Llegamos a la empresa, nos encontramos con Zacarías directamente.
- Buenos días Sr. Zacarías.
- ¿Qué tal? ¿Cómo ha ido eso?
- Bien, perfectamente. Tengo que imprimir el informe, Puede facilitarme un ordenador para que pueda imprimir desde mi pen.
- Si como no, contesto. Coménteselo a Bakar, mi hermana.
- Gracias. Por cierto quiero comentarle el análisis financiero en una hora, como quedamos ayer.
- Avíseme cuando este listo, dijo.
Me dirigí a la Sra. Bakar , estaba al fondo de la oficina, a la derecha había una muchacha joven que desentonaba con aquellos dinosaurios. Lydia me seguía a todos los sitios, callada, sonreía como máximo o saludaba sencillamente.
- Sra. Bakar, buenos días. Le comentaba a su hermano que necesito un ordenador para imprimir.
- Póngase en aquel, la entrada de usb la tiene por detrás, si necesita ayuda dígamelo.
- ¿Cuál es la impresora más cercana que pueda imprimir en color?
- Justo la de al lado, es la que tiene definida por defecto, contesto.
- Gracias, le dije.
- Por cierto, en la sala que estamos, hay un cenicero, ¿Se puede fumar?
- Si háganlo, aquí todos fumamos.
Que mujer más seria. Los vascos tienen un tono seco, profundo normalmente, agradables, esta era rara de verdad, debería ser una mezcla rara. Tenia que descubrir que influencia tenía sobre su hermano en la toma de decisiones.
Una parte buena de este trabajo, es que si el cliente era “maldito” solo lo aguantabas tres días, a la semana siguiente otro.
Imprimí sin problemas, Lydia ordeno las hojas y nos dirigimos a la sala. Le comente que era fácil, porque los clientes resabiados lo hacen, que el cliente la mirase fijamente durante la reunión. Acostumbran hacerlo al individuo mas débil de la pareja, así tienen el control de la reunión.
Exactamente ocurrió lo que advertí a Lydia, me lo imaginaba. Ahora sabia que tipo de persona tenia delante mío era un “chupa análisis”. El listo de la colina, es como le llamamos después de aquella reunión. La explicación del análisis fue sin problemas, llena de detalles técnicos, que yo traducía a un argot común para que los entendiera con uno y otro ejemplo.
Zacarías quedo contento, le comente que ahora empezaría a hacer el resto de entrevistas, pero antes que me definiese el organigrama de la empresa, para saber con que personas deberíamos entrevistarnos y sobre todo que anunciase al personal que estábamos haciendo un análisis de la empresa para determinar mejoras, que nadie pensase otra cosa, para que las entrevistas fuesen lo mas sinceras posibles. Así lo hizo, mientras Lydia y yo fumamos un cigarrillo tranquilamente.
Oímos como Zacarías le decía a su hermana, Bakar, ponles café a esos señores. Ella le contesto, si quieren café que se lo hagan ellos en la cocina del fondo. Desagradable sorpresa, ignorábamos que habíamos hecho para justificar ese comportamiento, entendimos que no iba con nosotros debería ser para su hermano el tema.
Ninguna entrevista a destacar, la verdad es que la empresa era muy simple, una empresa de importación de acabados de carpintería, que se ganaba la vida con los márgenes de importación y venta en el interior, tenia una serie de deficiencias características del sector, solo había que confirmarlas, los costes de estructura y los productos que podrían utilizar para asegurar el tipo de cambio.
Lydia estaba tensa, y era normal, todo era nuevo para ella y encima no podía hablar. Para mi era fácil, ya llevaba haciendo ese trabajo cinco años, era pan comido y raras veces te tocaba un cliente de este tipo.
Acabamos la jornada y nos fuimos al hotel.
- Bueno Lydia, ¿Que tal este segundo día? Vaya cliente que nos ha tocado, ¿no? Bueno eso pasa alguna vez, este va a ser duro de verdad, no creo que hagamos nada, pero yo soy de los que no tira la toalla, ya veras, lo intentare hasta el final, hasta el último segundo.
- ¿Un cigarrillo?
- Si como no, me contesto. Yo no creo que pueda hacer este trabajo.
- Venga, venga, Lydia que solo ha visto el infierno, le falta ver el cielo y todos los inframundos que hay entre los dos.
- Pero es muy duro, interpelo.
- No se lo voy a negar, pero la recompensa económica es alta, es normal que sea duro. Te iras acostumbrando poco a poco. La semana que viene saldrás con Mariano, es otro de los mejores, veras un método diferente. El mió es analítico, el es profético, promete, promete y solo eso promete, pero firma, por eso el consultor tiene problemas después, por el contrario con los míos el cliente se queda “enamorado”, normalmente. Relájate estos días, se que es duro estar callado, pero es bueno aprendes a dominar los impulsos y los instintos, sobre todo cuando te miran como buscando una afirmación, es durito de verdad, pero solo dura tres días.
- También es cierto lo que me dices, la responsabilidad es solo tuya, Ferry.
- Si sin duda. Haremos una cosa, al igual que ayer, descansaremos una hora y después nos iremos a cenar. ¿Dónde ayer, estuvo bien no? ¿Le apetece?
- Si, sin duda estuvo muy bien, dijo Lydia.
