Llegamos puntuales a la comida, con el suficiente tiempo de comprar un par de botellas de vino en una tienda que estaba cerca y que abría los domingos.
Subimos a casa, y su madre Noar, salio a recibirnos.
- Como estas Ferry, mientras me daba dos besos que yo correspondí.
- Muy bien gracias, tenga he traído esto para la comida póngalas un rato en la nevera a ver si da tiempo a que enfríen.
- No tenias que haber traído nada Ferry. Pasa que te presentare a mi marido. Joaquín este es Ferry que comerá hoy con nosotros, ya te comente.
Joaquín se acerco a mi, un poco encorvado por la edad, y la altura, era como 7 u 8 centímetros mas alto que yo, andaba torpe ya que las piernas le respondían poco, pelo blanco y rubio, ahora entendía porque las hijas de Lydia eran completamente rubias, habían tomado los genes de la línea de ella, por el contrario el niño tenia el pelo castaño, Lydia siempre decía lo mismo, es una fotocopia de su padre.
- Un placer conocerle Sr. Joaquín.
- Hola Ferry, pasa y ponte cómodo, siéntate en el sofá. ¿Dónde habéis estado?
- Hemos ido a San Antonio, a dar una vuelta, así los niños se distraen Sr. Joaquín.
- Habla un poco más fuerte que no oigo bien. Recuerdo de pequeño, hace muchísimos años que no he ido, y ahora en este estado puedo andar poco. Tengo algo de diabetes y las piernas ya están cansadas. Cada día salgo a comprar El Mundo y el pan, ese paseo es todo lo que puedo andar.
- Bueno Sr. Joaquín a todos nos llega con la edad, ya veremos como estaré yo a la suya. Voy a ver en la cocina si quieren que les ayude a algo.
El tono era duro, pero no hacia mi, me di cuenta que era su forma de expresarse. Lydia ya me advirtió que tuviese cuidado con su padre, por sus ideas que era mejor que de política no hablásemos para proteger la relación. Ahora tocaba una ración de cortesía. Me asome por la cocina donde están Lydia y Noar.
- ¿Qué tal Noar? ¿Con que nos va hoy a deleitar?
- Estoy haciendo una paella, pero en estos fuegos de vitro cerámica no salen como a mi me gustaría, pero están buenas. ¿Te gusta la paella?
- Si y tanto, me encanta Sra. Noar.
- No me llames Señora que me haces muy mayor y total tengo 12 años mas que tú Ferry.
- ¿Su hija cocina como tú Noar?
- No mi Lydia no sabe cocinar, esta educada para otras cosas.
- Por cierto Noar la tengo que felicitar por los canalones del otro día, estaban exquisitos.
- Muchas gracias, que amable eres Ferry. Espero estar a la altura hoy también.
- ¿Puedo ayudarles en algo Noar?
- Si ven, me dijo Lydia, ayúdame a abrir la mesa del comedor. Por norma general comemos en la mesa de la cocina, primero los niños y después nosotros, pero hoy comeremos en el comedor. Lydia lo dispuso todo, nos distribuyó en la mesa y trajo la bebida.
- ¿Te apetece vino Noar? Mostrándole la botella inclinada para servirle.
- Si Ferry pero muy poco, que yo no bebo nada.
- ¿Un poco de vino Sr. Joaquín? Haciendo el mismo gesto.
- No gracias Ferry, que no me dejan beber nada.
- Pero hoy es domingo, y un poquito de vino tinto siempre va bien. Mire a Noar que asintió con la mirada para que le sirviese vino.
La comida transcurrió con normalidad, con conversiones neutras, pero yo huía de cualquier comentario del estado del país o de política, no quería riesgos. Llego la hora del café y Joaquín solo tomo un golpe de whisky, eso si 12 años, iba bien para el corazón. Los niños ya se habían ido a las habitaciones a jugar o a ver la televisión que tenían en ellas. El padre se retiro a descansar, disculpándose, tenia una televisión en la habitación y hacia la siesta dejándose llevar por cualquier película antigua.
