viernes, 20 de mayo de 2011

Nuevas experiencias, viejos recuerdos

Llegamos al apartamento totalmente acaramelados del momento de la playa.

-         Voy a ducharme Ferry.
-         Ves, yo me duchare después, voy a examinar que canales se ven en la televisión. Me senté en el sofá y empecé a hace zaping con el mando.
-         Que buena que está el agua Ferry, me decía Lydia desde la ducha.

Salio de la ducha como siempre, con el trabajo pendiente de su pelo y la toalla. Vino hacia mí, solo con la toalla en la cabeza, se sentó a mi lado acariciándome.

-         ¿Qué te duchas?
-         Si como no, ahora mismo, mientras le daba un beso en los labios.

Me duche rápido, y salí del  baño secándome con la otra toalla, acercándome a ella.

-         ¿No querías no se que, Ferry?
-         Si Lydia, pero cuando uno come tiene que beber también ¿Abrimos la botella de fresita?
-         Si Ferry, que debe de estar heladita.
-         A por ello. Me dirigí a la nevera, cogí la botella, dos copas y salí al salón, dejando las copas encima de la pequeña mesa que estaba delante del sofá. Abrí la botella, que hizo algo de ruido al descorcharse y serví las copas. Lydia se había estirado en el sofá. Le alargue una copa a su mano.
-         Gracias Ferry, ¿Por qué brindamos?
-         Por ti, mi Amor, brindamos por mi Lydia Bonita, mi Niña.

Brindamos y me arrodille delante de ella, su vientre quedaba delante mío. La empecé a acariciar.

-         Toma Ferry, deja la copa encima de la mesa, que si no lo voy a tirar todo.

La cogí y la deje, empecé a acariciarla, darle besos en todo el cuerpo, Lydia me cogía la cabeza y me la guiaba hacia el final de su vientre. La mordisqueaba, Lydia gemía.

-         Vamos a hacer una cosa, que hace tiempo que tengo ganas, cogiendo la botella de fresita con la mano. Lydia me miraba sorprendida, expectante.

Empecé a verter el líquido lentamente, en su vientre, esperando beberlo un poco más abajo, Lydia se retorcía de placer, no solamente bebía.

-         Tómame Ferry, no aguanto más.

Obedecí sus órdenes con gran placer, maravilloso encuentro el nuestro nuevamente.

-         Me he dado el capricho Lydia.
-         Cuando quieras lo repites, pero yo no gano para duchas. Nos reímos los dos.  Y ahora que quieres hacer Ferry, saliendo de la ducha Lydia.
-         No es hora de cenar y es tarde para otras cosas ¿Por qué no descansamos un poco y después nos vamos a cenar?
-         Si, así si duermo una hora estaré más despejada, no sé que me pasa aquí, que cuando se va el sol me aletargo.

Fuimos a la cama y descansamos una hora, eran las seis cuando Lydia despertó, acariciándome.

-         Ferry, Ferry, decía, estas despierto.
-         Sí mi Amor, estoy despierto.
-         Como estabas tan callado.
-         No quería romper este momento, quería disfrutarlo, ha sido un día muy agradable. ¿Vamos a cenar?
-         Si tengo algo de hambre, mientras me acariciaba. Que bien ha estado antes, cuando me tomas así te pagaría Ferry.
-         No me lo digas que igual un día te cobro. Reímos los dos mientras nos incorporábamos.

Nos arreglamos y fuimos a cenar.

-         Bueno Lydia, antes izquierda, ahora derecha.
-         Sí Ferry.

La oferta era parecida, es como si tuviese simetría desde el hotel, más restaurantes italianos, colmaditos y poco más, pero suficiente. Vimos uno un poco diferente, parecía del país, una terraza con plantas exóticas.

-         Mira Lydia podríamos entrar en este, que parece que no sea italiano.
-         Como tú quieras Amor.

