El viernes nos vimos en la oficina, yo más bien estaba cabizbajo, preocupado por la reacción que pudiese tener Lydia. Me vio y vino hacia mí, nos saludamos como de costumbre.
- Ferry, espero que no tengas compromisos, luego quiero hablar contigo, mejor que no sea en el bar.
- Como quieras Lydia, si quieres comemos y hablamos.
- OK tomamos algo abajo como siempre y luego nos vamos Ferry.
- Bien así lo haremos.
Acabamos la parte administrativa, y salimos a comer. La lleve a Cantallops, cerca del Ordal, había un restaurante agradable con comida a la brasa. Paraba allí siempre que salíamos a dar una vuelta en moto a tomar el almuerzo.
Nos sentamos y pedimos unas costillas de cordeo, que le recomendé. Las hacían con brasas de sarmientos, todavía me acuerdo del gusto de esas costillas de cordero, buenísimas tiernas, exquisitas. Además el lugar ya nos venia de camino para llevarla después a casa.
El día no era muy agradable climatológicamente, nublado, chispeaba, nos podía caer la del pulpo en cualquier momento, El cielo estaba cerrado de nubes negras. Empezamos a comer, y nuestro dialogo era el acostumbrado. Pero yo pensaba en sus palabras de la oficina, y me preguntaba ¿Esto no es lo que me quería decir?
- Bueno Lydia ¿de que querías hablar?
- He estado pensando en lo que me dijiste en Palma, y me quede sorprendida, yo siempre te he imaginado como un hombre feliz, casado pero feliz, me sorprendió.
- Mira Lydia, yo no me voy de cacería por casualidad y además no me escondo. La culpa la tiene mi hija Laia que es la única que tengo, si rompo formalmente con todo mi hija no lo aceptara y lo perderé todo. Yo tengo solo una hija, si tuviera tres como tú, no me lo pensaría, pero como ya te explique llevo tres años durmiendo en el sofá, si relaciones sexuales con la otra persona y todo por no perder a mi hija. Quizá sea cobarde en no hacerlo, y pensar solo en mi, pero debo pensar en ella también. Ella ve una irrealidad, pero ya veremos, quiza cuando se case lo rompa todo, no sé, es un tema que me preocupa. Puedes llamarme cómodo, si es posible que sí, mira me tienen atendido, pero solo eso me dan de comer a cambio de dinero, míratelo así.
- Si me explicaste algo Ferry, pero no hasta ese punto.
- Pues esa es mi realidad Lydia, por eso te dije lo que te dije, si no nunca te hubiera dicho nada.
Aclarado este punto, seguimos con las conversaciones normales, y admirando el esplendido sabor de aquellas costillas que eran un manjar. Tomamos nuestros cafés de costumbre.
- A que hora te esperan en casa Lydia.
- Hasta la hora de cenar los niños.
- ¿Te apetece algo más? Lydia
- Si me tomaría algo fresquito, pero no aquí Ferry.
- Pues como no vayamos a Sant Sadurni y nos tomemos unas copas de cava, por aquí, que yo sepa no hay nada más.
- Pues tampoco es mala idea vamos a Sant Sadurni Ferry.
Fuimos a Sant Sadurni, los restaurantes de las cavas ya estaban cerrados, los lugares de degustación también, al final descubrimos un bar normal y corriente, algo rustico que servia cava. El día rompió a llover, tronaba fuerte y los relámpagos encendían el cielo. Al bajar del coche ella se asió de mi brazo ya que los truenos le daban miedo. Entramos en el bar, con las ropas mojadas, a pesar de no haber distancia, unos cinco metros, de donde aparque.
- Buenas tardes señores, dijo el camarero.
- Buenas tardes es un decir, pero venga que sean buenas.
- Tráiganos la carta de cavas.
Le señale un brut a Lydia, y ella afirmo con la cabeza, al poco estábamos descorchando la botella. Por los vidrios de la taberna el agua resbalaba, estábamos solos los dos y el camarero. Su mirada era tierna, muy tierna, era sorprendente las expresiones de sus ojos, nunca vería todas la que era capaz de generar, su sonrisa era amplia y limpia, tímida y agresiva al mismo tiempo pero todo se acabo cuando de repente me dijo:
- Quiero estar contigo Ferry, quiero que me hagas tuya.
- Es un placer oírte lo que me acabas de decir, pero Lydia yo contigo tengo un lema “te quiero para quererte”, y para que eso pase tengo que respetarte un tiempo hasta que nos conozcamos mas, pero hay algo de lo que no te vas a librar.
Me levante, me dirigía hacia ella. Ella sabía lo que iba a pasar. Le cogi la cara con las dos manos, me recline y le bese la boca de forma enamorada, ella cruzo sus brazos por detrás de mi cabeza, asiéndome fuerte y echándome hacia ella. Fue un beso interminable, el camarero se nos quedo mirando, Lo dos reímos cuando nuestras bocas se separaron, nos habíamos dado cuenta que el camarero se había quedado mirando. Agotamos la botella de cava, pagamos y nos fuimos, pero esta vez ella se cogio de mi brazo aunque ya no llovía.
La deje en su casa, nos dimos unos cuantos besos más, a cual mejor y mis manos se deslizaron por encima de sus pechos, mientras ella exclamaba de placer. La deje ir, respetando mis principios y la vi alejar lentamente, como de costumbre.
Si, estaba con ella, la estaba respetando porque deseaba un proyecto de futuro con ella, no quería que fuese una más de mi lista, quería que fuese la única. Sabia que no iba a ser fácil, en ningún momento nadie se atrevería con alguien que tuviera tres hijos y unos padres, pero estaba enamorado, no había otra explicación, aunque debía cerrar el pensamiento que era un capricho, por eso me resistía a hacer sexo con ella, debía sobrepasar el listón del capricho y estar seguro de todo
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