domingo, 26 de junio de 2011

La decisión.


Entrada del Hospital


Llegué por fin a Barcelona, viaje cansado, mi pierna me daba la lata, me tuve que pinchar la heparina antes de vuelo para evitar problemas, el resto iba dentro de la maleta, no tuve ningún problema. Cuando salí del aeropuerto allí estaba Laia esperándome, nos dimos un abrazo interminable, Como habíamos acordado por teléfono fuimos al hospital directamente, me confirmaron el diagnóstico, tomaron nota para citarme y medicarme con Syntron, un anticoagulante, vaya trauma era para mí ese tipo de medicación, una medicación que yo clasificaba para “viejos”, con todos mis respetos, la verdad es que me dejo tocado sicológicamente.
Tarde como unas cuatro horas, Laia estuvo paciente en todo momento, igual que preocupada.

-         Bueno ya te han dado el diagnostico papá, ahora solo tienes que cuidarte un poco más.
-         Si tienes razón, debería de hacerlo Laia, y no lo hago.
-     Te veo mal papá, como muy preocupado. ¿Qué te pasa? A ti te pasa algo más que la pierna.
-         No Laia, no me pasa nada, únicamente que no es agradable que te diagnostiquen algo así, pero mira es lo que hay, que si fumo, que si demasiados aviones, que si una vida sedentaria, que si….. hasta allí me tienen con el tema de fumar. Haremos toda la bondad posible, pero no están los tiempos para tanta bondad.
-         ¿Me invitas a comer?
-         Sí Laia, como no te iba a invitar ¿Algún sitio en particular?

Lydia me estaba esperando, la llamé cuando baje del avión, sabía que tenía que hacer gestiones. Ahora tocaba disfrutar brevemente de Laia, pasar por la oficina de Barcelona a dejar cuatro documentos y darme prisa para abrazar a Lydia, tenía ganas de verla.

Laia estaba guapísima, no porque fuese mi hija, se había convertido en una verdadera mujer, lástima que escogiese el hombre que escogió para casarse, pero bueno era cosa de ellos, si eran felices mejor para todos. Aprovechamos para ir un momento a la oficina y que me desintalasen las herramientas corporativas del portátil. Después fuimos a comer. La comida transcurrió comentando las diferentes anécdotas del trabajo de Toronto, estuvo distraída, hasta que Laia empezó a preguntar en serio.

-         Papá ¿Ahora donde vas a ir?
-         Voy a ver a Lydia.
-         ¿Todavía estas con esa mujer? ¿No la habías dejado?
-    Sí pero no, me explico mejor. Nos enfadamos como tu sabes, pero vamos a tener un futuro común, espero que en solitario.
-      Pero esa mujer papá no te conviene en absoluto, te va a destruir por completo ¿No te das cuenta? Seguro que hay más personas que te lo dicen.

Laia era buena, muy buena, sabía como decirlo en el momento oportuno y con fuerza, de quien habrá aprendido. Allí me veía con mi hija delante dándome consejos, parecía que los roles se hubieran cambiado. No le expliqué mucho más, tampoco había nada decidido, ya veríamos cuando llegase a casa de Lydia con que realidad me encontraría. No dilatamos mucho la comida, tenía muchas ganas de ver a Lydia, me moría por abrazarla, por tenerla conmigo.

-         Bueno Laia ya te llamaré.
-         Sí papá y recuerda lo que te he dicho, no te conviene esa mujer.

Que machacona era Laia, te daba el mensaje y lo recalcaba para que no se te olvidase, era un buen consejo, pero yo amaba a muerte a Lydia. Cogí el coche y me dirigí a casa de Lydia, por fin llegué. Llamé al timbre y me abrió. Al abrir la puerta del ascensor de su planta Lydia esta allí, se tiró a mis brazos y estuvimos besándonos largamente, sin importarnos nada, incluso uno de los vecinos de la planta fue a salir de su casa y supongo que al vernos se volvió a meter en ella.

