No sabía si Lydia, me había denunciado. Llame a Laia, su novio era policía para que mirase si tenía alguna denuncia contra mí.
En mi soledad, pensaba en porque habíamos tenido que llegar hasta esos extremos. Todo iba bien, pero había cosas que yo no soportaba, Había tenido una madre que todo era orgullo, mientras mi pensamiento decía que dignidad si hay que tener pero el orgullo no servia para nasa, y Lydia era de las que la ira, y la soberbia eran componentes de su personalidad, no soportaba esos comportamientos en un adulto. Menos mal que venia el lunes y con el trabajo me iba a distraer.
El lunes salí de viaje hacia Gijón, mi pensamiento estaba en ella, solo hacia que pensar en ella. Estuve en el cliente y a la hora de comer, salí a un restaurante cercano tenían música de fondo en el comedor, sonó una canción de amor que yo le había enviado por email a Lydia, me levante y tuve que dejar de comer era insoportable, su imagen se me hacia presente, lo estaba pasando mal, muy mal.
El martes por la tarde me llamo Laia:
- Hola papá ¿Cómo estas?
- Bien Laia, bien. Que le iba a decir si ella no podía hacer nada.
- Pues tu voz dice lo contrario papá.
- No te preocupes son cosas del clima, que por aquí esta lloviendo y ayer me moje bastante.
- Pues Juan, mi novio, ha mirado en la base de datos y no tienes ninguna denuncia, quizá la hizo en los Mossos, y las bases de datos se cruzan con una frecuencia que no es diaria.
- Laia, mira si puede mirar en las otras, quizá tenga algún amigo.
- Ya se lo diré papá, pero estate tranquilo, lo que sea sonara, pero yo estaré a tu lado, tranquilo. Yo se como eres tú. ¿Pero como llegasteis a ese extremo?
- Prefiero no explicar mucho Laia, me genera dolor interno, ya te lo explique a grandes rasgos. Estoy avergonzado de mi mismo, de haberme dejado llevar hasta ese extremo, nunca me lo hubiera imaginado.
- Te llamare y te diré algo, venga cuídate papá.
- Gracias Laia.
Por lo menos había descubierto que Laia estaba a mi lado, en los momentos malos es cuando descubre las personas.
El viernes llegue a la oficina y la busque con la mirada y no la vi. Cuando entre a despachar con Pedro, le pregunte:
- ¿Qué tal Lydia, Pedro?
- Esta semana no ha salido, me llamo el domingo por la noche que no se encontraba bien y tuve que llamar a otro analista urgentemente.
Hice la parte administrativa y estuve pensando en llamarla, pero no lo hice, tenia que remontar y olvidarme de ella, no era bueno para mí.
La semana siguiente, me toco un cliente en Galicia y me sobraba mucho tiempo con él, con lo que después de comer iba a dar una vuelta en coche y admirar los paisajes. El martes me pare en un promontorio que dominaba todo un valle precioso, con diferentes colores del verde, haciendo unos contrastes increíbles, se oía el transcurrir del agua de un arroyo cercano, apague la radio para no romper la armonía, era maravilloso.
El paisaje me relajaba. No se porque cogí el móvil y con mi pulgar empecé a navegar por la agenda, hasta que apareció su nombre. Se me genero la necesidad de hablar con ella. Tuve el móvil en esa posición casi media hora, pensando si lo hacia o no lo hacia. Al final lo hice. No hubo contestación. Lo intente nuevamente, hasta en cuatro ocasiones, dejando pequeños lapsus de tiempo, entre unas y otras. Al final descolgó el teléfono.
- Que quieres ahora Ferry, ¿Quieres pegarme más o que?
- No Lydia, quiero disculparme por lo que ha pasado, no se como llegamos a ese extremo, y me gustaría hablar contigo.
- Tu y yo no tenemos nada que hablar, me agrediste y punto.
- Venga Lydia, bájate del pedestal, los dos lo hicimos mal, ambos somos culpables de lo ocurrido, tu por tu provocación y yo por seguirla.
- Mira Ferry, tú piensa lo que quieras, pero la que va marcada soy yo.
- Pero Lydia, si yo no tengo uñas, las llevo siempre cortas, no te das cuenta que en tu ataque de histeria te las clavaste tú.
Se hizo un silencio, al rato:
- ¿Y cuando quieres que nos veamos? Ferry
- Mira yo vuelvo el jueves por la mañana, si quieres comemos y hablamos.
- ¿Puedes estar aquí sobre las 15:00 Ferry?
- Si donde quedamos Lydia.
- Quedamos en el cruce del colegio de mis hijos que yo los llevo esta semana, en este estado no he querido trabajar.
- Bien nos encontramos allí, amor.
- Adiós Ferry.
Me presente a la cita, en la esquina que ya habíamos quedado alguna vez. La vi acercarse por el retrovisor, ese andar que ella tiene, unas gafas de sol que tapaban sus ojos. Por fin alcanzo el coche, entro, se sentó diciendo:
- Hola Ferry.
- Hola Lydia, como estas.
- Bien Ferry.
- ¿Has comido Lydia?
- No.
- ¿Vamos a comer y hablamos?, asintió con los hombros y la cabeza.
Arranque el coche, la lleve a un restaurante conocido, que nos traía recuerdos, Canyelles era el lugar. Nos sentamos en nuestra mesa, la mesa redonda. Estaba distante, muy distante. Las gafas de sol no se las quitaba ni en el interior del restaurante. Al final no me resistí y le levante con mi mano las gafas para ver su parpado. Su parpado tenía una pequeña cicatriz de su arañazo.
- ¿Te duele Lydia?
- No, ya no, pero estaré marcada para siempre, ves lo que me has hecho.
- Déjalo ya Lydia, mostrándole las manos. Yo siempre llevo las uñas así, no entiendo nada, sabia que tenia que ceder un poco.
Hablamos, y hablamos. Yo intentaba no recordar el momento vivido, ella todo lo contrario quería reafirmar su idea de agresión.
- ¿Hay que ir a buscar a los niños al colegio? Lydia.
- No te preocupes ya he quedado con mi madre. ¿Tú me quieres Ferry?
- Joder Lydia me muero por tus huesos, y tu lo sabes, esa es mi debilidad ante ti.
Me cogió las manos y me beso. Salimos del restaurante haciéndonos promesas, pero lo que tenia que pasar es que hubiese un cambio de actitudes y eso era difícil cuando ya se es adulto. Tenia que ir con mucho cuidado, no quería hacerme mas daño, ni a mí ni a ella. Como ya le había comentado a ella, el coste de su ira y soberbia, lo pagaría ella yo no estaba dispuesto a ese coste.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por el comentario, me ayudara sin duda