lunes, 25 de abril de 2011

Palma de Mallorca

Pasaron 3 semanas y las llamadas nocturnas seguían cada día, cada vez hablábamos menos del trabajo, ella necesitaba a alguien que le diese fuerza, siempre comentábamos el día antes del cierre que le propondría al cliente, y su inseguridad siempre hacia que yo le dijese la frase “Tu puedes”, de forma repetida hasta que se lo creía, después triunfaba o no, pero su media era del 50%, era muy buena para ser novata, y evidentemente no le daban los clientes de mayor calidad. Me explicaba cosas de sus hijos, los encontraba a faltar de forma constante, era casi una obsesión, no se mentalizaba que estaba trabajando, y además tenia la suerte de contar con una estructura “gratuita” que eran sus padres con los que convivía, pero esa convivencia le generaba disputas que más tarde llegarían a tener consecuencias graves, pero no adelantemos acontecimientos.
Los encuentros en el bar eran sagrados, siempre tomábamos juntos alguna cosa, y fuimos a comer otra vez, esta vez al puerto olímpico de Barcelona.
En el último encuentro en el bar me comento:

-         Ferry voy a Palma
-         Pues yo también, Lydia. Algo me ha dicho Pedro. Yo me hospedare donde siempre, es un hotel no muy grande pero confortable. Me hace un trato deferente la dueña del hotel. Comer te arreglas con cualquier cosa, y como aprovechas el horario del cliente y machacas al cliente, el comer no me importa, pero el cenar es diferente es cuando te viene el bajón. Estas solo, acabas con un periódico en la mesa y se convierte en un hecho monótono que finalizas lo antes posible. Me presento un compañero de la otra empresa que estuve trabajando, la dueña, como nos conoce, porque le pedimos Internet, o imprimir en la impresora de recepción, por las noches cuando nos ve cenar solos se sienta un rato y te da charla, solo charla. Es una mujer muy educada, hace que el hotel sea agradable para el viajante solitario. Además tiene montado un rollo de competiciones de bridge y viene muchos ingleses a jugar sus partiditas, sobre todo en invierno.
-         Ferry, ¿porque no me reservas la habitación tú, me hospedare en el mismo hotel?, si no te importa.
-         No hay problema Lydia, de lunes a miércoles, salida jueves mañana ¿no?
-         Si exacto, ¿a que hora vuelas?
-         A las 8:00 con Iberia.
-         A pues yo también, haré el check-in desde casa, Ferry, ¿quieres que haga el tuyo también, así nos sentamos juntos?
-         Perfecto Lydia, así quedamos en la entrada de vuelos nacional a las 7:00, ¿te parece? Procura coger salida de emergencia, hay más espacio para las piernas, son las butacas más demandadas.
-         Perfecto Ferry.

El lunes nos encontramos a la hora acordada en el aeropuerto, pasamos los controles oportunos embarcamos, nos sentamos juntos. La verdad es que el madrugón de los lunes era de campeonato, menos mal que hacer la maleta no tenia secretos, yo procuraba siempre viajar vestido cómodo, si me lo permitía el horario de abrir el cliente, en este caso tenia dos horas de diferencia, me daba tiempo a cambiarme en el hotel y salir hacia Porto Cristo en taxi. No hay grandes distancias en Palma.
No mediamos palabras, estábamos los dos aletargados, me dormí,, si la verdad es que estaba tan acostumbrado a viajar en avión, que era capaz de dormirme nada mas sentarme y despertarme justo después de aterrizar, yo ya contaba con esta horas de sueño en mi tiempo de descanso.
Al despertarme tuve una sorpresa agradable, ella también se había dormido, pero reclinando su cabeza en mi hombro, de tal forma que incluso estando ya el finger en el avión seguía durmiendo. Se me planteaba un problema como despertarla y decidí que dulcemente. Le acaricie la cara diciendo su nombre,

-         Lydia despierta que ya hemos llegado.

Después de tres o cuatro veces, ella abrió lentamente sus ojos, que bonitos ojos, dormidos pero brillantes, cogio suavemente mí mano y sin soltarla me dijo:

-         Gracias Ferry, que delicado que has sido.
-         Estas cansada Lydia, se nota.
-         Si es que he tenido un finde muy ajetreado con los niños, y estoy que no me aguanto.

Por fin soltó mi mano, mi cuerpo se estremecía, volvía a tener esa sensación extraña de sosiego y nerviosismo al mismo tiempo, esa combinación explosiva de emoción que podía hacerme explotar en cualquier momento.
Cogimos nuestros equipajes y nos dirigimos al hotel, con el tiempo justo de cambiarnos tomar un desayuno rápido y salir hacia el cliente, cada uno en una punta de la isla diferente, eso si con los dos besos de rigor.

-         Lydia yo sobre las 18 horas ya estaré por aquí, búscame cuando llegues, si quieres tomar algo antes de cenar.
-         OK Ferry cuando llegue te busco, pero llama a la habitación cuando llegues tú, no vaya a ser que yo ya estuviera.
-         De acuerdo Lydia, suerte y al toro.
-         Igualmente Ferry, luego te cuento.

Llegue yo antes que ella. La espere en el bar de recepción, con mi portátil y adelantando trabajo. Por fin llego ella, me vio y vino hacia mí, me saludo como de costumbre.