-         ¿Qué entramos Lydia?
-         Sí Ferry deja que te ayude con la maleta.

Nada más entrar vinieron la niñas a saludarme, y Candido lo único que se le ocurrió fue decir Mamá Máma, vaya ya estaba allí ese niño, el pesado de turno, lo obvié por completo, que mala educación tenía ese niño, pero tampoco le iba a dar cancha.

Hola guapas, un par de besos, les dije a las niñas. Me besaron las dos, su madre sonreía, el niño ni se acerco, pase de él directamente, no me iba a amargar la llegada, su madre también hizo caso omiso a su llamada de atención, ese niño tarde o temprano me iba a generar un disgusto, pero si todo iba bien lo iba  a perder de vista por un tiempo. Pasamos al salón  nos sentamos en el sofá.

-         ¿Cómo va todo Lydia?
-         Mal, Ferry muy mal.
-         ¿Quieres que hablemos ahora o más tarde?
-         Más tarde, cenamos y después en la habitación hablamos.
-         Muy bien Lydia, yo no tengo hambre, la verdad, un poco de café será suficiente.
-      Le doy la cena a los niños y te tomas el café en la habitación, mientras hablamos Ferry.
-         Perfecto Lydia, me estiraré en el sofá mientras cenan.
-         Sí pero no te me duermas que tienes trabajo, esbozando una sonrisa picarona.

Acabaron de cenar los niños en la cocina y Lydia vino a sentarse conmigo en el sofá.

MÚSICA DE FONDOBACKGROUND MUSIC

 -         ¿Cómo estas Ferry?
-         Jodido Lydia, estoy cansado del viaje, se me cierran los ojos, estoy cansado de verdad el ritmo ha sido duro, pero bueno se ha acabado de momento.
-         ¿Cómo que de momento, Ferry?
-         Sí, quiero decir que todo ha ido bien, pero si piden una ampliación de proyecto tendré que volver, mira el trabajo es el trabajo. Michael ha quedado muy contento de mí.
-         Ven vamos a la habitación y hablamos.

Nos levantamos del sofá, Lydia cogiéndome y estirándome de la mano, yo haciendo el remolón, jugando un poco con ella, cuando asomo la cabeza Candido, con su canción habitual.

-         Mamá, Mamá.
-         Vete a dormir Candido, te he dicho en la cocina que no molestes y que te vayas a dormir, coño todas las noches igual.

¿Estarían cambiando las cosas? No lo creo, pero ha sido una buena reacción, ese niño necesita un poco de mano dura, esta jugando como los niños de cuatro años, que inmaduro, pero bueno que se encargase la madre, que para eso era su madre. Candido se fue a su habitación refunfuñando, las niñas estaban en la suya viendo su televisión. Lydia me llevo jugando hasta la habitación, cuando entró tiro el pestillo de la puerta, y me empujo a la cama, cayendo yo de espaldas suavemente. Se puso encima de mí y acercando su cara a la mía mientras me miraba fijamente a los ojos me dijo:

-         Sabes que te quiero mucho, mucho, mucho.
-         Sí que lo sé Lydia, y sé también que me quieres como nunca has querido a nadie.
-       Es verdad Ferry y me he dado cuenta en este mes, sabia que te quería pero estoy loquita por ti, te amo Amor.

Nos besamos efusivamente, nuestras bocas tenían deudas pendientes entre ellas, nuestras manos empezaban a explorar nuestros cuerpos lentamente, la empecé a desnudar.

-         Ferry, déjalo y ves a ducharte.
-         También tienes razón, pero déjame que antes salude a “Mis niñas”.

Acabe de desabrocharle los sujetadores y mordisquearle los pechos, Lydia se retorcía y gemía mientras me acariciaba.

-         Ves a ducharte Ferry, me dijo con voz muy suave, o vamos a dar un espectáculo.
-         Bien, me ducho, déjame el albornoz tuyo que no tengo ganas de abrir la maleta. Me pasó el albornoz y fui al baño a tomar la ducha.

