Iba conduciendo hacia Valverde Mao, íbamos con tiempo suficiente. En la radio del coche sonaba bachata, reggaeton y algún merengue con las clásicas letras de amor o desamor, era la época que todavía sonaba “Pájaro Malo” o “Gasolina”.
- Ferry, todas las emisoras suenan igual, y si no son programas de cristianismo.
- Si Lydia, pero la música es suave, esta bien con este paisaje. A veces también ponen canciones españolas. Aquí tienen ídolos que en España ya hace tiempo que no cantan, por ejemplo Camilo Sesto y otros, siempre me ha sorprendido.
Lydia lo iba mirando todo, llenaba su mirada con cualquier cosa, nada era como lo había imaginado ella. Se la veía bien, relajada pero emocionada al mismo tiempo, estaba disfrutando y lo de la comida lo llevaba bastante bien hasta el momento, era lo que más temía, podía ser un problema con ella.
.
- Ferry ¿Tu sabes bailar bachata?
- Si Lydia.
- Míralo y sin enseñarme, nunca me has dicho nada. Seguro que sabes bailar merengue también.
- Pues si, conteste.
- Venga explícame, ¿Y eso?
- Es una historia muy larga Lydia. Empezaremos. Mira la capital es una cosa, pero por aquí es otra, hay pocos sitios para distraerte, como te darás cuenta, si no lo has hecho ya, esto es otra historia. Por aquí puedes hacer pocas cosas, tomas cerveza, juegas al billar o bailas. No hay más distracción, bueno si, muchachas pero de eso no hablare. Yo tenia la costumbre de ir con Juan Inés los viernes noche a jugar al billar y justo al lado había una discoteca al aire libre. Piensa que Juan tiene cinco mujeres, y encima se conocen entre ellas, más o menos. Cuando íbamos a jugar el siempre traía a dos, de buen rollo, nunca tuve nada con ellas, yo a las mujeres de mis amigos ni me las miro. Después del billar, empezábamos a practicar y poco a poco me convertí en un bailarín, bueno alguien que podía bailar, y le cogí algo de afición, no tenia nada más que hacer. Te explicare una anécdota. Llegamos una noche a Villa Vázquez, que esta un poco más al norte, tenia hambre y era muy tarde las dos de la madrugada. Juan Inés me dijo que conocía un disco pub que arriba tenia un restaurante y que quizá nos diesen de cenar. Juan Inés entro a preguntar y salio con una muchacha, que me presento como la dueña. Ella me pregunto, que si era el español, le conteste que si, no sabia que era popular. Me planteo el siguiente reto: si baila Vd. conmigo un merengue y le apruebo le daré de cenar, caso contrario pasara hambre. Después de reírnos un rato y gastarnos algunas bromas entramos en el local, por cierto durante la conversación se oyeron un par de disparos en la calle de atrás. Cuando entramos había bastante gente, vaya vergüenza que me estaba entrando, todos me miraban. Ella hizo una señal y empezó a sonar un merengue, la cogí y empezamos a bailar, como bailaba esa mujer, la gente empezó a dar palmadas y nos animaban, vaya que todos estaban pendientes de nosotros, finalizo la canción, cambiaron el ritmo de las palmadas para convertirse en aplausos, yo le hice una reverencia a la muchacha mientras me separaba de ella y le bese la mano, vaya que quede como un rey. Ella miro alrededor suyo y me dijo: Don esta Vd. más que aprobado, le abriré el restaurante. Si, cenamos a las tres de la mañana, me cocinaron un pescado rarísimo, pero que estaba buenísimo acompañado de un vino, ella nos acompaño durante la cena. Fue una experiencia increíble.
- ¿Te la tiraste Ferry?
- Que obsesión tienes Lydia, los caballeros no explican esas cosas, solo te diré que llegue a la plantación dos horas más tarde de lo habitual, y aquí se acaba el cuento que me estoy distrayendo, y en estas carreteras no te puedes distraer, que se conduce muy diferente a Europa, supongo que te has dado cuenta.
- Si es una pasada como se conduce por aquí Ferry.
- Entre que más de la mitad no tiene licencia de conducción, otros no tienen seguro y que cada uno hace lo que quiere tienes que ir con mucha prudencia. Yo porque estoy acostumbrado pero al principio te vuelves loco. Sin ir mas lejos, el hijo del Negro, que solo tiene ocho años conduce el camión de 3500 kilos que tienen, y no solo por el campo, en pequeños tramos también lo hace por la carretera.