-         ¿Que tal el cliente?, Lydia.

Iba explicándomelo todo, esperando que afirmase en forma positiva su intervención, pero en esta ocasión, mientras hablaba me iba rozando con su mano, el antebrazo, o posaba su mano en él para reafirmar su explicación, no lo había hecho nunca. Yo no quería interpretar nada, tan solo que lo había pasado mal y ahora relajada estaba soltando todo el lastre con alguien de confianza. El cliente que le habían dado era un matrimonio con un negocio de limpieza industrial, Lydia los defendía, no me extrañaba nada, yo ya había notado que Lydia era como la Reina de los Débiles, siempre los defendía a ultranza, más tarde sabría porque lo hacia, era porque era débil y esperaba que en algún momento alguien actuase así con ella.
Me dijo que los balances que le habían dado eran raros que nunca los había visto, y si después podría ir a su habitación para interpretarlos. Vamos que le habían dado los balances que se presentan en el registro mercantil, donde las posiciones no tienen nada que ver con las contables, para ella era otro mundo que no conocía.
Pensé en lo que estaba diciendo, y en mi mensaje interno “Esta mujer la quiero para quererla”, tenia que respetarla, y no tener la oportunidad de una tentación que no fuese sana. Un lugar privado, una mirada tierna y podía pasar de todo, prefería evitar esa situación, y mira que yo en mi “cacerías” preguntaba poco, incluso había estado con mujeres que no sabia ni como se llamaban y eso después me generaba problemas serios, pero a mi edad se pregunta poco.
Le comente a Lydia, que era mejor que los hiciéramos allí, teníamos algo más de una hora para hacerlos antes de cenar y las mesas del bar eran cómodas para trabajar. Ella me miro profundamente, y después de unos segundos extrajo la documentación.  Hicimos la llamada del “amor”.

-         Fíjate Lydia como se hace.

Se quedo sorprendida.

-         Pero que escueto eres con Pedro, me dijo.
-         Es como te dije que hay que hacerlo, así nunca tengo problemas, aprendí como todos a golpes, tu tienes la oportunidad que alguien  te lo explica.
-        
Ella llamo a Pedro y no le salio mal.

-         Esta vez he sufrido menos Ferry.
-         Poco a poco Lydia total solo llevas 1 mes con nosotros, no ha estado mal. Vamos a cenar.
-         Como no, dejamos las cosas en la habitación y en 10 minutos en recepción.
-         Ok Lydia.

La lleve a cenar a un chino, de esos que tienen una cinta deslizante que te traen los platillos y vas cogiendo lo que te apetece. Fue una velada como la de la noche siguiente agradable. Hablábamos de los clientes, pero siempre hablaba de sus hijos, era un tema constante. Lydia no llevaba bien ese tema se le hacia duro estar fuera de casa, y eso que ahora ganaba dinero.

EL miércoles noche, los dos ya habíamos cerrado el cliente, con éxito en ambos casos.

-         Mira Lydia, hoy podríamos celebrarlo. Como se que te gusta la pasta, un poco mas debajo de donde estuvimos anoche, hay un restaurante italiano donde iba Eto’o cuando estaba jugando en el Mallorca a coger espaguetis, me han dicho que la pasta es muy buena. ¿Te apetece ir?
-         Como no Ferry, y nos tomamos un buen Lambrusco, el vino lo pago yo, que me has ayudado mucho esta vez.
-         Como quieras Lydia.

La cena transcurrió como siempre, pero las miradas eran tiernas, quizá yo las interprete mal, no sé, diría que no, pero el resultado fue negativo el día siguiente.

El vuelo salía a las 12 con lo que quedamos a las 9:30 en recepción. Desayunamos y fuimos hacia el aeropuerto, hicimos el chek-in y salimos a fumar un cigarrillo. Mi nerviosismo era máximo,  me iba a declarar, iba a pedirle que saliésemos juntos.
Ella estaba reclinada en una de las columnas, y yo me apoye en un carro de equipajes.

-         Lydia, desde el día que te conocí solo hago que pensar en ti. Me encuentro muy confortable con tu compañía. Me gustaría salir contigo.

Lydia se quedo estupefacta no sabia de que le hablaba, auque la proposición era clara, no dijo nada, siguió fumándose el cigarrillo y empezó a dar pasos rodeando el carro. Yo me enoje un tanto en que no contestase mi proposición, en afirmativo o en negativo. Así fue pasando el tiempo y decidí que lo mejor era embarcar.
En Barcelona, nos despedimos sin palabras casi, con los dos besos de rigor pero con semblantes serios y tan solo rompió el silencio unas palabras secas.

-         Nos vemos en la oficina el viernes Lydia.
-         Hasta el viernes Ferry.

Me fui preguntándome que había hecho mal, que no había calculado, esas miradas no se le hacen a cualquiera, esos gestos algo más que amigables, si estaba separada hacia dos años, que hacia exactamente. Estaba completamente confundido, yo el calculador quizá me había precipitado, ya ahora estaba avergonzado, volvía a pensar “ha sido con alguien del trabajo”, no me servia mi mentalización, me sentí realmente mal, y lo peor no sabia como solucionarlo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gracias por el comentario, me ayudara sin duda