Entramos y nos acomodaron en una buena mesa, el salón no era muy grande pero estaba al aire libre. Sorprendente el colorido de aquellas plantas, le daban una alegría especial y esa tenue luz ambiental mientras el sol se ponía lentamente. Veíamos la playa desde la mesa.
Atardecer Juan Dolio

-         Que bonita esta puesta de sol, solo aquí pueden verse cosas de este tipo. Me recuerda cuando estuve viviendo en Ibiza de joven, en verano no me perdía una.
-         Es maravilloso todo esto Ferry, pero joder me acaba de picar un asqueroso mosquito Ferry.
-         ¿No llevas el repelente, Lydia?
-         Si, me lo voy a poner, ¿Quieres tú también?
-         Si ponme un poco.

Lydia abrió su bolso y saco el spray, pulverizándose por completo, a mi solo las piernas que dejaban al descubierto en mis bermudas.

-         Que exageración Lydia, no se te van a acercar ni los elefantes.
-         No Ferry que lo pasó muy mal.
-         Lo sé Amor, tu cuerpo tiene una súper reacción además tienes aprensión a los insectos, mal sitio este para ese problema.

Cenamos sin más. Una cena agradable rociada con su vino adecuado, siempre intentábamos probar vinos, para determinar la competencia posible por precio.

-         El nuestro le da cien vueltas a este Lydia, y podría venderse al mismo precio.
-         Si es verdad Ferry, es mucho mejor. Ese que hiciste preparar con más glucosa aquí pegaría fuerte.
-         Lo sé Lydia, hay que tomar una decisión. Mañana llamare a Jacinto. Sé que no ha pasado el plazo, pero tengo que hacerle presión.
-         Me parece buena idea Ferry. Lydia se sacó una sandalia de su pie, y buscaba suavemente en mi entrepierna con él.
-         Lydia que vamos a hacer el Emmanuele II, nos van a echar de la isla al final. Reíamos mientras bebíamos de nuestras copas.
-         ¿Te apetece tomar algo, Lydia?
-         Si algo fresquito, he visto un sitio que tienen billar americano, podemos ir allí y echar una parida.
-         Perfecto, y si quieres nos jugamos algo Lydia.
-         No Ferry, me doy por vencida, siempre pierdo.
-         Cobarde, mi Niña es una cobarde, le canturreaba.
-         No me piques Ferry.
-         Eres una cobardita, Lydia tiene miedo, Lydia tiene miedo.
-         Vale, déjalo ¿Qué nos jugamos?
-         El que gane elige, si arriba o abajo, si delante o detrás.
-         Que jodido eres, y sabes que vas a ganar. Si quieres te lo doy sin jugar.
-         No, así no tiene gracia. Además piensa que puedo perder y si pierdo tu podrás escoger lo mismo, tiene su morbo. Yo no sabia como pero ya lo había dicho.
-         Pues ahora que lo dices, sí que la tiene, no lo había pensado. Esa partida tiene su morbo, me motiva, vamos jugarla.

Nos fuimos al sitio que había visto Lydia. Un bar cuyo final daba a la arena de la playa.

-         ¿Qué quieres tomar Lydia?
-         Mira si tienen es vodka con limón, fresquito entrará bien ahora.
-         Esta hecho, Lydia.

Le solicité al camarero las bebidas y que nos diese el billar. Le pase un taco a Lydia, y le expliqué las reglas básicas, jugamos una modalidad simple, vamos el de bola 8. Jugamos a ver quien salía y gane yo.

-         Bueno Lydia empieza la partida del siglo.
-         Me están picando los mosquitos Ferry.
-         Ponte repelente otra vez Lydia.

Lydia saco nuevamente el spray, con tan mala suerte que detrás suyo había un enorme ventilador en el suelo. Cuando Lydia se roció, todo el bar quedó esterilizado, la fuerza del ventilador repartió el repelente por todo el recinto.

-         Joder Lydia me has llenado la cara de eso, te estas rociando delante del ventilador.
-         No me había dado cuenta Ferry, perdona.
-         Fíjate, incluso en la barra hay alguno que se esta pasando la mano por la cara. Nos reímos los dos a grandes carcajadas. Haber Lydia estas adulterando mi concentración, me quieres hacer trampas. Lydia se acerco a mí, besándome.
-         No quiero hacerte trampas Ferry, quiero ganarte. Reíamos nuevamente.
-         Vamos a empezar.

