Lo primero estaba hecho, pero faltaban cosas tan importantes como encontrar el inmueble, faltaba el colegio de los niños y la mudanza. La mudanza la planificamos para el fin de semana del cuatro de Septiembre de 2009, con los colegios nos movimos rápido.
Al día siguiente estaban matriculados, bueno con el niño no hubo problema, primero los empadronamos, segundo Lydia fue a inscribirlos. Las niñas quedaron en lista de espera para la asignación de plaza. La situación era la ideal, podrían ir solos al colegio, las niñas estaban a tres minutos de casa, el niño como iba al instituto era un poco mas lejos, diez minutos como máximo, pero todos cerca.
Tanta tontería que había montado Lydia con Candido, anunciándole el instituto del Garraf total para no ir. Vendiéndole el Instituto, que visitase las instalaciones, hablándole de los peligros que se encontraría, estaba tan encima de él, que Candido estaba asustado, era como si se fuese a la guerra, era esa manera de ser de Lydia que siempre le decía yo “democracia estúpida”. Había que darle nada más que normalidad al tema, si todos los niños lo hacían, él también podía y mientras más se hablase del tema peor, ya que él lo cogía como excusa para hacer las mil y una preguntas tontas, solo para abrir un dialogo de besugos, que por otra parte era constante. Ese niño iba a tener problemas, se veía venir, no hablaba el idioma de los jóvenes, estaba alienado completamente de su entorno, no tenia amigos, ni aficiones, ni había salido a la calle a jugar nunca, se lo iban a comer, tiempo al tiempo. Desde el mes de Marzo hablando del Instituto, que aburrimiento, todo un verano, cada día.
Bien, ahora faltaba lo duro, lo físico, el traslado. Como íbamos a solucionar ese tema y de un día para otro, era día dos y solo faltaban dos días. Recordé que en el Ikea de Badalona, como en todos los Ikeas hay negocio de transporte en la puerta, nos dirigimos hacia allí para negociar el transporte. Deje a Lydia en el coche con los niños.
- Hola ¿Vds., hacen transportes?
- Si claro Señor.
- Tengo que hacer un traslado, desde el Garraf al Maresme ¿Qué me puede valer eso?
- No sé Señor, depende lo que haya que transportar ¿Cuántas habitaciones son?
- Son tres habitaciones y un comedor, pero no hay muchas cosas.
- Yo creo que unos seiscientos euros, se lo transportamos todo.
- ¿Esta seguro de lo que me dice?
- Sí Señor, tenga una tarjeta. ¿Qué día hay que hacerlo?
- EL próximo fin de semana el día cuatro.
- Estaremos allí a las ocho de la mañana.
- No me falle con el transporte, le llamo mañana para confirmar.
- No se preocupe Señor, somos serios.
No me fié mucho y le pedí cotización a un segundo transportista, este era pakistaní, Jamil era su nombre. La desconfianza me venia porque los primeros eran dominicanos y sabia como negociaban, todo fácil al principio y después cuando te tienen atrapado te apretan, conocía el sistema. Como Jamil todo fue más fácil, le advertí que era como sustitución, pero seguro que tenia problemas con ellos y le tocaría hacer el servicio a ellos, no hubo problema, que lo llamase cuando quisiera que en dos horas se presentaría con todo el equipo.
Lydia me hizo comprar unas cajas armario de cartón para la ropa, papel de burbujas, además lleve unas cuantas cajas de plástico para el resto de cosas. Lo arreglamos rápido.
- A ver Lydia ¿Qué te llevas del comedor?
- Todo Ferry.
- ¿Estas segura Lydia? No dejaras ni una silla.
- No Ferry, todo es mío cuando vengan que se sienten en el suelo.
Una cosa tras otra Lydia iba diciendo lo mismo, yo me quedaba asustado, era su decisión, eran sus cosas, pero ni una triste silla dejó. Solo las camas de sus padres quedaron en el piso, solo eso. Ni nevera, ni lavadora, ni… nada, no quedó nada. Todo quedó preparado el día antes del traslado, el viernes.
El viernes cuando nos levantamos, solo teníamos que recoger la ropa de cama, empezaba el traslado. Se presentaron los dominicanos a las ocho de la mañana, le advertí a Lydia que estuviera alerta, que no fuese que tuvieran las manos largas.
- Buenos días Don, venimos para el traslado, enseñemos las cosas.
Mal íbamos, lo veía venir, ahora vendría la negociación, puro estilo del país.
- Dígame ¿Quién es el jefe de Vds.?