Cuando salí Lydia estaba en la habitación de Candido con las habituales trifurcas entre ellos, preguntas estúpidas del niño que no tenían contestación por lo obvias que eran, pase de largo y me fui a la habitación, Lydia no tardó en venir, resoplando por cierto.

-         Bueno Lydia ya estoy limpito de la muerte.
-         Pues ahora me toca a mi Ferry.
-         Toma tu albornoz, me lo quité y se lo di.
-         Que malo que eres Ferry, y te quedas así tan fresco, y yo tengo que ir al baño.
-         Sí Lydia y no se puede tocar, le di una palmada en el trasero y me metí en la cama. Por cierto, date prisa, sino me encontraras dormido.

MÚSICA DE FONDOBACKGROUND MUSIC

Lydia no tardó mucho, entro en la habitación y colgó el albornoz en la percha de detrás de la puerta.

-         Mira ya estamos iguales Ferry.
-         Ven Lydia, estas preciosa.

Lydia vino a mi lado abrazándome, muestras bocas siguieron la batalla que habían empezado antes, ninguna de las dos se daban por vencida, pero ahora nuestras manos no tenían impedimentos, ningún impedimento, y exploraban nuestras partes mas intimas, acariciándolas.

-         Lydia ¿Te has secado?
-         Sí Ferry, pero es que solo pensar en ti me pongo así.
-         Pues bebamos de la copa del amor, Lydia.

Lydia se retorcía en mis manos, finalmente la tome con muchísima pasión, le puse la mano en la boca para que no chillase, poco a poco se la fui quitando y la cogí levemente del cuello que le gustaba, lo hice durar un poco, aunque me costó controlarme, era tal el deseo que tenía de ella, que solo estar dentro de ella podía haber provocado que se hubiera acabado al momento, como si hubiese sido un principiante.

-         Que bien me has dejado Ferry, necesito más de ti.
-     Pues no será hoy Lydia, y mira que a mí me apetece también, mañana estaremos más descansados, estoy que no me siento ni las piernas. Por cierto buen invento lo de las toallitas.
-         Si pensé que estando los niños iba a ser mejor así Ferry. Ven tontín, si tú no tienes que cansarte.

Lydia iba acariciando mi cuerpo, y bajando sus manos hacia la zona del placer. Estuvo acariciándome un poco, notando como todavía respondía, siempre se quedaba sorprendida  que no viniese esa flacidez típica, podía hacerlo una y otra vez, que mientras hubiese deseo no había flacidez. Lydia fue deslizándose lentamente, besando mi cuerpo hasta que sus labios encontraron lo que buscaba. No me retuve, en absoluto, no deje que durase mucho, aunque el placer era algo más que intenso, hasta como de costumbre le apreté levemente las sienes, ella sabia el significado de la señal. Se oía levemente como se atragantaba, hasta que tuvimos el final habitual. Se incorporo hasta mi altura, diciéndome al oído:

-         Que bueno estaba. Por cierto eres un animal casi me ahogas.
-         Es que llevo un mes de atraso, Lydia, debo de tener calostros.
-         Que burro eres, Ferry, mientras se sonreía. Anda dame el bracito.

Me gire hacia ella y le di su bracito, mientras le acariciaba el vientre, como algunas noches, con el pensamiento de siempre. Que locura de sentimiento tenia por aquella mujer, si supiera llevarme la haría la más feliz del mundo, esperaba que después de todo lo que estaba pasando estaría mas centrada, podríamos definir el futuro, nuestro futuro, el futuro de los dos, pero eso lo hablaríamos mañana, hoy tocaba dormir.

-         ¿Ferry?
-         ¿Qué Amor?
-         Te quiero, Ferry.
-         Yo también mi Amor.

Al día siguiente me desperté tarde, Lydia ya se había levantado, había ido a comprar los desayunos y los niños ya habían desayunado. Me puse algo por encima, un pantalón corto y una camiseta, Salí al comedor frotándome los ojos.