- No me digas Ferry. Lo que me alucina es el estado de algunos coches, en Europa estarían en el chatarrero y aquí circulan. Y los mensajes a Dios que llevan en los coches y las guaguas, me sorprende todo eso, vamos no me lo hubiese imaginado nunca.
- Si Lydia, aquí hay cosas muy sorprendentes. Mira ya estamos llegando. Juan Inés me dijo que habían construido unos Juzgados nuevos a la salida de la ciudad, que estaba indicado con un letrero en la carretera, estate atenta Lydia. Todavía recordaba unas primeras declaraciones en la capital, en una sala de seis metros cuadrado estábamos ocho personas, una locura, y encima el secretario del juzgado tomando nota en una libreta de esas pautadas de los niños, de las que llevan rayas.
Vimos el letrero y nos desviamos, a unos 500 metros había un edificio nuevo, con el letrero de Juzgados. Llegamos al parking, y bajamos del coche. A la distancia le dije a Lydia.
Palacio de Justicia |
- Bien Ferry, llevas el traje bien, menos mal que no te has manchado en el desayuno.
Nos acercamos al grupo. El Cónsul me vio y se adelanto hacia nosotros. Hermano, venia diciendo, hasta que se fundió en un fuerte abrazo conmigo.
- ¿Cómo estas Juan Miguel?, te veo bien joder.
- Si, la verdad es que si, y tu no estas nada mal, has cogido unos kilos, pero bueno sigues bien.
- Espera te presento, mira Lydia el Cónsul. Se saludaron. ¿Quien son esos que no conozco Juan Miguel?
- El chofer del abogado Brito, el procurador y a los demás ya los conoces.
- Si, vamos para allá, a ver que dice Brito.
Nos saludamos todos, presente a Lydia al grupo. Me había puesto muy nervioso, no sabía que hacia la hermana de Juan Inés allí, me podía montar alguna historia delante de Lydia y yo conocía la posible reacción de ella, podía ser la tercera guerra mundial, fácilmente. Cogí al abogado y al cónsul y los separe del grupo para poder hablar de la estrategia en la vista, Lydia estaba con nosotros. Preguntaba a Juan Inés con los ojos, y él hacia un gesto levantando las cejas y torciendo un poco la boca, como indicando que quería hablar conmigo, conocía esos signos de otras situaciones parecidas.
- Bueno Don, dijo el abogado, primero que la vista ha sido aplazada hasta las tres de la tarde, porque le ha surgido un problema al fiscal. Sobre el tema de porque se celebra aquí la vista, según el fiscal general de la capital es donde debe efectuarse, ya informe a Juan Miguel sobre el tema.
- Brito, le dije, estoy muy descontento de su actuación, me tiene desinformado y además en mi opinión esto se le ha ido de las manos, ha habido desidia por parte de alguien. Aquí estamos afectados de la influencia de Negro, tú sabes mejor que yo, que se puede llegar a poner en duda la imparcialidad de la justicia en estas áreas rurales. Recuerda que Negro en su casa cortó la cabeza con un machete a un haitiano desarmado, porque le reclamaba un pago y no le paso nada. ¿Que puede pasar si no declaramos Brito?
- Es una de las opciones que hay, si no declaramos tendrán que remitir el caso al Fiscal General otra vez y entonces si que conseguiremos que se celebre en Santo Domingo.
- ¿Y porque no lo ha hecho Vd. ya? Bueno Brito, al final el contrato que firmo Negro decía eso, que en caso de diferencia nos remitíamos a los Juzgados de Santo Domingo, no entiendo que hacemos aquí, vamos no entiendo la Justicia en este país.
- Bueno y si comemos dijo el Cónsul y seguimos hablando. La intervención de Juan Miguel relajo un poco el ambiente.
Se acerco Juan Inés y saludo a Lydia, yo le hice una señal para que la entretuviese, mientras les decía: voy a saludar a tu hermana Juan Inés. Ellos se quedaron comentando la confortabilidad de la cabaña.
Me acerque a la hermana. Que guapa estaba, tenia más o menos mi altura, morenita, delgada, grandes ojos, labios perfilados europeos, un culito impresionante y unos pechos que siempre realzaban su figura, su escote los perfilaban y se podía adivinar lo que guardaban. Le di dos besos en la mejilla, pero ella giro la cara y casi se los doy en los labios.
- Lo que has conseguido con eso, es que no te de dos besos cuando te vayas.
- No Ferry, no me haga eso, intentándome coger la mano, que yo aparte inmediatamente.
- Pero bueno, no se que pretendes, ya te dijo tu hermano el que. ¿Supongo que te lo ha dicho?