- Yo Don.
- Pues sígame, no vamos a pasearnos todos por el piso.
Le mostré las habitaciones y empezó a hacer la cara que ya conocía.
- Mire Don, esto no lo podemos hacer por seiscientos euros.
- ¿Por qué?
- Hay más cosas de las que Vd. dijo, Don.
- En absoluto, me preguntó Vd. cuantas habitaciones habían, yo le dije que tres y el comedor, nada más, no se donde se ha perdido Vd., con su cotización.
Se juntaron los tres dominicanos, hablaban en voz baja entre ellos.
- Mire Don, se lo podemos hacer por 1.200 euros, por menos es imposible.
- Pues bien será imposible, ya se pueden ir.
- Bueno Don quizá por 1.000 podríamos hacerlo.
- No gracias no quiero sus servicios, ya no me fío de Vds., hagan el favor de irse.
Intento negociar más conmigo, pero ya no le escuchaba, estaba cansado de ese estilo de negociación, lo cogí por la cintura acompañándole a la puerta. Llamé al pakistaní, me dijo que no había problema, que en dos horas estarían allí.
Vino en el tiempo anunciado, pero traían una camioneta pequeña, no se a que estaban acostumbrados, me dijo que no me preocupase, que llamaría aun camión por el mismo precio, y empezaron a bajar las cosas al vestíbulo del edificio. El camión no aparecía.
Distribuí a los niños de vigías en diferentes sitios, las niñas vigilaban las habitaciones, Lydia y yo el resto, al niño lo pusimos en la puerta del vestíbulo sentado vigilando las cosas, que no pasara alguien por la calle y se las llevase.
Era la una del mediodía y el camión, no aparecía, el niño llamaba cada diez minutos por el interfono a su Mamá diciéndole que se aburría, las niñas lo llevaban bien, Lydia y yo estábamos en todos los sitios. Apareció el camión, por fin se veía luz. Empezaron a cargarlo y entre el camión y la furgoneta lo pudieron llevar todo. Para descargarlo no había problema, había sacado un permiso en la policía del municipio reservando espacio en la puerta del inmueble.
Finalmente sobre las doce de la noche, todo estaba en casa, bueno casi todo, el sofá no pudimos entrarlo y se lo dimos a los transportistas, con lo que nos costo sacarlo del piso del Garraf y no pudimos entrarlo, bueno era lo que había. Pagué al pakistaní el traslado y quedé con él para que el día siguiente me ayudase a montar armarios.
- ¿Tienes hambre Ferry?
- No Lydia, estoy reventado, sencillamente.
- Vamos a hacer la cama, venga Ferry, y dormimos yo también estoy rota.
- Mejor arregla a los niños, yo iré haciendo la cama, cuando acabes sube.
Habíamos tenido suerte, el piso tenía luz y agua de obra todavía, y las habitaciones tenían puesta una bombilla, con lo que podíamos vivir directamente. Sin darnos cuenta habíamos batido un record, en una semana habíamos matado el tema, inmueble, colegio, mudanza, ya estábamos en el pueblo, ahora solo hacia falta luchar, luchar duro y no faltar a la palabra que me había dado Lydia, me había fiado de ella otra vez.
Esto iba a ser duro, pero era posible si los dos aportábamos todo, para mi el problema iba a ser el niño, o atajaba ese tema Lydia o no íbamos a durar mucho.
Mientras esperaba a Lydia, recordaba la cena que la invité antes de irme a Toronto. Tenia que ser una cena muy diferente a cualquiera de las que hubiésemos tenido. Llamé e hice la reserva.
- Vamos Lydia vamos a cenar, por ese futuro nuestro.
- ¿Dónde me llevas Ferry?
- Sorpresa Lydia, venga cojamos el coche.
Torre San Sebastián - Sala Alta Mar |
Bajamos a Barcelona, y me dirigí hacia el puerto, aparque delante de la torre San Sebastián, más conocida por la torre de la Barceloneta , del teleférico del puerto, Restaurante Alta Mar. Lydia se quedó sorprendida.
- Ferry esto te va a costar una pasta.
- Hoy se lo merece Lydia, necesita algo especial.
Se abrazó a mí mientras el recepcionista nos llamaba al ascensor para subir a lo alto de la torre, donde estaba el restaurante. Le di las llaves del coche al recepcionista, para que lo aparcase. Llegamos a la parte superior.
- Buenas noches Señores.