Nos quedamos en la mesa los tres.
- ¿Te apetece hacer una siesta? Me pregunto Lydia.
A mi no me parecía correcto, había una habitación para cada uno, y llegar el primer día y ponerme a dormir me parecía un exceso. Su madre se dio cuenta de la situación y la relajo por completo.
- Ferry, ves a hacer la siesta con Lydia, no hay problema, que aquí todos somos adultos. Estáis durmiendo juntos hace más de dos meses, una siesta no es nada, me dijo Noar.
- Pues la verdad es que se lo agradezco, porque después de la paella, una siesta es ideal, y me parece que a todos se nos están cerrando los ojos.
Fuimos hacia la habitación de Lydia, y Lydia cerro la puerta. Era una habitación amplia con una televisión colgada de la pared, enfrente de la cama. Yo me quite la camisa y me estire en la cama.
- ¿Que haces Ferry?, me dijo Lydia, mientras se desataba el sujetador.
- Pues descansar Lydia.
- ¿Pero no te vas a desnudar, Ferry?
- Ya me he quitado la camisa Lydia, es suficiente, paso mucho de muchas cosas pero me parece irrespetuoso.
- Déjate de tonterías Ferry, y quítate los pantalones por lo menos, dijo Lydia.
En ese momento el niño abrió la puerta, justo cuando me quitaba los pantalones. Ya estamos pensé el celosito de rigor a tocar los cojones.
- Mamá, mamá dijo Candido.
No le dio tiempo a más, Lydia soltó un chillido.
- Vete de aquí, y antes de entrar llama a la puerta y espera que te den permiso, cierra la puerta joder.
- Pero mamá.
- Que te he dicho que te vayas o te saco yo, maleducado, vete ya.
Cerro la puerta con ese gruñido acostumbrado de no aceptación de la autoridad. Bueno el problema se había declarado el niño tenia celos, ya veríamos. Joder con el niño toca huevos me va a costar la relación, que pesado que es, nunca había visto un niño así. Al mismo tiempo Lydia lo trataba de una forma especial y no sabia porque, ya lo descubriría sin duda.
- Disculpa por lo del niño Ferry.
- No te preocupes Lydia, son cosas de niños. Que le iba a decir.
- Por cierto, por donde íbamos Ferry.
- Pues yo obedeciendo ordenes, ya estoy como me has dicho. Me puse debajo de las sabanas. Ella estaba de pie todavía. Se quito las bragas y se puso dentro de las sabanas acercándose a mí.
- Pues ven para aquí Ferry y dame calor, bésame.
La bese, me beso y estuvimos un rato devolviéndonos los honores, hasta que ella cogió la iniciativa. Me cogió el miembro, y lo fue mojando con su boca, se sentó encima mió y empezó a cabalgar lentamente, ella sabia que a mi me gustaba lentito para saborear las sensaciones, me cogía de las manos mientras cerraba los ojos y gemía. Era curioso yo no cerraba los ojos y podía observar todo el momento, disfrutando de él de forma doble.
- Lydia no hagas tanto ruido.
Lydia intentaba controlarse, pero no lo conseguía. Al final la hice bajar y fui yo que la puse en pose perchero, así le podía tapar un poco la boca, disfrutamos hasta el final que la manche.
- Y ahora que, vaya como nos hemos puesto Lydia.
- Joder es que sueltas que pareces una cisterna, me has dejado desde el cuello hasta allí mojada, pero no te preocupes tengo aquí unas toallitas húmedas y así me puedo limpiar. Pero a ti te limpio yo. Me hizo ver el paraíso.
Siempre le decía que me dejaba como un niño que le colgaban las piernas sentado en una nube azul. Finalmente nos dormimos, y despertamos a las 17:30 con el sonido del despertador de Lydia, abrazados en la cama con nuestros cuerpos desnudos. Me beso suavemente, para despertarme, que placer al abrir los ojos.
Pero había una pregunta que necesitaba encontrar la respuesta ¿Para que estaba educada Lydia?