-         Vigila la maleta Lydia, y no dejes que ningún maletero se la lleve.
-         No te preocupes Ferry, que no me separo de ti.
-         Ves tranquila, pero alerta, estos se buscan la vida cada día, son listos.

Se nos acercaron varios maleteros uniformados para prestar sus servicios, con diferentes alternativas, unos te ofrecían el servicio, otros intentaban coger la maleta y después te ofrecían el servicio. A todos les dijimos que no. Por fin apareció la guía del viaje y nos dirigió a la guagua que nos llevaría al resort, una hora más de viaje en un autobús de esos americanos amarillos.

-         Mira Lydia el pedazo de bus que vamos a coger.
-         Joder Ferry, parece el de la película de Freddy Krueger.
-         No Lydia no lo parece, lo es.
-         No seas tonto Ferry, mientras me daba un manotazo en el brazo, no me hagas coger miedo.

Subimos al autobús, y la guía empezó a hablar por el micro anunciando la duración del viaje, los diferentes resort donde pararía, y como se coordinaría el día de vuelta. Lo más importante podíamos fumar tranquilamente durante el viaje, fantástico pensé. Lydia apoyo su cabeza en mi hombro durante casi todo el viaje. Al salir del aeropuerto, las últimas lluvias habían generado un enorme socavón en la carretera, impresionaba verlo desde el autobús, parecía que el autobús no tendría suficiente ancho de calzada para pasar, pero paso. Lydia se agarro a mí con fuerza.

-         Pero Ferry, si nos podemos caer.
-         Tranquila Lydia, si lo hacen es que saben que aguantara, ellos el turismo lo cuidan pero les falta el detalle. La verdad es que en Europa una carretera en estas condiciones la cortarían inmediatamente, pero aquí es lo que hay o pasas por aquí o no pasas.

Fui manteniendo el tipo, con diferentes comentarios hacia Lydia para que se tranquilizase. La verdad es que yo también lo estaba pasando mal, la situación era peligrosa de verdad. Por fin paso ese tramo de cincuenta metros.
-         Bueno Lydia, ya esta hemos pasado, ves estaba controlado.
-         Si tú lo dices.

Se reclino nuevamente hacia mí, y así estuvo hasta llegar al acceso del resort donde se irguió para no perderse detalle.

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