Estaba preocupado, no podía ver a Lydia ya que estaba a mi espalda a unos 10 metros aproximadamente, por otra parte me iba bien, ya que no podía ver como yo gesticulaba.
- Si que me lo ha dicho mi hermano, pero he pensado que quizá.
- No sigas por favor, no te hagas daño, esta situación es muy violenta para todos, mira tu sabes que cuando estoy en pareja soy fiel, me da lo mismo lo que se me ponga por delante. Yo estuve un mes contigo y me comporte igual que con ella, te mantuve fidelidad, después no congeniamos y lo dejamos, quedo una amistad, pero de eso a que nos tengamos que acostar hay mucha diferencia.
Yo conocía a esa muchacha también, y sabia que excitaba podía montar una escandalera en medio de todo el mundo, debía serenarla pero manteniéndome firme en lo que dijese.
- Pero Ferry, yo aun le quiero.
- Vamos a dejarlo por favor, ya te llamare y hablamos. Toma le dije, echando la mano a la cartera, coge estos 1000 pesos y cómprale algo a las niñas. ¿Por cierto como están?
- Bien Ferry, las dos se acuerdan mucho de Vd.
- Ahora vete a casa, que nosotros vamos a hablar de negocios.
- No me va a dar dos besos Ferry.
- Solo si me prometes que no harás tonterías.
- Se lo prometo.
Le di dos besos, ella cerro lo ojos mientras la bese, y unas lágrimas aparecieron en sus ojos que resbalaron rápidamente por sus mejillas, se giro y se fue alejando lentamente. La vi marchar y me relaje poco a poco, respire hondo y fui hacia donde estaba Lydia que se había reunido con el Cónsul. Saque ánimos de donde no tenía.
- Bueno que hace esa parejita, mientras sonreía.
- No le estaba contando al Cónsul el viaje y lo mucho que me ha impresionado su país, dijo Lydia.
- ¿Que Juan Miguel donde comemos?
- Hay un restaurante un poco más allá Ferry, vamos todos.
- Joder esto va a costar una pasta de verdad que somos muchos, encima que te cobra la minuta ese impresentable, le tenemos que invitar a comer a él, al chofer, al procurador y bueno porque no se apuntan más.
- Déjalo Ferry, me dijo el Cónsul, pagaremos a medias.
- No esperaba menos Juan Miguel. Moreno venia detrás de nosotros.
- ¿Que Lydia has conocido a Moreno? Mientras andábamos hacia el coche.
- Si, es verdad que se parece a Antonio Banderas, es clavado.
- Ya te lo dije Lydia.
- Haz una cosa, dijo Juan Miguel, conduce tu mi jipeta que cabemos todos y vamos con un solo coche, ellos ya irán con los suyos.
- OK vamos a ver como se comporta esta pick up nueva que tienes, aunque la Toyota que tenías me gustaba más, vaya carrera me habia dado yo con aquella jipeta.
Montamos los cinco en el coche, el Cónsul, Lydia, Juan Inés, Moreno y yo, nos dirigimos hacia el restaurante.
- Por cierto Juan Miguel, al que no he visto es a Juan José.
- No él ha declarado por la mañana, nadie lo sabia, dijo Juan Miguel, va diciendo por ahí que si tu le ves lo mataras.
- No me extraña, comente, el sabe que ha hecho mal y es un mal nacido. La verdad es que no me faltan ganas, personas como esa no tienen que estar encima de la tierra.
- ¿Quién es Juan José?, pregunto Lydia.
- Juan José es el Ingeniero Agrónomo que teníamos, es de Montecristi, conteste. Lo sacamos de la miseria le dimos una oportunidad de crecer en la vida, tratándolo de tu a tu, y mira el pago que nos hizo, con la mierda del Negro. Corre por ahí, que Negro le pago 50.000 pesos por engañarnos, y nosotros confiando en él, tratándolo como uno más, dándole una oportunidad, es un desgraciado.
- Déjalo Ferry, me dijo el Cónsul, que te conozco y te estas calentando, todavía iremos a Montecristi a buscarlo, vamos a tener la fiesta en paz.
- Si tienes razón Juan Miguel, vamos a centrarnos en este tema.
- Mira es aquí, parquea en frente que hay sitio, dijo el Cónsul.
Entramos en el restaurante y no tenían sitio para todos, me fue de perlas.
- Juan Miguel, vamonos al pica pollo que he visto un poco mas allá. Estos no se merecen más.
- ¿Qué es un pica pollo Ferry? Me pregunto Lydia con cara de asustada.
