miércoles, 27 de abril de 2011

San Valentín

Me desperté, no sabia que hora era, pero era tarde, el sol entraba por la ventana, y se veía toda la hierba del hoyo del campo donde estábamos, era precioso. Ella dormía a mi lado, todas sus facciones estaban relajadas, se oía un leve ruido de su respirar profundo, mire el reloj, las 12. No había prisa para nada. Fui a la cocina, cogi una de las pastas que habíamos comprado por el camino, por si teníamos hambre en algún momento. Volví  a la habitación seguía durmiendo. Tome una ducha, y Lydia seguía durmiendo. Bueno habría que despertarla. Empecé a acariciar su cara y su cuerpo lentamente, llamándola por su nombre. Ella abrió sus ojos lentamente me acario la mano, la cogio y la puso entre sus piernas. Empecé a acariciarla lentamente cuando ella me dijo:

- Ahora toca con gusto a fresa.

Volvimos a hacer el amor, con la misma pasión que la noche anterior, si no más. Era una delicia estar dentro de aquella mujer. Supere las sensaciones del día anterior, exquisito. La trate con la misma delicadeza que la noche anterior, ella gemía, giraba la cabeza de vez en cuando mirándome de forma desafiante, a mi me ponía mas todavía si cave.

Tomó una ducha, se vistió y mirando el reloj dijo:

-         Son casi las 15, ¿Dónde comeremos?
-         Probaremos en el restaurante, si no bajaremos al pueblo. Por cierto recuerda que tienes que llamar a tu madre, que no se le ocurra llamar esta noche.

Nos echamos a reír. Comimos relajadamente en el restaurante del campo, tomamos nuestros cafés y repetimos. La charla era amena los temas eran los acostumbrados, pero en cada conversación había una dosis de explicaciones para conocernos más, estaba claro que ella también quería que la conociese lo antes posible. Su expresión era relajada, su cutis brillaba, sus ojos eran el oráculo de su estado de ánimo, lo decían todo. A veces se paraba y me miraba fijamente a los ojos, yo nunca apartaba la vista, dejaba que viese mi transparencia de sentimientos.

-         Que te parece si bajamos al pueblo y vamos a ver alguna película.
-         No prefiero quedarme por aquí y hablar contigo Ferry, te veo tan poco que quiero empacharme de ti. Quizá podemos bajar al pueblo y dar un paseo cerca del mar.
-         Hará frío Lydia, piensa que estamos a finales de Enero.
-         No te preocupes, yo se que tú aguantas bien el frío, pero yo me abrigare bien.
-         Pues hecho Lydia vamos a dar ese paseo. Si quieres cenamos cualquier cosa por allí, y nos recogemos pronto.
-         Pues vamos para el chalet y cojo la bufanda y los guantes.

Fue una tarde muy agradable, ella se cogia de mi brazo, se abalanzaba hacia mi de vez en cuando, estaba muy mimosa. Cenamos finalmente en el pueblo y nos recogimos al hotel. Nada más llegar le dije:

-         No has llamado a tu madre, anda llámala ahora, Lydia.
-         Si, no vaya a ser que se le ocurra llamar en pleno apogeo, contesto ella.

Reímos los dos e hizo la llamada. Cuando colgó me dijo:

-         Y ahora ¿Qué?
-         Pues podemos ver un poco la tele y hablamos de algo, si te apetece.

Cogiéndome la mano, haciéndome levantar del sofá, y encaminándonos hacia la habitación, dijo:

-         A mi se me ocurren cosas mas divertidas que ver la televisión, Ferry.
-         Pues ahora no caigo, haciéndome el tonto.

Me entro en la habitación, me sentó en la cama, me descalzo, me quito los pantalones y mis splips, mientras me decía, quítate la camisa. Cuando me tuvo desnudo, se desnudo ella, preguntándome:

-         ¿Dónde los tienes?
-         Pues en la mesita de noche.

Cogio uno, lo abrió y se inicio lo más deseado en aquel momento. Cada vez que hacíamos el amor superaba a la anterior, era increíble como iba creciendo esa pasión, era desenfrenada.
Total que aquella noche se acabo la caja de 6 unidades. Exhausta, me miraba, estaba como poseída por mí, así y todo no la podía acariciar, ella seguía sintiendo mis manos como una sensación especial que nunca le había pasado. Acabábamos, la acariciaba y perdía el control por completo, se abalanzaba encima mió, me mordisqueaba y me besaba.