Llegamos al hotel e hicimos lo que habíamos acordado. Al entrar al hotel estaba la recepcionista de ayer que se unió a nosotros en el ascensor.
- ¿Como están Vds.? ¿Cansados? Dijo Noa.
- Si un poquito, tenemos un cliente un poco duro, pero ya se ablandara, conteste. ¿A que piso va?
- Al segundo, contesto Noa. Lydia cambio el semblante de su cara inmediatamente, incluso bajo del ascensor y sin girar la cabeza dijo “hasta luego”.
- Nos vemos Lydia en recepción mas tarde, conteste.
Bajamos en el segundo piso, Noa se dirigió hacia la derecha del pasillo y yo a la izquierda, Hasta luego le dije, Adiós Señor contesto ella.
Tome una ducha relajante, larga, dejaba que el agua corriese por todo el cuerpo, iba ladeando la espalda para recibir un pequeño masaje, que agradable era, notaba como mis músculos se iban relajando poco a poco. Después de dos enjabonadas generales y sus sucesivos aclarados Salí de la ducha. Me hidrate con crema, de esa que ponen en los hoteles.
Me tumbe en la cama tal cual. Viendo la televisión y fumando unos cigarrillos para acabarme de relajar. Llego sin pausa la hora de arreglarse para cenar, no había que llegar tarde, Lydia era obsesiva de la puntualidad, me di cuenta enseguida.
Baje a recepción y ya estaba esperando, yo fui súper puntual.
- Que tal Lydia preparada o te apetece tomar algo antes de salir.
- No mejor nos vamos, que si después tienes que empezar el informe es importante que descanses.
- Bien pues no vamos.
- Bueno Noa, le dije a la recepcionista vamos a repetir el restaurante que nos recomendó anoche, bueno de verdad, estamos muy agradecidos. Pero por la zona no hay alguno de montaditos, que son muy típicos por aquí, le pregunte.
- Si hay uno en el centro, por la carretera general, pero es difícil de aparcar. No es muy grande pero son muy buenos los montaditos, nos dijo el nombre del restaurante.
- Gracias vamos a ver si lo encontramos.
- ¿Qué tal Lydia te apetece cambiar?
- ¿Por qué no? Probemos contesto.
Nos dirigimos con el coche hacia donde dijo Noa. Que casualidad nos volvimos a perder, preguntando llegamos. Tuvimos suerte, justo cuando llegamos salía un coche. El lugar no era muy grande, pero acogedor. Nos sentamos a dos mesas de distancia del televisor. Sorpresa estaban emitiendo el partido del Barça de la Copa de Europa, no me acordaba. Lydia se sentó en dirección del televisor.
- Perdón Lydia, ¿Te importa si me siento a tu lado para ver el partido?
- No, no como me va importar.
Me senté a su lado. Las mesas no eran muy anchas, con lo que los laterales de nuestros cuerpos se rozaban ocasionalmente. Yo no me di cuenta inicialmente, ya que el fútbol me gusta en demasía hasta que note un extraño calor en mi antebrazo, sin darme cuenta uno de sus pechos me estaba rozando. Me encontraba bien y mal, bien por lo que sentía, mal porque ese roce me estaba generando incomodidad, yo no quería suciedades con esa mujer, no sabia que es lo que quería. El intentar que no nos rozásemos hizo que estuviera incomodo toda la cena. Vimos el fútbol, y Lydia me hacia comentarios de aficionado. Sorpresa para mi, encima entiende, sorprendente ni que la hubiesen diseñado para mi.
Cenamos mientras vimos el fútbol.
- Que tal Lydia, te apetece algo más, le pregunte.
- No, dijo ella.
- ¿Quizá un café especial?
- A si eso si, pero me lo tienes que pedir tu, que a mi me da vergüenza.
Fue algo que se convirtió en costumbre, siempre le pedía el café especial, ella sola no era capaz de medírselo.
Cuando acabo el fútbol, hablo sobre ella, sus hijos. Siempre que hablaba de ellos, el tono de voz cambiaba, tenia nostalgia de ellos, algo ocurría. El trabajo iba a ser duro para ella. Siempre conseguía arrancarle una sonrisa cuando notaba ese tono., Soy un artista en cambiar los temas de conversación y llevarlos a algún escenario mas positivo que el que se este comentando, con ella ya lo había hecho alguna vez, y no se había dado cuenta. Lo conseguí estábamos hablando de cosas simples, que le hacían olvidar su familia, se notaba que su vida estaba llena de tristeza. Nos reímos un rato y nos retiramos al hotel. Seguíamos riendo en el viaje de vuelta al hotel.
- Bueno Lydia, ya estamos aquí. Voy directamente a la habitación para empezar el informe, a ver si podemos cerrar el miércoles al mediodía y por la noche dormimos en casa.
- Quieres que te ayude, pregunto.
- No, mejor no, que lo voy a hacer en la habitación. Mañana en la sala del cliente le enseño lo que he redactado y verificas que no me haya dejado nada con tus apuntes. ¿OK?
- OK, Ferry es buena idea, así podré descansar mas.
- Hasta mañana a la misma hora Lydia, le dije mientras se cerraba la puerta del ascensor.
- Hasta mañana Ferry, no te canses mucho.
Me puse manos a la obra, empecé el DAFO, que era el formato del informe y me costaba concentrarme, solo hacia que pensar en ella. Me costo más de lo debido.
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