-         Buenos días Amor.
-         Buenos días Lydia. No sé ni que hora es.
-         Son más de las doce, pero te he dejado dormir para que descansaras incluso les he dicho a los niños que no hicieran ruido.
-         Gracias Lydia, sentándome en el sofá y encendiendo un cigarrillo.
-         Ahora te pongo café, espera un momento
-         No hay prisa Lydia.

Las niñas vinieron por allí y estuvimos hablando un poco, el niño ni apareció. Al rato vino Lydia con el café y se sentó a mi lado, apoyando su cabeza en mí.

-         Bueno Lydia, cuando quieras hablamos.
-         Después de comer, cuando vayamos a hacer la siesta. Delante de los niños mejor que no.
-         ¿Les has dicho algo a los niños?
-         No todavía no, te explico después.

Fue pasando el día y después de comer fuimos a hacer la siesta. Lydia y yo nos fuimos a su habitación y nos sentamos en la cama.

-         Dime Lydia ¿Cómo esta el tema?
-       No hay manera de ponerse de acuerdo con mi ex. Sigue diciendo que le debemos una a los niños, que para que quiero cambiar de pueblo, y todas las chorradas que tu ya sabes, porque te he pasado los emails.
-         Si los he estado leyendo y nunca vi tanto despropósito junto, aquí falla algo.
-         ¿Ferry?
-         ¿Qué Lydia?
-         Ya sé que no es lo que habíamos hablado, en principio nos teníamos que ir tú y yo solos, pero tendrá que ser con mis hijos. Si me dices que no lo entenderé, es mucha carga para ti.

Me quedé pensativo, muy pensativo, era lo que me imaginaba, después de más de un mes no habían podido llegar a un acuerdo, y ahora tenia que decidir, justo en ese momento. Todo lo planeado al traste, de golpe, pero no podía dejar tirada a Lydia, pero tenia que buscar su compromiso, sin su compromiso seria un fracaso, si seguía con el mismo trato que estaba dando en su casa a los niños, no iríamos a ningún sitio, y todo estaba por hacer, desde lo más mínimo hasta la responsabilidad individual, evidentemente adaptada a la edad de cada uno.
Me incorporé de la cama, encendiendo un cigarrillo, Lydia también se levanto.

-         Mira Lydia eso es una carga muy grande, y ningún hombre la soportaría.
-         Sé Ferry que no es lo que planeábamos, pero no puedo hacer más.
-         Lydia que quede claro que vamos a trabajar, que se acabaron las tonterías, que el mundo esta difícil, ya sabes lo del trabajo y no podemos estar por hostias.
-         No Ferry, te entiendo.
-         No se trata que me entiendas, sino que este dispuesta, porque sino estas dispuesta mejor no empezar Lydia, que esta vez hay niños, y con eso no se juega.
-         No Ferry, entiendo lo que me dices, pero no tengo más solución.
-         ¿Seguro Lydia?
-         Ya estamos con el seguro. Claro que sí.
-         Que te quede claro Lydia, no rompas tu palabra, vamos a trabajar.
-         Si Ferry.
-         Bueno cambiemos de tema. ¿Piso? Has mirado algo.
-       No porque no sabia cuantos éramos, te apunte en búsquedas de inmuebles que supongo que te han llegado por email.
-      Si, la técnica del ventilador, te encargan algo, y encuentras el sistema de liberarte rápido. Disculpa, no te lo mereces. Mañana mismo empezaremos a buscar, sabiendo que somos cinco. A ver que encontramos, vamos justos, los niños empiezan el 15 del mes que viene el colegio y hay que encontrar piso y colegio. Que Dios nos asista, será un milagro.
-         Yo lo que no quiero es estar aquí cuando mi madre vuelva Ferry , igual se adelanta el viaje.
-         Tu madre no se puede adelantar el viaje Lydia, yo le saqué los billetes, recuerdas, como ella me dijo y son vuelos cerrados, hasta el 12 de Septiembre no vuelve. Ya puede decir ella lo que quiera. Lo sabré yo que hice esa reserva por Internet con mi tarjeta.
-         ¿Por dónde quieres mirar, Ferry?
-         Pues cerca de Barcelona, me gusta vivir al lado del mar, por el Maresme que está bien comunicado, hay buen servicio de tren,  buenas playas. ¿Estas segura Lydia? Mira que hay niños.
-         Sí joder Ferry, si que estoy segura.
-         Vamos a trabajar recuerda Lydia, que me conozco.
-         Al final me harás dudar Ferry.
-       No quiero que dudes, quiero que te reafirmes y que quedé claro a que vamos. Era a lo que íbamos tu y yo solos, que estén tus hijos no debería de cambiar las cosas, quizá un poco la intensidad, pero ya son mayorcitos, con doce y trece años ya es hora que tengan responsabilidades. Vamos a dormir un rato, pon el móvil a la hora que te parezca.
-         ¿Te has cabreado Ferry? Tu tono de voz.
-         No Lydia no estoy enfadado, intento hablar claro, solo eso, que no quede ninguna duda. Ven abrázame y duérmeme como un niño pequeñito.
-         ¿Como un niño pequeñito Ferry? Ahora te pillo. Lydia sonreía.