- Tranquila es un sitio de comida rápida, te puedes comer pollo un asopao, chivo, una bandera, es comida así. Para ir rápido y punto.
- A mi lo del asopao me suena, dijo Lydia.
- Si, le conteste, en Las Islas Canarias, en España puedes comerlo, incluso el sancocho también se come allí. Anda Juan Miguel díselo que nos sigan con su coche.
Nos presentamos en el pica pollo y en una mesa aparte nos sentamos el Cónsul, Lydia y yo. Durante la comida estuvimos comentando la mala gestión de Brito, el abogado y que deberíamos hacer. Cuando finalizamos nos quedaba algo más de media hora, decidí que Brito y el procurador deberían sentarse con nosotros y ultimar la estrategia, que no hubiese sorpresas. Me levante y los invite a nuestra mesa. Mientras le comente a Juan Inés de repasar la declaración de Moreno, por si hacia falta, que no se liase. Había que decir la verdad solo eso, pero Moreno no tenía muchas luces y podía liarla.
Vinieron a nuestra mesa. Brito se levanto y con esa parsimonia real que utilizan algunos se acerco, eso si mostrando los símbolos de lujo externos que llevaba, sus pulseras de oro básicamente.
Se sentaron con nosotros y confirmamos que no declararía nadie para provocar el aplazamiento y el traslado de la audiencia a la capital, y el Cónsul y yo ya iríamos a ver al Fiscal General. Todos confirmamos la estrategia, no había duda.
Fuimos hacia el juzgado, aparcamos entramos en el Juzgado y esperamos a que se iniciara la audiencia y nos fueran llamando para no entrar. Entro el Negro con su comitiva, una mirada lejana de odio hacia mi me regalo. Le aguante la mirada mirándolo fijamente provocándolo, en todo caso a nosotros nos interesaba provocarlo para ponerlo nervioso.
El edificio tenia una gran fuente a cielo abierto en el centro, solo el cuadrado externo estaba edificado. Aunque estaba prohibido fumar, encendí un cigarrillo, seguro que no me decían nada, y deambule un poco para relajarme, Lydia se unió a mí cogiéndose de mi brazo. Pase por delante de la celda de los presos, vamos el calabozo, que estaba al alcance de cualquiera. Uno de ellos estaba haciendo declaraciones a una televisión local. El preso, que estaba esposado alargo su mano a través de los barrotes, solicitándome un cigarrillo, el cual le invite y di fuego.
- ¿De que te acusan?
- Qué he matado, dicen Don. Yo no he sido, me han cargado a mí la culpa, pero yo no he sido.
Ese hombre lloraba desconsolado, me lleve a Lydia de allí, no era espectáculo para ella. Vimos como salía Negro de la declaración y nos acercamos a Brito.
- Brito si Negro declara nosotros seguimos igual ¿no?
- Si Don lo que hemos acordado.
- Bien, gracias Brito.
Encendimos otro cigarrillo y deambulamos hacia el otro lado del pasillo, los policías nos miraban pero no nos decían nada. Al momento me gire y busque con la mirada a Moreno, no se porque tenia la sensación que algo no iba bien. No vi a Moreno.
- Vamos Lydia, vamos a buscar a Juan Inés.
- Juan Inés, búscame a Moreno, ¡ya!
Juan Inés se movió rápido, busco fuera, y vino haciendo no con la cabeza, entro en la sala y salio sorprendido.
- Don, Moreno esta declarando, con Brito.
- Pero que me dices Juan. Joder aquí no hay quien se aclare, estoy hasta los cojones.
Entre en la sala de declaraciones, cogí a Moreno y le dije al fiscal que no haríamos declaraciones, ya que el Doctor Brito ya no nos representaba, estábamos con indefensión por lo tanto no podían haber declaraciones. Dije a Moreno y a Brito que saliesen conmigo. Llame a Brito.
- Si dígame Don. Su rostro era serio con expresión descompuesta.
- Estoy hasta los cojones de Vd., queda despedido desde ya.
Juan Miguel se acerco.
- ¿Que pasa Ferry?
- El impresentable este de Brito, que acordamos una cosa hace un momento y hace otra. Le explique lo sucedido, se quedo sorprendió.
Juan Miguel se disculpaba, diciendo que él estaba fuera por lo que habíamos acordado no debería haber ningún problema y mira por donde.
- Si Juan Miguel, algunas veces parece que hablemos idiomas diferentes. ¿Tu crees que el procurador puede llevar el caso? o contacto con el que conocí en el vuelo desde España una vez, que ejercía también allí, o si tienes una idea mejor dímela.