-         Bueno Lydia, nos vamos a matar en el intento.
-         ¿Ya estas cansado Ferry?
-         A no de una buen manjar nadie se cansa, pero no hay más. Hay que llegar a mañana. Si quieres más por mi no hay problema, este humano puede con eso y con más, pero no me gustaría que nos hiciéramos daño, o que nuestra relación se basase en eso. Yo no te quiero para esto, entiéndeme lo que quiero decir, no me malinterpretes.
-         No tranquilo Ferry, yo con menos tengo bastante, pero joder es que me pones, como nunca me ha puesto nadie, y lo haces de una forma maravillosa, con que delicadeza me tratas. Por cierto ¿para que me quieres, Ferry?
-         Te quiero para quererte, Lydia, quiero tener proyectos contigo, pero todavía es muy pronto, dejemos pasar el tiempo. No se si he hecho bien en decírtelo.
-         ¿Por qué Ferry?
-         Porque igual te haces ilusiones, y yo hasta ahora he estado resistiendo a la idea de que eras solo un capricho, y no lo eres Lydia, tengo mucho sentimiento hacia ti, no te lo puedes llegar a imaginar que siento. Tengo sensaciones que no he sentido nunca, y en esta vida me he enamorado dos veces, y lo que siento ahora esta por encima de lo que he sentido otras veces, y lo peor es que no se porque.
-         Yo nunca me enamorare de nadie más, dijo Lydia. Me enamore una vez me case, y la pifie, no quiero enamorarme nunca más. Pero tú me gustas mucho.

Fuimos fumando unos cigarrillos, desnudos en la cama, apoyados en el cabezal con unas almohadas en la espalda, hasta que decidimos que era la hora de dormir. La pose fue la acostumbrada, mi brazo por debajo de su cabeza y ella apoyada en mi pecho. Mientras yo pensaba que era un ser afortunado, y sabía que para conocer más a Lydia tenia que emplear la técnica de la cebolla, ir quitando capa tras capa, hasta descubrir a la Lydia que se escondía de todo el daño que esta vida le había hecho. Seguramente ya había conseguido quitar la primera, era cuestión de tiempo.

La mañana siguiente, mientras desayunábamos le comente:

-         Mira Lydia el 14 de Febrero cae en jueves este año.
-         Si estaremos fuera los dos, o recién llegados.
-         Ya veremos Lydia, pero si nos sacan el billete de vuelta para miércoles noche o para jueves mediodía, podemos pasar esa noche juntos. ¿Qué te parece?
-         Me parece fantástico, Ferry. Ya me dirás como quedamos.
-         Cuando el viernes nos den el cliente, ya hablare yo con la de la oficina para los billetes de vuelta, no te preocupes.

Nos dieron los billetes de avión para volver el jueves al mediodía, el mió llegaba dos horas antes que el suyo. Había reservado hotel cerca del aeropuerto, y me dirigí hacia él, le compre un ramo de rosas precioso, de esas rosas granate de pasión., y la esperaba en la habitación viendo la televisión, cuando sonó mi móvil, era Lydia.

-         ¿Hola Lydia, ya has llegado?, pregunte.
-         Si estoy desembarcando en estos momentos, supongo que llegare en media hora más o menos.
-         Estamos en la habitación 705. ¿Quieres que te vaya a buscar? Lydia.
-         No, gracias Ferry, que baje con coche al aeropuerto.
-         Mira aquí al lado hay una gran superficie, te importa cuando vengas comprar una botella de cava que me he olvidado. Si no te va bien, ya cojo yo el coche y voy.
-         No me importa Ferry, ya la llevo yo. Hasta un ratito.
-         Te espero, no tardes.

A la media hora sonaba alguien golpeando suavemente la puerta de la habitación y abrí.

-         Hola Lydia, mientras nos abrazábamos y besábamos.
-         Hola Ferry, míralo que cómodo se ha puesto él.
-         Pues si, como ibas tu de compras, me he relajado un poquito. Pero que has comprado que llevas esas bolsas.
-         Algo para comer Ferry, he pensado que salir a cenar era perder el tiempo. Voy a tomar una ducha, que veo que tu ya lo has hecho.
-         Si, yo mientras pondré el cava en el minibar.