La acaricie un poco y me dormí, todavía tenia resaca de cansancio del viaje. Cuando me desperté los niños habían cenado en la cocina, solos como de costumbre, fui al encuentro de Lydia.

-         Hombre ya se ha despertado la Bella Durmiente.
-         Si Lydia, no he oído el móvil, ni cuando te has levantado, eso quiere decir que estoy en casa.
-         ¿Quieres cenar algo Ferry?
-         No, no tengo hambre, un poco de café si que me tomaría Lydia.
-         Tú y el café, siempre con el café, Ferry. Con lo que odio hacer la cafetera.  ¿Supongo que estarás descansadito?
-         ¿Por qué lo dices Lydia?
-         Me debes cosas y tú lo sabes.
-         No te preocupes que estoy dispuesto a saldar mis deudas. Lydia se apartaba mientras mis manos la buscaban.
-         Ferry, los niños contrólate.
-         Ven tonta, mientras con la pierna cerraba la puerta de la cocina. Ven con tu Ferry.
-     Bueno, déjame ya Ferry, que entrara algún niño, déjalo. Mira como me tienes, no soy capaz de ir seca cuando estoy contigo.

Acabamos de la cocina, el café y nos fuimos a la habitación, Lydia echo el pestillo.

-         Venga valiente, paga tus deudas.
-         Ahora mismo Lydia, por donde quieres que empiece.
-         Tu mismo Ferry, haz lo que quieras, mientras Lydia se extendía en la cama.

Esa noche fue una guerra en toda regla, Lydia se tapaba la boca con la almohada, para que nadie oyese nada, a mi me costaba controlarme. Primero hice lo que le gustaba, después fui egoísta por completo, pensé solo en mí, sin olvidarme del todo de Lydia. Esa cara que ponía Lydia dando la vuelta a la cabeza, mirándome con cara retadora, y diciéndome que no parase. Le hacia verdaderas torturas, lentamente, como a mi me gustaba, a ella le generaba ansiedad y se excitaba más, eran cosas de la experiencia. Al final acabamos agotados y sin toallitas.
Comarca del Maresme

A la mañana siguiente nos levantamos y miramos por Internet inmuebles de alquiler en el Maresme, encontramos unos cuantos y decidimos irlos a ver. Yo realmente no conocía ninguno de verdad, los conocía de haber ido a la playa de joven, pero la zona de la playa no el interior, veríamos que encontraríamos, no iba a ser fácil, y además teníamos que hacerlo en tiempo récord, solo faltaban quince días para empezar el colegio..

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