- Creo que podemos hablar con el procurador primero y después decidimos.
- Venga Vd., le dije al procurador. Estábamos preguntándonos ¿Vd. es capaz de llevar este caso?
- Si Don, yo tengo despacho aquí en Esperanza, si quieren Vds. vengan y hablamos un poco.
- Pues venga, vamonos que aquí que no es demasiado agradable.
Seguimos al procurador hasta su despacho con el coche. Sorpresa para mí que Brito también vino. Estuvo hablando con Juan Miguel sobre otros temas que le llevaba, todos por solucionar.
- Como le digo Brito, yo haré lo que diga mi socio en este tema, dijo Juan Miguel.
- Pero yo creo que se están equivocando dijo Brito.
- Mire Brito, acercándome a él. Lo que no puede hacer un profesional, es acordar una actuación determinada, y en el momento de su ejecución Vd. sin consultar a nadie, y eso que estábamos allí, no a 10.000 kilómetros de distancia, no comenta nada, yo a eso le llamo abuso, sin más. Por otra parte, y me acerque más a él casi nuestros cuerpos se tocaban, ya le he dicho antes que esta despedido. Alce la voz para que no dudase. ¿Hay algo que Vd. No entienda en esa frase?
Hubo un silencio, todos nos miraban a los dos, Lydia hacia cara de preocupada, quiso intervenir para relajar la situación, estaba muy tensa, ella me conocía y notaba que estaba muy enojado.
- Cállate Lydia, le dije, no es cosa tuya. Y Vd. Brito váyase ya, antes de que lo eche a empujones, cogiéndole de una solapa de la americana.
Su guardaespaldas echo la mano al sobaco, para tener la pistola a mano. Juan Inés la saco, apunto al guardaespaldas mientras le decía.
- Ni se te ocurra muchacho.
Por fin se fueron los dos, mientras Juan Inés los siguió hasta la puerta apuntándolos. Lydia se cayo sentada en el sillón de la sala por la tensión vivida, el cónsul saco un pañuelo del bolsillo y se secaba el sudor de la frente, Juan Inés enfundo su pistola.
- Gracias Juan Inés, pero no creo que hubiera pasado nada.
- No se preocupe Don para eso estamos.
- ¿Quiere un poco de agua fresquita Doña? dijo el procurador a Lydia que hacia mala cara.
- Si por favor.
- Voy al colmadito de al lado, dijo Juan Miguel, vengo en seguida.
Me afloje el nudo de la corbata, no me había dado cuenta y estaba sudando. La tensión soportaba empezaba a pasar factura. Me senté al lado de Lydia.
- ¿Se puede fumar aquí procurador?, pregunte.
- Si como no fumen Vds. si quieren.
- ¿Quieres uno Lydia?
- Si por favor Ferry, joder que rato he pasado.
- Tranquila yo creo que estaba controlado, es una guerra de machitos, pero ese tipo es un impresentable, aquí ha habido desidia por parte de todos.
Juan Inés se quedo fuera de la casa en la puerta, parecia que hacia guardia. Al poco entro el Cónsul con una botella de whisky en la mano, el sabia que el ron a mi no me iba.
- Venga vamos a serenarnos todos, dijo. Tomemos unos tragos, mientras llenaba por la mitad los vasos que le habían dado.
- Si, pero antes, si es tan amable procurador, me da un poco de agua fresquita.
- Como no, contesto el procurador, ahora mismo.
- Mire procurador, vamos a hacer una cosa. Prepare Vd. los papeles, llame a Brito hoy o mañana para que le de el expediente y nos vemos mañana. ¿Qué te parece Juan Miguel?
- Bien es buena idea Ferry, yo puedo también llamar a Brito.
- ¿Nos vemos mañana, y a que hora?
- Ahora llamo yo al Doctor Brito, dijo el procurador y creo que sobre las 11 del mediodía nos podemos ver.
- Por mi bien y tu Juan Miguel.
- Bien me quedare a dormir en Esperanza, en algún sitio, así llevo a Juan Inés a casa. Igual me quedo por las cabañas a dormir.
- Vete con cuidado, le dije sonriendo, que tu ya estas mayor para algunas cosas.
- Que pendejo eres Ferry, me dijo el Cónsul, yo aun sirvo.
Reímos todos, habíamos conseguido sacar el stres del día. Mañana seria el momento de empezar definitivamente.
- Pues nosotros no vamos, nos vemos aquí a las once, venga hasta mañana, cogiendo a Lydia de la mano.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por el comentario, me ayudara sin duda