- Buenas noches, contestamos mientras yo me acerque a la recepcionista. Mire tengo una reserva para dos personas, procure Vd., que la mesa tenga buenas vistas, un rincón con doble visión. Es una cena muy especial.
- No se preocupe Señor, haremos lo que podamos.
MÚSICA DE FONDO – BACKGROUND MUSIC
Lydia se abrazo a mí mientras esperábamos, cogió una tarjeta del restaurante y se la guardo en la cartera.
- La guardare toda mi vida Ferry.
Mesa donde cenamos (Ambiente Nocturno) |
Nos dimos un beso muy tierno. Por fin nos llamaron. Nos acomodaron en una de las mejores mesas, en un rincón con vista de 270º al mar, maravilloso aquella visión, los barcos, las luces, la luna reflejada en el mar y aquella mujer que irradiaba luz por si misma delante mío. Lydia me cogió la mano, fuerte y miraba a su alrededor, estaba maravillada, disfrutaba del momento, y yo de verla a ella. Pedimos la comida y también cava, como siempre que teníamos que celebrar algo.
Era curioso, la botella de cava. Te servían y las llevaban a una fresquera común a la vista de los clientes, cuando el camarero notaba que se debía llenar la copa nuevamente, la cogía y te servia.
- Como esta la cena Lydia.
- Buenísimo todo Ferry, te lo agradezco mucho.
- No Lydia, te lo mereces todo, y si vamos a empezar algo definitivo, tenemos que remarcar un principio que nos acordemos siempre.
- Sabes que te quiero mucho, mucho, mucho Ferry.
- Si lo sé Lydia, pero me gustaría más..
- No sigas Ferry. Te amo mucho, mucho, mucho Amor.
Nos besamos, nunca nos había importado donde lo hacíamos, pero esta vez con prudencia.
- Lydia ¿Este cava es diferente, al primero que tomamos?
- No sé Ferry, yo no distingo tanto como tu.
- El nuestro era un brut nature, este no sé lo que es, parece champagne francés.
Me fije cuando el camarero trajo la botella para servirnos nuevamente. Se equivocaba de botella y nos estaba sirviendo el champagne de la mesa de al lado. Le advertí al camarero de su error, se disculpo.
- Joder Lydia, nos hemos bebido el champagne del vecino gratis.
Nos reímos los dos, nos abrazamos y nos volvimos a besar.
- ¿Tú me cuidaras siempre Ferry?
- Sí tontita, claro que sí. Pero ya sabes lo que digo. “Esto depende de ti, no de mí”, no caigas en los mismos errores que hasta ahora, solo tenemos que luchar, triunfaremos tarde o temprano, pero tenemos que tener constancia y vivir de forma práctica, los fantasmas deben desaparecer, ese entorno que nos castiga, haz que desaparezca. Sé que es duro, pero es posible. Pero tú y yo solos podemos conseguirlo.
- Lo intentare Ferry, pondré todo mi empeño en ello, hay mucho en juego. Fue una cena maravillosa, que guapa estaba mi Niña.
Oí un ruido, Lydia subía.
- Que apañado cuando quieres, míralo en la camita estirado. ¿Qué haces Ferry?
- Soñar despierto Lydia, recordaba la cena del puerto.
- Que maravillosa cena Ferry, estirándose mi lado y abrazándome.
- Vamos Lydia a dormir, que estoy roto, por completo.
- No sabes como te quiero Ferry. Mañana tengo que llamar al idiota de mi ex.
- ¿Para que Lydia?
- Para comunicarle el nuevo domicilio de los niños, no quiero hablar con él.
- Pues envíale un email, y le anuncias que lo tiene con un SMS.
- Es buena idea, así me ahorro llamarlo y queda constancia.
- Venga durmamos Lydia, toma mi bracito en nuestra inmensa habitación.
Lydia se puso casi encima de mí mirándome fijamente a los ojos, como hacia algunas veces, era una mirada de enamorada, me había llegado a confesar que el amor que sentía por mí era cien veces superior al que sentía cuando se casó, era un honor par mí, y eso que teníamos las trifurcas que teníamos, pero todas por su carácter, no había más motivos, bueno si su hijo que ella no arreglaba nada, pero solos hubiera sido diferente, ahora teníamos que tirar de todo el carro, con todo.
Dormí, como hacia tiempo que no dormía, de un tirón. Se estaba bien en aquella casa, lo único que molestaba era la claridad, ya que las puerta de nuestra habitación que daban a las terrazas eran de diseño, y no tenia persiana, ni cortinas, la luz me despertó al día siguiente.
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