Se fue desnudando camino del baño, la ropa iba quedando por el suelo. Yo me estire en la cama a ver la televisión. Salio del baño completamente desnuda. Luciendo lo que Dios había diseñado para ella. Me la quede mirando, era sorprendente, me emocionaba aunque controlaba mis emociones perfectamente.

-         Tengo curiosidad Ferry, tú no me miras como el resto de hombres, es como si estuvieras por encima de todo, tienes cierta frialdad en la mirada.
-         Lydia, no te sorprendas, controlo mis emociones o por lo menos lo intento, y procuro que mi mirada sea limpia que no te ofenda. Anda ven.

Se acerco a mí, me beso fogosamente e iniciamos un ritual llamado pasión. Al acabar, le comente

-         Te parece si comemos algo, Lydia. Me ha dado hambre el tema.
-         Si, como no, comamos algo Ferry. Yo se que me podría comer.
-         Venga Lydia, que va en serio.
-         Si, si muy en serio va el tema Ferry.

Lydia se había puesto a cuatro patas encima de la cama y gateaba mientras pronunciaba “miau”.

-         Me das miedo Lydia, le dije mientras me levantaba de la cama. Nos vestimos o así mismo, Lydia.
-         Miau, así mismo Ferry, miau.
-         Bueno, joder me estas poniendo a cien Lydia.
-         Pues miau, yo ya lo estoy. Que bien me tomas, miau.

No llegamos a comer nada en ese intento, bueno yo no. Cuando acabamos le dije:

-         Ahora tomamos alimentos Lydia. Ya no me atrevía a decir la palabra comer.
-         Si que me apetece, por cierto miau.
-         Gatito malo, gatito malo que te veo venir Lydia.

Tomamos unos sándwiches que había comprado Lydia mientras yo descorchaba el cava.

-         Ahora es cuando llama tu madre.

Lydia soltó una inmensa carcajada, yo reía también.

-         No te preocupes Ferry, que ya la he llamado desde el aeropuerto. Sabe que estoy contigo y que de aquí iremos directamente a la oficina, pero mañana no comemos juntos que quiero ver a los niños.
-         No te preocupes Lydia, lo entiendo.
-         Por cierto este ramo de rosas, es para ti.
-         Me dejas sorprendida Ferry, y que hago yo con esto.
-         Pues ponerlo en agua. No me dirás que nunca te han regalado flores.
-         No nunca, nadie me ha regalado flores.

Me abrazo, beso y me dio las gracias, sentándose en mi regazo.

-         Yo no te he comprado nada Ferry.
-         No te preocupes Lydia, tú eres el mejor regalo que me puedes hacer.

Dejo las flores en el lavamanos con algo de agua, y nos estiramos en la cama, reclinados para ver la tele y hablar un poco.

-         No se Lydia, necesito estar mas cerca de ti, me voy a buscar un apartamento cerca de tu casa, pero no en el mismo pueblo.
-         O sea ¿que vas a dar el paso definitivo Ferry?
-         Creo que sí, no puedo tenerte tan lejos. ¿Qué te parece?
-         Por mi bien Ferry, yo estoy muy a gusto contigo, nunca había estado así con nadie, ni con mi ex.
-         ¿Tú me quieres Lydia?
-         Joder, me cuesta reconocerlo Ferry, porque me había hecho una promesa a mi misma de no enamorarme nunca más, pero si no lo estoy, estoy muy cerca. A mi también se me hace muy duro no tenerte cerca, pero claro yo tengo el otro ambiente y ese ambiente me puede, son mis hijos y mis padres. Bueno mis padres menos, pero mis hijos son sagrados.
-         Pues empezare a buscar mañana mismo, llamare a las inmobiliarias de la zona, o buscare por Internet, a ver si la otra semana puedo visitar alguno.

Me quede sorprendido, porque había exteriorizado todo eso, pero realmente si lo había hecho es por que quería. Mi gran conflicto interno era como decírselo a mi hija. Yo que estaba aguantando hasta que se casara, total faltaba un año, y de golpe había cambiado mis prioridades. Esa mujer me tenia loco, tenia que controlarme, caso contrario podíamos hacernos mucho, muchísimo daño.

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