Saque, Lydia tiro, y después me toco a mi. Vi dos tiradas fáciles y escogí lisas. Metí las dos. Tenia que darle alguna emoción a la partida, elegí una posición casi imposible y no metí ninguna bola. La verdad es que por darle ventajas casi llego a pasarlo mal. Finalmente metí la negra después de meter todas mis bolas.

-         Se acabó Lydia, has perdido, me has dado guerra, pero he ganado, dejando el taco encima de la mesa.
-         Va que has estado jugando conmigo Ferry.
-         No Lydia, hacia mucho tiempo que no jugaba, casi me ganas de verdad. No discutamos Lydia, te he ganado y elijó.
-         Es verdad ya no me acordaba ¿Qué eliges? Ferry
-         Te lo explico cuando subamos.
-         ¿Subimos Ferry?
-         Si no te apetece nada más, nos vamos.

Fuimos al apartamento, y nos sentamos en el sofá.

-         Bueno mi Niña, es hora de pagar las deudas. Lydia me acariciaba.
-         ¿Qué vas a escoger?

Me levante y me fui a la bolsa, sacando la crema y mostrándosela.

-         Detrás y en el sofá.
-         Joder como te pasas.

La fui desnudando lentamente, besándola, dejando su cuerpo desnudo lentamente, me afloje el pantalón y empecé a ponerle la crema mientras le daba alguna palmada, Lydia giraba la cabeza y me miraba con cara de deseo. Hice un leve masaje para que no le doliese y la tome. Lydia gritaba yo la cogía del cabello, del cuello y le tiraba la cabeza hacia atrás. Sus gemidos se confundían con sus chillidos y sensaciones. Se movía buscándome. Hasta que no pudo más, se movió de lado y se incorporó.

-         Déjame Ferry que me siente, siéntate en el sofá. La obedecí.

Se sentó, buscándome con la mano hasta que me encontró y lo volvió a introducir en el mismo sitio, Lydia gritaba mientras yo podía introducir mis dedos en su parte delantera. Finalizamos, y Lydia se dejo caer hacia atrás, besándole el cuello y asiéndola suavemente los pechos.

-         ¿Sabes una cosa Ferry?
-         No, dime Lydia.
-         Eres lo mejor que he probado en mi vida, me vas a matar un día de estos, me generas dependencia, no puedo estar sin ti.
-         Yo tampoco sin ti Amor, el placer es mutuo.

Lydia se movía lentamente, saboreando los últimos momentos, notándome.

-         Esta para volver a empezar.
-         Sí quieres, puedes. Ya sabes que no hay problema, tardaremos un poco más pero pasara lo mismo.
-         Si pero ahora déjame sentarme hacia delante y túmbate en el sofá, lo haremos igual.

Fue nuevamente delicioso, esta vez estaba lubricado por mí. Lydia al final extasiada se cayo hacia delante abrazándome.

-         Eres una máquina Ferry, me llevas once años y puedes conmigo. La verdad es que podrías con dos como yo.
-         No exageres Lydia. Eres tú que me generas un deseo indescriptible, ya sabes que si no hay deseo yo no puedo. La verdad es que estos días me encuentro fuerte.
-         Fuerte, tu estas fuerte siempre Ferry. Ven que te limpiare.

Lydia me mataba, ese final era la gran traca de unos fuegos de artificios. Me quedé varios minutos con los ojos cerrados gozando del momento, y recordando todo lo que habíamos hecho, no quería olvidar nada, ni el más mínimo detalle.

-         Me voy al baño Ferry, es mi triste final de siempre.
-         Anda como lo has dejado, voy a recogerlo con papel de cocina,  mirando hacia el suelo.
-         No me extraña nada, habrá sido al levantarme, a mí me esta resbalando por la piernas, te has quedado a gusto cabroncete.
-         Como lo sabes Amor, y tú también.
-         Como no, siempre gozo contigo, ya no recuerdo cual es el mejor, son indescriptibles todos ellos, maravillosos. Esto no lo olvidare en mi vida.

Lydia salio de la ducha y nos fuimos a dormir, con la misma música de cada día, el famoso bracito. Dormí muy relajado esa noche y abrazado a ella.

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